Mujeres
En el marco del Día del Refugiado, Médicos sin Fronteras acerca las historias de valientes mujeres que han tenido que huir de sus hogares y que aún enfrentan obstáculos en una vida en tránsito.
En este momento hay más de 79 millones de personas que se han visto forzosamente desplazadas de sus hogares en todo el mundo. Durante su tránsito en búsqueda de seguridad, deben enfrentar grandes peligros para escapar de la violencia y la persecución.
Médicos Sin Fronteras (MSF)trabaja con poblaciones en movimiento a lo largo de todo el planeta: en los lugares de origen, en las principales rutas migratorias, y en los campos de desplazados y refugiados. Los equipos de MSF proporcionan atención médica y de salud mental, acceso a agua potable y suministros de primera necesidad.
En el marco del Día del Refugiado, MSF acerca las historias de tres valientes mujeres que han tenido que huir de sus hogares, arriesgando todo para poder encontrar seguridad para sus familias, y que aún hoy, deben enfrentar constantes obstáculos mientras se adaptan a una vida en tránsito.
Soma, Atenas, Grecia
La violencia y el conflicto obligaron a Soma y a su familia a huir de su hogar en Afganistán.
Pasaron cinco meses viviendo en el superpoblado campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, donde compartieron un contenedor con otras 20 personas. Luego, Soma, su esposo y sus dos hijos pequeños fueron trasladados a un alojamiento en Atenas donde residen actualmente.
Vivir en Grecia como refugiados ha presentado nuevos desafíos para Soma y su familia. El acuerdo de 2016 entre la Unión Europea y Turquía -un conjunto de políticas destinadas a evitar que los refugiados, migrantes y solicitantes de asilo crucen a Grecia desde Turquía-, ha provocado que miles de mujeres, hombres y niños terminen atrapados indefinidamente en condiciones espantosas en Grecia. Y en 2019, una nueva ley más estricta redujo la ya limitada capacidad de los solicitantes de asilo para obtener atención médica.
El último golpe a la población de refugiados de Grecia se produjo durante la pandemia, cuando las autoridades intentaron descongestionar los campos de refugiados desalojando a más de 11.000 personas desplazadas por la fuerza de sus alojamientos, incluida Soma y su familia.
"No esperábamos esto", explica. “Un día, encontramos a una persona dentro de nuestra habitación que nos dijo: 'Hemos trasladado todas tus cosas a la entrada del hotel'”.
Durante años, MSF ha pedido a las autoridades griegas que brinden alternativas seguras y dignas a los campos de refugiados, que permitan el acceso a procedimientos de asilo justos y garanticen una atención médica adecuada adaptada a las necesidades de las personas que huyen de la violencia, los conflictos y el trauma. Hasta que eso suceda, los equipos de MSF proporcionan servicios de salud esenciales a las personas desplazadas tanto en las islas del Egeo como en el continente.
Soma y su familia han encontrado apoyo temporal a través de un programa local, pero solo dura seis meses. A pesar de esto, Soma está decidida a encontrar un futuro mejor para sus hijos y se niega a mirar atrás.
“Cuando sales de tu lugar, llegas a un punto en el que no puedes regresar. El miedo a las explosiones y las bombas no se puede comparar con nada".