Por Silvina Fiszer Adler
B-L-I-P-P-I» deletrea con fluidez un niño que apenas llega a los dos años. «Blippi», repiten dos, tres, cuatro, 25 veces por hora otros cientos de miles de niños más alrededor del mundo con el dedo -y la mirada- fija en la pantalla. En la era del streaming, el nuevo ídolo de los chicos es un estadounidense de mediana edad con actitud aniñada que viste camisa celeste, tiradores, moño y anteojos naranja y que recorre -y describe- museos, fábricas y parques de diversiones con un entusiasmo desmedido, un tono de voz algo empalagoso y muchas preguntas.
Si se indaga detrás del fenómeno, se puede decir que el alma mater de Blippi se llama Stevin John, que creó el personaje a partir de un hecho fortuito, que sus videos lograron más de 14.000 millones de vistas en casi 10 años y que levantó un verdadero imperio a partir de un programa de YouTube.
John se puso el traje de Blippi -y el de productor, editor y diseñador gráfico- por primera vez el 18 de febrero de 2014 en un video de YouTube. Aquel joven veinteañero que buscaba impactar con su nueva creación, contaba con algunas herramientas para posicionar su material en la red, un trabajo en la industria audiovisual y los objetivos claros. Lo que generó, a costo cero y desde su garage, fue arrollador: un ejército de niños enfervorizados por verlo y escucharlo cantar, y un crecimiento extraordinario.
«Me llevó un año llegar al millón de vistas, y eso es bastante rápido», explicó en el podcast Becoming a YouTube Star. Desde entonces, nunca dejó de crecer: en 2020 lo compró Moonbug Entertainment, en 2021 se lanzó como caricatura animada en 3D con el nombre Blippi Wonders y un año después debutó en Netflix. Hoy, sus más de 1.000 videos -traducidos a gran cantidad de idiomas- superaron las 1.000 millones de visitas en YouTube y sus canales cuentan con 15 millones de suscriptores. Además, su material se puede ver en distintos puntos del mundo a través de Hulu, Amazon, Sling, Paramount+ y Apple TV+, y hasta creó un sitio de descargas gratuitas.
Con un nicho -el de los niños de 2 a 6 años- en el bolsillo, John decidió ampliar su negocio al mundo de la ropa, los juguetes y el merchandising. Así, se asoció con distintas empresas para comercializar zapatillas, juegos educativos, libros, DVD, disfraces, bicicletas, muñecos y accesorios para la casa que promociona al final de cada uno de sus videos con un guiño a los chicos y un claro mensaje para los padres. Además, en 2021 vio la luz Blippi, el musical, un show con el que planea recorrer el mundo. Ese mismo año integró la lista de los youtubers qué más facturaron alrededor del mundo de Forbes: se quedó con el sexto puesto con un total de US$ 16 millones.
El camino al éxito
Stevin W. John nació el 27 de mayo de 1988 en Seattle, pero creció en Ellensburg rodeado animales de granja, tractores y caballos. En sus sueños infantiles, se veía como piloto de combate y conductor de limusinas. Su primer gran sueño lo tuvo en la palma de su mano en 2006, cuando sirvió durante dos años a la Fuerza Aérea de EE.UU. como jefe de carga, pero con el tiempo se dio cuenta de que no era un ámbito en el que le gustaba estar, y decidió cambiar su rumbo.
En su viaje para convertirse en Blippi, Stevin fue lavaplatos, recepcionista y mozo. La idea de calzarse el traje de un adulto con alma de niño apareció cuando trabajaba como camarógrafo en Los Ángeles y volvió por un tiempo a Ellensburg por un tema familiar. Una tarde, en la casa de su hermana, vio a su pequeño sobrino mirando videos infantiles de baja calidad y pensó que él podía hacer algo mucho mejor. «Mi objetivo con Blippi era traer emociones y recuerdos positivos al acto de aprender», explicó en su página.
Luego de algunas semanas de garabatear ideas de vestuario, pensar en un nombre fácil de pronunciar, eficaz y pegajoso, y generar una lista de temas, John decidió conducir el programa él mismo. Con una cámara comenzó a recorrer museos y parques. También se tomó el tiempo de contarle a los niños sobre autos, patrulleros, camiones monstruos y tractores, y todo lo completó con números, letras y colores brillantes.
Además de contenido de calidad, John desplegó todos sus conocimientos como especialista en SEO: optimizó los motores de búsqueda de temas como «videos para niños» para construir su audiencia y su material fue recompensado por el algoritmo de YouTube: suele aparecer en la barra lateral de recomendaciones y si se activa la reproducción automática es cuestión de tiempo que aparezca en pantalla.
Además, el empresario sabe cómo hacer que su nombre quede grabado en sus espectadores: cuando cada aventura termina, deletrea Blippi y de manera servicial llama a los niños a que pidan en sus casas que lo busquen en las redes.