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Mamá estimula: Hablarle a los bebés aumenta su capacidad cerebral

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madre e hija, madre y bebé

Con los hijos

Hablarle a los niños cuando son muy pequeños no es simplemente una demostración de afecto, su importancia pone en juego incluso el desarrollo futuro de nuestros hijos

Los estudios demuestran que hablar con nuestros hijos desde recién nacidos determina en gran parte el nivel de sus habilidades cognitivas y socioemocionales futuras.

Hace un tiempo una amiga me contó muy preocupada que había consultado al pediatra de su hija porque con 3 años cumplidos, la niña no decía prácticamente nada. La primera pregunta del pediatra a mi amiga fue: ¿y usted, cuánto conversa con ella en casa?

Muchas veces los padres creemos que hablarle a los niños cuando son muy pequeños, incluso bebés, es simplemente una demostración de afecto, pero ignoramos que su importancia va mucho más allá de esto, al punto que el desarrollo futuro de nuestros hijos está en juego.

El diálogo con nuestros bebés, no sólo es fundamental para transmitirles seguridad, apoyo y amor, sino que sienta las bases de su confianza en nosotros y de su propio deseo de conversar con nosotros conforme crecen, de “tener diálogo”. A su vez, hablar con nuestros hijos aun cuando no tienen edad para respondernos y sostener una verdadera conversación con nosotros, es también la forma de enseñarles a conversar, a intercambiar, a escuchar al otro y por qué no incluso, a respetar los turnos para interactuar de manera respetuosa.

Pero por si todos estos motivos no fuesen suficientes para hacerlo, cada día son más los estudios que demuestran que conversar con nuestros hijos tiene beneficios directos en sus capacidades cognitivas futuras, y no sólo en el lenguaje, sino en el procesamiento de la información, siendo incluso un predictor importante del futuro desempeño escolar.

Anne Fernald, psicóloga estadounidense, investigadora en psicología del desarrollo y catalogada como “la investigadora líder en “habla dirigida al bebé”, afirma que sin lugar a dudas “hablar con los bebés aumenta su capacidad cerebral y les prepara para el éxito en la escuela”. Según Fernald, ya a los dos años, los niños a quienes los padres les conversan poco muestran un retraso en su vocabulario y capacidad de procesamiento de la información de 6 meses con respecto a aquellos cuyos padres sí les conversan mucho. Ese retraso, cuando alcanzan los 5 años, ya es de dos años respecto del resto.

“Hay que empezar a hablar con ellos desde el primer día”, dice Fernald en su discurso en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia en Chicago. “Estamos construyendo una mente. Una mente que puede conceptualizar, que puede pensar en el pasado y el futuro. Los padres que hablan más a sus hijos son más propensos a desarrollar todo su potencial de desarrollo. Usted está obligado a alimentarlos, a lavarlos y a vestirlos. Hable con ellos mientras lo está haciendo!”.

Por su parte, los doctores Katherine Strasser y Esteban Gómez Muzzio de Fundación América por la Infancia, acaban de publicar los resultados de un flamante estudio después de más de 7 años de trabajo, en el que demuestran que la cantidad de turnos de conversación en el entorno del lenguaje de un bebé de 18 meses, predice no sólo sus habilidades cognitivas futuras sino también sus habilidades socioemocionales a los 30 meses.

En el estudio de Strasser y Gómez Muzzio, se controló el desarrollo inicial de los bebés, la cantidad de vocalizaciones de los mismos, la calidez emocional de la madre y el riesgo social acumulado (depresión, pobreza, violencia, hacinamiento, etc) y se demostró que los turnos, son significativos más allá del efecto de todas estas variables de control.

Hablar a los bebés importa. Y respetar los turnos, el intercambio de ida y vuelta, no solo nutre su lenguaje y desarrollo cognitivo, también parece ser clave en el desarrollo de la regulación y comunicación emocional y el apego.

¿Qué podemos hacer en casa para fomentar la conversación con nuestros hijos?

Hablar hablar hablar…
Hablarles siempre. Los niños manejan un enorme lenguaje comprensivo, mucho mayor y anterior al expresivo. Es decir, entienden mucho más y mucho antes de lo que hablan. Por ello es tan frecuente escuchar madres que dicen “aún no habla pero entiende todito!!”. Hablarle al bebé todo lo que se pueda, incrementa su vocabulario y su capacidad de conectar ideas, objetos, sonidos. Por ello desde bebés es importante irles mencionando los objetos que los rodean, explicándoles lo que son, para qué sirven etc, y cuando el niño señala pidiendo algo, no forzarlo a que lo mencione correctamente, sino simplemente preguntarle “¿quieres que te alcance el vaso de agua?”

Nunca forzar
No se trata de tomar examen y menos de forzar el habla a cambio de darle lo que pide; ni de forzar la charla, ni de pretender conversar sobre aquellas cosas que consideramos “ya debería saber a esta edad”. El mundo es inmenso para todos, pero ni que hablar para los niños. Hay tantas cosas que les llaman la atención, que no tiene importancia si el abecedario aun no le despertó interés y en cambio quiere saber sobre insectos o planetas.

