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Los Feippe: El Cerro del Toro bajo el cielo rojo

Sofi Solari Adot cuenta, en una nueva columna, sobre el incendio del Cerro del Toro el miércoles 25 de enero y cómo cada acontecimiento en el universo se conecta con vos.

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Sofi Solari Adot en el Cerro del Toro.
Sofi Solari Adot en el Cerro del Toro.
Sofi Solari

Por Sofía Solari Adot

Aquel miércoles 25 de enero me levanté más temprano que otros. El amanecer se adelantó por unos pocos minutos. Pienso que me gustan tanto las mañanas porque inician un día entero de nuevas historias, como ver el cielo enrojecido de ese día. El sol estaba bajo, apenas unos metros sobre el Cerro del Toro, redondo y rojo. Muy rojo. Tanto que me confundí. ¿Será la luna?

Las calles vacías se desperezaban entre sábanas con el rocío. Paré la bici a un costado para congelar en un solo clic ese cielo y ese sol. Una señora me comentó al pasar: “el sol está así de rojo por el fuego del incendio”.

Cada acontecimiento en el universo se conecta con vos.

Capturo el momento con un nudo en la panza. ¿Qué pasó? Los chats explotaban de imágenes del Cerro del Toro prendido fuego desde la madrugada. Elevé la mirada. Esta vez observé con atención. Aquello que, para mí, hasta hace unos minutos, eran hermosas nubes rojizas, era humo. Un humo enrojecido de tanto llorar.

Incendio en el Cerro del Toro
Incendio en el Cerro del Toro
Foto: Los Feippe

Cuando hay un incendio en un bosque nativo se desequilibran las cadenas alimenticias y muchos procesos de la vida. Los incendios forestales generan carbono negro y otros contaminantes que pueden afectar las fuentes de agua, incidir en el derretimiento de los glaciares, causar deslizamientos de tierra y floraciones de algas a gran escala en los océanos.

Al escuchar pasar los helicópteros cargados de agua de mar y las sirenas de los bomberos, cerré los ojos y pensé en toda la vida que existe en ese cerro que tanto amamos y que tantas veces hemos subido. Pude ver cómo ardían la aruera y los azaras, cómo emigraban las golondrinas, los horneros, las mariposas, los apareas, los gatos monteses y los conejos.

Ardía. A 240 metros sobre el nivel del mar, una de las laderas del cerro no dejaba de arder. Sobrevivirá. Esto pasará porque el Cerro del Toro tiene mucha historia. Leí por ahí que hace muchos, muchos años, fue un volcán inactivo. Además de haber sido un cementerio Charrúa y punto de vigilancia en la época colonial, fue el lugar elegido por Francisco Piria para los rituales de iniciación de sus caballeros del sol.

Tres días. El incendio duró tres días. Seguro que fue intencional, dijeron.

Cada evento en el universo se conecta con vos, conmigo, con todo. Lo que varía es la intensidad en la que la frecuencia de vibración de ese acontecimiento te toca, afecta, interpela. Aunque no haya sido nuestra intención prender la chispa que desató el incendio en el Cerro del Toro, si nos enojamos, desesperamos, angustiamos, lloramos, rezamos, pedimos luz, fuimos a ayudar, le mostramos al mundo lo que sucedía o seguimos la noticia en los medios; entonces, algo en nosotros, algo en vos, algo en mí estuvo allí.

Es una cuestión de energía. Algo en mí está atrayendo eso a mi vida.

CONOCÉ A NUESTRA COLUMNISTA

Sofi Solari Adot

Sofi Solari Adot

Sofi es escritora y mamá de Olivia y Simón. Tiene una vida sobre ruedas junto a su familia @losfeippe. Es autora de la novela autobiográfica “No siempre fuimos nómades” y dicta el taller on line “Las palabras también importan”.

Podés seguirla en Instagram como@sofisolariadot y @losfeippe

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