Enrique Vago
Director Comercial de CIR S.A.
Tiene 55 años, es ingeniero civil y desde hace 33 años trabaja en CIR, empresa metalúrgica de capitales uruguayos que atiende más de 100 industrias con sus unidades de negocio de acondicionamiento térmico, generadores de vapor, montaje, y transporte carretero, con una facturación que el año pasado alcanzó los US$ 50 millones. Defiende a los gremios fortalecidos, pero advierte que no sea en detrimento de la empresa, con la cual cree debe haber mayor identificación. Es casado, tiene dos hijos y le apasiona el fútbol.
Por Gastón Pérgola
gpergola@elpais.com.uy
CIR se define como una empresa que trabaja para empresas…
Sí. Te diría que son más de cien las industrias para las que trabajamos. Atendemos desde la refinería Ancap, que compra por millones de dólares, hasta la fábrica de pasta Las Acacias, que nos demanda una caldera pequeña para trabajar. Nuestros clientes son los empresarios, no es el consumidor final. Por eso la gente prácticamente no sabe quiénes somos. Sin embargo, estamos muy cerca de su vida diaria y nos identifican generalmente cuando hay un problema.
¿Por qué cuando hay un problema?
Por ejemplo, somos conocidos en plaza por quien vive en un edificio y un día de invierno llega a su apartamento y se encuentra con que no está funcionando la calefacción. Enojado le hace el reclamo al portero y este le dice que no puede hacer nada hasta que venga la gente de CIR, que fue la que fabricó e instaló la caldera. Ahí es cuando dicen: ¿Cir, quién carajo es? acompañado de alguna mala palabra (se ríe). Se enteran de que existimos cuando pasa algo malo.
Hoy CIR tiene varias unidades de negocio ¿Cuáles son?
Nuestras áreas son el acondicionamiento térmico, transporte carretero, generador de vapor y montaje. Somos una empresa netamente metalúrgica y nacemos en 1932 como proveedores de productos para el acondicionamiento térmico, en un principio con fabricación de radiadores, calderas, tanques de agua caliente, hasta llegar a la fabricación de paneles solares, que tuvo un crecimiento exponencial en los últimos cinco años. Fabricamos recipientes de presión y generadores de vapor (para producir energía renovable), importamos semirremolques y acoplados de Brasil, y nos encargamos de realizar montajes industriales a empresas.
¿Cuál es la facturación de la empresa?
Unos US$ 50 millones al año entre todas las divisiones, y trabajan alrededor de 500 personas. Este año incorporamos una nueva unidad de negocio, que es la representación de Volvo para la venta de camiones y ómnibus. Vimos una oportunidad de crecer allí y la aprovechamos.
¿Quiénes son sus principales clientes?
Las estatales Ancap, UTE y OSE están peleando los primeros lugares. Conaprole aparece escoltando, y después van rotando según el año y los proyectos. Cousa en su momento fue importante como cliente, Botnia supo estar bien arriba con mucha demanda, de estructuras metálicas, tanques de acero inoxidable y otro para depósito de combustible.
Se vienen nuevas negociaciones salariales ¿Cómo vislumbra el panorama?
Yo diría que la metalúrgica tuvo, desde tiempos inmemoriales, una relación muy complicada entre empresariado y sindicato. Y nunca supe por qué. Me cuesta entender el por qué de esa relación. Siempre hemos laudado y entre el gremio y la cámara de empresarios existe buen trato, de pegar un golpe de teléfono ante cualquier duda. Llama la atención la visión negativa que tenemos todos, y yo me incluyo, de la relación con el sindicato, cuando en la interna no es tan así.
Pero la realidad indica, por ejemplo, que el año pasado unos 15.000 trabajadores de este sector ocuparon cerca de 150 empresas previo a los Consejos de Salarios…
Lo que pasa es que los gremios son una cosa para afuera y otra para adentro. El gremio metalúrgico es tremendamente combativo para afuera y a veces razonable para adentro. Entonces, en ocasiones, queda encerrado en esa dicotomía entre lo que dice para afuera y lo que hace para adentro. Y este es un problema de varios gremios. Yo creo que en los gremios fuertes, al país le hace bien, pero también creo en los gremios verticalistas. O sea, cuando se toma una decisión, la acatamos todos y punto. Los sindicatos han crecido mucho en su capacidad de poder lograr cosas, pero no han crecido en esa verticalidad. Cuando llega el momento de decir que nos pusimos de acuerdo, nos pusimos de acuerdo y no jodemos más. Y ahí es donde, lamentablemente, en particular el gremio nuestro falla. Este es un gremio complicado, difícil y muy anárquico. Los sindicatos europeos son un buen ejemplo a seguir. Son durísimos, como debe ser, pero cuando se ponen de acuerdo en algo ya no se discute más.
¿Qué precauciones habría que tomar para negociar en paz?
Va a ser una negociación muy dura. Se ha perdido un poco el rumbo. Estamos todos de acuerdo en que queremos ganar más, entonces señores pongamos la mira más arriba. Vivimos de la empresa, y esta tiene que ser fuerte también, además del sindicato; si no, no hay negocio. Entonces, si querés ganar más, producí mejor. Seamos más competitivos, identifiquémonos con la empresa. Hoy nos seguimos viendo como grandes enemigos. Y ese es otro gran error. Acá nadie es enemigo de nadie. Hay que entenderlo.
Cuando a los pobres les va muy bien
¿Quiénes son los dueños de CIR?
Es una empresa de capitales 100% nacionales compuesta por un paquete accionario bastante repartido. La empresa nace en 1932 y su creador fue Rafael Muccio Fournier, un ingeniero civil, muy emprendedor. Como no tuvo hijos la empresa pasó a manos de sobrinos, y hoy son básicamente tres familias las que se reparten la firma, que desde siempre han preferido mantener el anonimato.
En medio de la bonanza económica, ¿a qué cosas se debería estar alerta?
Yo me pregunto por qué si a los ricos les va mal, a los pobres les va bien. La lógica diría lo contario, pero la cuestión es que hoy a los países ricos les va muy mal mientras a los subdesarrollados o pobres les va muy bien. Pensar que España alcanzó un déficit fiscal del 20% no tiene coherencia. Y acá un poco más nos sacamos los ojos en campaña política porque el gobierno de Vázquez iba a entregar un déficit del 2,5%. Crear un colchón de ahorro para los momentos complicados es una sana opción a seguir.