Por María Emilia Triay
El éxito laboral puede medirse de muchas maneras: en concretar sueños, hacer realidad proyectos y hasta en cosechar reconocimientos. En cualquiera de las tres definiciones puede colocarse a María Julia Caamaño.
La música es fundamental en la vida de la presidenta del Centro Cultural de Música (CCM). Ella no tiene recuerdos de sí misma que no se vinculen con esta expresión artística.
En su casa, un piano que había sido de su madre, logró hipnotizarla. Era pequeña cuando, casi como un juego, pidió aprender a tocar el instrumento que tanto la fascinaba.
Escuchó discos con valses de Strauss, sinfonías de Schumann y Brahms, arias de zarzuela, negro spirituals. A los cinco años comenzó a estudiar piano y ese fue su primer contacto formal con la música, un vínculo que extendió y complementó en un eterno aprendizaje de infinitas facetas.
“La música es una compañía, un refugio, en ocasiones un motivo de felicidad indescriptible, de gozo, me genera una sensación de plenitud, de sentirme colmada”, aseguró. "Y es eso lo que uno va a buscar una y otra vez en la música en vivo, algo que toque el alma, sacuda, conmueva, deje pensando”, puntualizó. “Que se despierte el deseo de saber y experimentar más, puede suceder con cualquiera de las manifestaciones artísticas, sea teatro, danza, artes visuales o cine”, explicó.
Caamaño se acercó a la docencia y ya egresada del IPA trabajó en Enseñanza Secundaria, donde dio muy pocas clases ya que se dedicó de lleno a la dirección coral.
Más tarde se mudó a Nueva York y completó un Magister por la Manhattan School of Music con especialidad en canto. “Tuve mis aspiraciones de cantante que me llevaron a un estudio profundo, a nutrirme oyendo a los más grandes en el Metropolitan cantando ópera y en recitales”, rememoró.
Escribió para algunos medios, entre ellos El País, y fue encargada de las transmisiones radiales en español para América del Sur desde el Metropolitan Opera. Trabajó con cantantes de ópera, prominentemente con la soprano chilena Verónica Villarroel en su apogeo y en un punto le picó el bichito del retorno a Uruguay.
En el año 2007 llegó a la Dirección Artística del SODRE, luego realizó la curaduría del Festival Internacional La Escena Vocal de Sala Verdi, que continúa hasta hoy, y en el 2013 asumió la presidencia del Centro Cultural de Música.
El Centro
El CCM se fundó en 1942 por un grupo de jóvenes que quería adentrarse en el análisis de las obras, difundir la música clásica y crear oportunidades para presentarse en público.
A partir de los años 80 encontró un nicho para aportar a la vida cultural: una temporada internacional para poder disfrutar de orquestas, de ensambles corales e instrumentales, de grandes solistas que veían de lejos anunciados en los teatros más prestigiosos del mundo.
La temporada 2023 del CCM consta de ocho conciertos con orquestas, ensembles y grandes solistas. Presentarán dos orquestas de cámara, la Camerata Salzburgo y la Orquesta de Cámara de Munich con dos solistas de excepción: el violinista Renaud Capuçon y la pianista francesa Lise de la Salle.
El ensembles Gabetta Consort abrirá la temporada este 19 de abril en el Auditorio del SODRE con un programa temático sobre las estaciones que intercala las de Vivaldi y Las Estaciones Porteñas de Piazzolla.
Para colaborar con el Centro hay tres modalidades: adquirir el abono completo de los ocho conciertos, un pack con los tres que se presentan en el Auditorio (Gabetta Consort, Avi Avital & Arcangelo Ensemble y Sonya Yoncheva en localidades de galería baja con buena visibilidad) y entradas individuales que se ponen a la venta entre 10 y 15 días antes de cada concierto. Las dos primeras opciones se consiguen directamente en el CCM, contactándose al 092 828 829 o al mail abonos@ccmusica.org.uy. Las entradas individuales están a la venta por Tickantel, Red Pagos, Abitab y boletería del teatro.
Reconocimientos
En 2008 Caamaño recibió el premio Morosoli a la Difusión Cultural; un año más tarde llegó la condecoración de Officier de L’Ordre des Arts et des Lettres por el gobierno de Francia y en 2020 con la Medalla Delmira Agustini, del Ministerio de Educación y Cultura.
“Me sorprenden los reconocimientos, los tomo con agradecimiento y humildad, no dejo de pensar en las personas que merecen que se las reconozca y trabajan anónimamente”, reflexionó.
“Es muy amplio y disfrutable el mundo de la música. Son medios de expresión, son experiencias colectivas que hacen bien, que unen, que conectan, que proyectan”, subrayó Caamaño.
“Si un joven está tomando clases, si tiene esa oportunidad, que se aplique, que aproveche, que aprenda a leer, que pueda llegar a hacerlo a primera vista. Es una herramienta que abre un mundo inconmensurable. Si es a través del canto, la voz humana es el instrumento más maravilloso, con una capacidad de transmitir emoción como ninguno. Es un tesoro que hay que cuidar, desarrollar a través de la técnica para un uso saludable, para que no se desgaste, explorar su potencial y llegar a la mayor libertad expresiva posible”, concluyó.