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Mamá estimula: ¿sirve mandar a los niños a "la silla de pensar"? ¿funciona el time out?

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Niño mira por la ventana. Foto: Shutterstock.

Con los hijos

La controvertida técnica para calmar a los niños genera adeptos y detractores. ¿Pero, alguien “piensa” en la silla de pensar”? ¿Cuáles son sus verdaderos resultados?

Lo que sí

¿Qué sí, podemos hacer? Lo que el niño verdaderamente necesita es que sea el adulto quien lo calme y quien le “preste palabras” para ayudarlo a entender y describir lo que siente, todo lo contrario a alejarlos y dejarlos solos cuando están desbordados.

Tu calma lo calma, dice Pallamares, frase que convendría repitiésemos los padres a modo de mantra a menudo. Algo similar a cuando un bebé llora desconsolado en brazos de su madre que ya está exhausta y no sabe qué más hacer y entonces, se lo pasa al padre, a la abuela o a quien sea y el bebé en minutos se calma como por arte de magia. Así como nuestro estrés los estresa, nuestra calma los calma.

Además, explica, si el adulto mismo está desregulado, enojado, avergonzado (por ejemplo cuando el berrinche tiene lugar en el medio del supermercado ante la mirada crítica o socarrona de los espectadores de turno), no puede regular a otro. La regulación de los niños parte primero de la regulación del adulto. “Esto es como en el avión, cuando en las normas de seguridad las azafatas dicen que en caso de presurización los adultos deberán colocarse las mascarillas primero. Con las emociones pasa lo mismo, dice Pallamares, no se puede regular a un niño con rabia si uno mismo tiene rabia”.

Ponerse a su altura. El contacto visual profundo es fundamental para entablar una verdadera comunicación. Agáchate a su altura y míralo fijamente a los ojos cuando le hables.

Alejar del lugar del berrinche. Tomarlo en brazos y llévalo a otro sitio, para que se distraiga y pierda contacto con la situación, objeto o las personas con las que se generó el conflicto.

Entender y consolar. Lo primero es intentar entender cómo se siente y por qué ha llegado a esa situación, para luego consolarlo por ese malestar, aun si el motivo nos parezca una tontería, ya que para ellos, puede ser un mundo y aun si estamos enojados.

La técnica del abrazo sanador. El mejor recurso para calmarlo, incluso si se resiste o patalea, es abrazarlo y controlar nuestra respiración para que sea lenta y pausada e invitarlo a que respire hondo con nosotros. Antes de ser madre cuando escuché de esta técnica por primera vez, confieso que me reí porque la creí impracticable, pero para mi sorpresa, tiempo más tarde y ya con mi hija de año y medio, comencé a practicarla siempre. Me agachaba a su altura, le decía que para poder entenderla tenía que intentar calmarse y que para ello yo la iba a ayudar primero con un “abrazo sanador” y luego, juntas, íbamos a respirar profundo contando hasta diez para recién ahí, conversar un poco sobre lo sucedido. La verdad, no sólo me dio un enorme resultado, sino que más adelante, cuando tenía 3 o 4 años, ella sóla me pedía el abrazo sanador cada vez que le pasaba algo y me decía “voy a respirar hondo mamá para sentirme mejor”. Pero lo más importante además, es que sepan que ese abrazo no está condicionado a que primero dejen de llorar o a que se porten mejor o a que enmienden lo que han hecho.

Como explica Laura Diz, experta en atención temprana y crianza respetuosa (a quien recomiendo sigan en su página de Facebook), “un niño no puede pasar lo que sucede por la razón, analizarlo y actuar como un adulto, por eso se habla de inmadurez emocional y es por ello que lo que menos necesita es verse forzado a pasar por dicha situación sólo. La posibilidad de planificar una acción y actuar en consecuencia se va a adquiriendo con el tiempo con la ayuda del adulto cuidador, madurando alrededor de los siete años. Es el adulto quien debe contar con la suficiente inteligencia emocional para poder transmitir mediante sus acciones y palabras, las opciones posibles a esa reacción desmedida ya que mostrar dichas posibilidades es enseñar herramientas.

A veces somos los adultos los que necesitamos un time out para no explotar, no los niños”. Salir entonces de la situación y volver a entrar cuando nos sintamos preparados es una habilidad que se entrena con el tiempo, pero requiere nuestro esfuerzo y mucha paciencia, tanta como nuestros pequeños.

Por más información sobre temas relacionados, podés buscar en la lupita del grupo MAMÁ ESTIMULA por hashtags como #manejodeemociones #limites #berrinches #crianza y #consejos

Conocé a nuestra columnista
Claudia Guimaré
Claudia Guimaré

La socióloga uruguaya y especialista en marketing y comunicación es la fundadora de Mamá estimula. En el grupo que administra desde Argentina, comparte materiales educativos y soluciones para padres.

Conocé cómoMamá Estimula puede auxiliarte en la crianza de tus hijos.

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