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Los vínculos entre el agua y la energía

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Represa de Salto Grande. Foto: Archivo El País
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MARCELO CATTANI

OPINIÓN

En un país como el Uruguay donde una fracción importante de la energía consumida es generada en instalaciones hidroeléctricas, lo del título parecería una afirmación obvia y muy simple. 

Sin embargo, no bien se entra a un análisis más detallado, global y abarcador de ambos mundos, se percibe la complejidad del manejo de sus interacciones.

En el año 2016, la Agencia Internacional de Energía dio a conocer un apartado de un estudio sobre el tema anexo a su publicación anual "Perspectiva Mundial de la Energía" y nuevamente se volvió a analizar el tema, en el último congreso del "Consejo Mundial de Petróleo" celebrado en la ciudad de Estambul en julio del año pasado.

Tanto el agua como la energía, ambos recursos escasos, apuntalan el desarrollo económico y social, pero para tener energía en sus diversos orígenes se necesita agua e inversamente, para disponer de agua se necesita energía.

No siempre ambas comunidades, tanto la energética como la del agua, han prestado la debida atención a las repercusiones que sobre la otra tienen sus políticas de desarrollo y sus acciones operativas. Sin embargo, a medida que avanza el desarrollo global alcanzando a más gente la disponibilidad de agua y energía en sus variadas formas, más claro se perciben los cursos de colisión y las tensiones que se interponen entre ambos mundos si no se les proyecta y administra con visión de conjunto.

Sediento.

A los efectos de mejor ilustrar el tema, veamos cómo se vinculan entre si ambos sectores con algunos ejemplos. El sector energético se proyecta como más sediento de agua en las próximas décadas que lo que ha sido hasta ahora si seguimos, como está proyectado, el camino de la descarbonización. Mientras esta vía ofrece significativas ventajas ambientales, la serie de tecnologías y combustibles usados para obtener esta reducción de carbono puede ser limitada por la escasez de agua, si no son adecuadamente manejadas.

Tecnologías como la eólica y la solar fotovoltaica requieren muy poca agua, pero otras como la producción de biocombustibles o la concentración de energía solar para genera electricidad vía vapor de agua, son grandes demandantes de agua.

También demanda mucha cantidad de agua la captura y el almacenaje de carbono para tornar limpia la generación de energía vía combustibles fósiles.

Si observamos la otra cara de la moneda, aquellas regiones del mundo que ya sufren escasez de agua, tienen que recurrir a la desalinización del agua de mar con ingentes consumos de energía. Igualmente, el sector del agua es un fuerte demandante de energía en sus instalaciones de alumbramiento, transporte, potabilización y tratamiento de las residuales para descartar y eventualmente el tratamiento para el reúso.

Líneas de acción.

Enfocándonos en el caso uruguayo debemos destacar que el país se ha embarcado en varias líneas de acción que modelarán el futuro del binomio agua energía, de las cuales destacaremos algunas.

a. Se ha firmado el acuerdo de cambio climático de Paris sobre la base de las "Contribuciones Nacionalmente Determinadas"

b. Se está desarrollando una fuerte inversión en energías renovables no convencionales (eólica y fotovoltaica) además de la ya instalada hidroelectricidad.

c. Como reserva firme a las fuentes renovables se ha apuntado al fósil de transición en el camino de la descarbonización, el gas natural.

d. Por el lado del agua, estamos en el debe de aprovechar su capacidad de acumulación de energía para optimizar las renovables, pero la ley de promoción del riego con fines agrícolas, irrumpe en el binomio agua energía con probables impactos importantes si se generalizan y cobran volumen los embalses multiprediales, al intervenir en el escurrimiento pluvial que alimenta las hidroeléctricas. Esto es similar a lo que sucede con el uso de los embalses para otros usos productivos (como por ejemplo, procesos de fabricación de celulosa), que también incorpora restricciones para la generación hidroeléctrica.

Finalmente, una comprensión acabada y completa de los vínculos entre el agua y la energía es fundamental para asegurar que el diseño de sus políticas y prácticas respectivas no tengan involuntarias consecuencias negativas entre si y se logren conjuntamente los objetivos climáticos y el desarrollo sustentable del agua y la energía.

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