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Los Feippe: Humberto Pittamiglio en tierra de alquimistas

Sofi Solari Adot cuenta sobre su primera visita al Castillo ubicado en la localidad de Las Flores en el departamento de Maldonado y la prevalencia del número 8. 

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Los Feippe en el Castillo Pittamiglio
Los Feippe en el Castillo Pittamiglio

En Maldonado hay dos castillos. Ambos construidos en el 1900 por ilustres personajes de la época que, aún hoy, se conocen popularmente como alquimistas.

El castillo de Pittamiglio de Las Flores es un misterioso acertijo ideado por Humberto Pittamiglio, uno de los hombres más esotérico y famoso de la Tierra de Alquimistas.

Quién fue Pittamiglio es un rompecabezas. Sin embargo, podemos inmiscuirnos en algunas piezas de su mundo gracias a la interpretación de las pistas que dejó en su vida pública y en sus castillos. Es posible abordar a la persona y al personaje que fue Humberto, a través de los libros escritos por Eduardo Cuitiño.

Estos textos de investigación documental analizan “El código Pittamiglio” para contarnos quién fue “el verdadero Pittamiglio”. Un hombre de una mente brillante, con una sonora vida pública, prestigioso, rico, estudiante sobresaliente e hijo dedicado. De contextura opulenta y muy alto, jamás pasó desapercibido.

Un hombre dual. Fue ministro de Obras Públicas del Uruguay y Arquitecto de casas y castillos con mensajes esotéricos en código. La simbología, el arte, lo bello y la inmortalidad parecieran ser el halo de su legado.

Llegamos a su Castillo ubicado en la localidad de Las Flores en el departamento de Maldonado. Lo vemos allí erguido, sobre la ruta Interbalnearia 88, a unos 8 kilómetros de Piriápolis. Es un día soleado y tibio de otoño. Mientras esperamos nuestro turno para entrar al museo, paseamos por los jardines. Tan bellos. Tiramos el dron para ampliar la perspectiva. Vemos los diseños en forma de ocho.

El número ocho…Nada en el Universo Pittamiglio es casualidad.

Los Feippe en el Castillo Pittamiglio
Los Feippe en el Castillo Pittamiglio

Al compás de mi caminata pretendo imitar un péndulo y desafiar el tiempo y el espacio. Las voces eufóricas de mis hijos me distraen.” ¿Qué significa esto? ¿Y aquello? ¿Dónde está el sombrero mágico del mago?”. El laboratorio de alquimia está libre, respondo. El sol atraviesa los grandes ventanales con vistas a las sierras, las partículas de polvo son diminutas materias que se escurren intangibles entre mis dedos. Sólo son visibles en el halo de luz perpendicular al suelo. El finito límite entre lo visible y lo invisible, pienso.

Me siento en la silla frente al escritorio del espejo tríptico. Por el rabillo del ojo izquierdo descubro el sombrero negro de copa alta colgado en una pared. Simón también lo encuentra. “¿Puedo probármelo?” “Si todos hiciéramos eso, se estropearía, perdería el hechizo y no podría seguir custodiado todos estos tubos de ensayo de diferentes tamaños, los yuyos, las herramientas de hierro, los metales que se transforman en oro, esta balanza y los frascos de vidrio oscuro con números y fórmulas”.

La habitación huele a polvo de años, metal y cuero de vaca. Se percibe la mística, el atrayente mundo simbólico en el que vivimos. El cautivante mundo simbólico que Humberto Pittamiglio cuestionó, comprendió y creó.

Los Feippe en el Castillo Pittamiglio
Los Feippe en el Castillo Pittamiglio

¿Cuál es el secreto de la Alquimia? ¿Por qué tanto misterio? ¿Por qué tanto tiempo invertido en transmutar metales en oro? ¿Esa es la verdadera piedra filosofal o es la ilusión que crea el mago? ¿Y las espadas? ¿Por qué hay tanto masón alquimista?

Es hora de entrar al museo interactivo. Las baldosas blancas y negras, la copa o piedra filosofal en la vitrina -cuenta la leyenda que Humberto fue su guardián y que el papa Juan Pablo II la vino a buscar-, los 33 escalones hacia el segundo piso, el búho en la escalera, los apuntes de matemáticas, la suspicacia en todos lados, los datos de su vida estrafalaria. Todo el inventario de su esoterismo. Una brisa de misterio atraviesa el ambiente iluminado con luces tenues en color magenta y violeta. Todo un mundo pareciera estar aquí. Uno que se escabulle en el momento exacto en el que una puerta se abre. La luz del día encandila las pupilas y ya no podemos ver igual. Nada es lo que parece.

Nada parece ser lo que es y a mí me inquieta entender lo que no puedo comprender. Incluso, aunque el entendimiento sea tan subjetivo como lo inexplicable y, lo inexplicable, ascienda al mundo de la magia.

¿La verdadera transmutación primero sucede en la mente? ¿Por eso el misterio y los mensajes encriptados? Para encontrar la piedra filosofal, ¿cómo saber cuáles son las preguntas correctas? ¿Es posible experimentar con la propia confusión para encontrar el camino hacia la identidad? ¿Cuál es el secreto de la alquimia?

Para los alquimistas como Pittamiglio, no hay misterios. Hay pistas.

Como él dijo: “Todo el espectáculo de la humanidad se perfila en vigorosos relieves en los inmensos horizontes del pasado, que se hace sensible a la conciencia universal”.

Me contaron que la piedra filosofal no es más que encontrar el oro interno. Pero para ello, hay que liberarse de las máscaras, hacer las preguntas correctas y saber escuchar las respuestas. ¿Y el 8? En la numerología es el Mago. El alquimista. La alquimia, ¿será el legado de un hombre iluminado en un castillo encriptado? El Universo Pittamiglio es fascinante.

CONOCÉ A NUESTRA COLUMNISTA

Sofi Solari Adot

Sofi Solari Adot

Sofi es escritora y mamá de Olivia y Simón. Tiene una vida sobre ruedas junto a su familia @losfeippe. Es autora de la novela autobiográfica “No siempre fuimos nómades” y dicta el taller on line “Las palabras también importan”.

Podés seguirla en Instagram como @sofisolariadoty @losfeippe

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