Aprovechar la oportunidad
Si forzar un tema de interés es inútil, aprovechar cada pequeña demostración de interés para a partir de allí entablar una conversación, es crucial. Aprovecha cada pregunta de tu hijo para ir mucho más allá de la respuesta estricta. Cuando con mi hija encontramos un enorme piojo de mar entre las rocas en la playa, me preguntó si era pariente de los piojos de la cabeza, buscamos información juntas, vimos fotos de piojos bajo el microscopio, y compramos una lupa para a partir de entonces observar bien cada nuevo bicho que aparece en el patio. “Pescar al vuelo” sus temas de interés es un arte que se ejercita y se desarrolla con el tiempo. Quizá el semáforo es el puntapié inicial para aprender los colores o la cocina el mejor lugar para aprender a sumar, agregando ingredientes y condimentos. Nunca se sabe.

No puerilices
Lo que para uno puede parecer una tontería, para un niño es un gran misterio, y de hecho, cuando uno se abre a intentar comprender cabalmente sus preguntas, muchas veces nos damos cuenta que no tenemos la respuesta. Reírse de un niño que pregunta cómo no se nos cae encima la luna si está ahí suspendida en el cielo, no ayuda a que le den ganas de preguntarte más. Pero además puede ser una oportunidad fantástica para que nos vean a nosotros mismos también dudar, tener curiosidad e intentar indagar para explicar el tema.

Usar onomatopeyas o palabras inventadas por más graciosas o tradicionales que sean tampoco ayuda. Por el contrario, llamar a las cosas por su nombre (caballo, no ico ico, auto no tutu, etc) es fundamental para estimular el vocabulario.

Corregir sin corregir
Y si el niño es quien usa la onomatopeya, puedes corregirlo sin decirle que no la diga. Basta con que tú repitas, “ah! ¿te gusta este caballo, verdad?”. También ante una palabra mal dicha o mal pronunciada, puedes simplemente repetirla correctamente y te evitas decir cada dos minutos “así no se dice” ya que va a haber mil situaciones similares al día y él puede aprender en cada una sin que sienta que una vez más lo dijo mal. También puedes completar sus frases, no sin antes haberle dado el espacio para que intente desarrollar su idea y expresarse, prestándole nuevas palabras o expresiones para que las vaya absorbiendo.

No hay palabras difíciles
En una clase abierta en el ambiente Montessori al que iba mi hija una vez por semana cuando tenía año y medio, un niño tomó un libro en cuya portada había una foto de un Lemur. El niño preguntó qué animal era y cuando la guía le contestó, la mamá dijo “es que es un animal muy difícil para un niño tan pequeño”, a lo que la guía le respodió “¿Por qué? Tiene dos sílabas al igual que vaca”. Y la madre comentó, “es verdad, no lo había pensado así, en casa para hacérselo más fácil le decimos a todo, caballito”. Que nosotros no estemos tan familiarizados con algo no implica en absoluto que eso sea un impedimento para que el niño lo absorba como conocimiento. Por el contrario, a mayor exposición a diversos estímulos, no sólo enriquecemos su experiencia sino que promovemos la comparación, la discriminación y ni que hablar el vocabulario.

Aprovechar la era de los ¿por qué?
Los niños en edad pre-escolar están comenzando a explorar el mundo y hacen muchas preguntas sobre las cosas que no entienden o que les preocupan. Aprovechemos la catarata interminable de interrogantes por más que a veces nos resulte agotador, porque no hay momento mejor para incorporar conocimiento que cuando el cerebro está realmente interesado en un tema.

Las pantallas no educan
No nos engañemos, ni la televisión ni las tablets ni una app del celular pueden sustituir la conversación y el intercambio con los padres o cuidadores. El cerebro no aprende si no hay genuina interacción centrada en los intereses del niño e incluso, está demostrado que las pantallas tienen efectos contraproducentes en el desarrollo lingüístico de los niños, estando absolutamente desaconsejadas para niños menores de 2 años por la Asociación Estadounidense de Pediatría.

Leer, siempre leer
Y por supuesto, tener una rutina diaria de lectura de cuentos, sobre todo antes de dormir, no sólo fomentará en el niño el amor a la lectura, sino también su vocabulario, su imaginación y su comprensión lectora.
Lo importante al fin y al cabo es el intercambio. No se trata de dar cátedra. Se trata de conversar. Y por sobre todas las cosas, de hacerlo sobre aquellos temas que ellos consideren interesantes, sin importar lo que sean.

Por ejemplo en mi caso, no hubo mejor oportunidad para conversar con mi hija sobre la aparición del hombre en la tierra y su evolución hasta el día de hoy, que cuando le preguntó inocentemente a su abuela, si ella ya existía cuando sólo existían los dinosaurios.

conocé a nuestra columnista
Claudia Guimaré
Claudia Guimaré

La socióloga uruguaya y especialista en marketing y comunicación es la fundadora de Mamá estimula. En el grupo que administra desde Argentina, comparte materiales educativos y soluciones para padres.

Conocé cómo Mamá Estimula puede auxiliarte en la crianza de tus hijos.

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