JUAN SÁNCHEZ
"La reforma no fue". Elegimos esta frase que se le ha atribuido al futuro presidente Mujica para resumir la situación de partida sobre lo que se hizo o no en la actual administración en materia de reforma del Estado.
Si nos abstraemos de toda la repercusión política que ésta y otras afirmaciones suyas han tenido en la opinión pública y nos enfocamos en los mensajes y contenidos, se trata de un buen punto de arranque para iniciar cambios, ya que supone cierto grado de realismo y buena dosis de autocrítica.
Ahora, veamos la siguiente afirmación mucho más concreta y directa. "Nosotros tenemos una contra bárbara para cualquier intento de desarrollo energético: la manifestada resistencia y la defensa cerrada y monopólica que hace el personal técnico de UTE y también de Ancap. Quieren dominar absolutamente todo, y en un lugar donde deberíamos ser durante un tiempo bien liberales, sería en la cuestión de la energía" ("Pepe Coloquios", Alfredo García, septiembre 2009).
¿Esto es cierto?, a su vez ¿es importante? Más allá de todo el galimatías político que suscita este tipo de afirmaciones, las interrogantes referidas son las que en definitiva nos importan. El hecho de que sean declaraciones del futuro presidente le da mayor relevancia, más allá de las valoraciones sobre protocolo, diplomacia y estilo. Mi experiencia en varios programas de reforma estructural como consultor del Banco Mundial y el BID y mi conocimiento del ámbito empresarial me permiten suscribir en lo esencial estas consideraciones y otras referencias similares del senador Mujica.
APORTES Y COLOQUIOS. Varias de las afirmaciones de José Mujica incluidas en el controversial trabajo del periodista García, que se suma a otros que incluyen distintas facetas interesantes del futuro presidente como los trabajos de Miguel Campodónico, Ruben Rodiger, Víctor Carrato, etc. permiten advertir aspectos sustantivos y fermentales para la discusión sobre "la madre de todas las reformas" (frase utilizada también por el senador Mujica).
Las opiniones vertidas en esos documentos son el claro ejemplo de lo que presentaba a principios de los noventa como problemas relevantes del Uruguay el Ec. Martín Rama, en sus ensayos sobre "el problema de la Agencia", las corporaciones y el relacionamiento de éstas con el Estado, trabajos lúcidos si los hay, que ya hemos comentado en otras columnas.
RETOMANDO LIDERAZGO. Nos ocupamos en una columna anterior en criticar los anuncios del senador Mujica referidos a una excesiva asignación de responsabilidades hacia el futuro vicepresidente en el área económica.
Sus acciones y actitudes posteriores parecen haber revertido en parte esta situación al haber adoptado una actitud proactiva, al menos, en lo que a reforma del Estado refiere. Enhorabuena.
El presidente Vázquez mostró, al inicio de su gobierno, varias señales alentadoras sobre la posibilidad de realizar una reforma del Estado significativa. A su vez, declaraciones de los senadores Nin Novoa, Huidobro, Mujica y del propio Vázquez (referidas a las corporaciones, los sindicatos, la inamovilidad de los funcionarios públicos, la defensa nacional, la policía y a otros sectores importantes) abonaron esta posibilidad, dando el marco óptimo para avanzar, al menos en la cuestión de fondo que está en la base de cualquier cambio estructural en el Estado uruguayo.
No hubo demasiados avances, ni siquiera en cuanto a liderar un proceso de discusión que involucrara en forma efectiva a sindicatos, jerarcas y funcionarios. En efecto, esa batalla intelectual se postergó hasta una mejor oportunidad. Abusando de un proverbio que repetía mi padre, que me gusta mucho utilizar y aplica perfectamente "soldado que dispara sirve para otra guerra", pero la verdad es que sigue siendo cierto que: "Tanto los estudios que se realicen como la experiencia que se adquiera durante el proceso de reforma, aportarán elementos adicionales que podrán demostrar la conveniencia de nuevas líneas de acción. Sin embargo, actualmente se sabe lo suficiente como para emprender la reforma del Estado y en la situación actual, el único ingrediente adicional indispensable es la voluntad política de llevarla a cabo" (1).
EL MODELO NEOCELANDÉS. La concepción general sobre la que se basó el modelo neocelandés es diferente al modelo predominante en la mayoría de las experiencias conocidas de transformación estructural en América Latina; también es diferente su estructura económica aunque parezca ser tan similar. Se basó en un mayor margen de libertad para actuar y la evaluación periódica de resultados (1). En Uruguay por el contrario se aplica un principio de gestión con poca delegación y excesivos controles formales y legales (repetidos, tediosos, inoperantes).
Sostenían los expertos neozelandeses que la "calidad de las decisiones" era la clave de la reforma y ésta no mejoraría antes que aquellas hayan sido implantadas. Esto supone arriesgar a favor de la delegación de responsabilidades en la toma de decisiones, para recién a posteriori juzgar los resultados.
Algunos de los principios básicos que aprendimos de la experiencia de Nueva Zelanda se pueden sintetizar así:
V Las reformas estructurales se llevan a cabo con recursos humanos de calidad, para lo cual mover a las personas adecuadamente calificadas a las posiciones estratégicas parece ser un pre-requisito para el éxito.
V Los procesos se deben dar por grandes movimientos, evitando la multiplicidad de etapas que faciliten la movilización de intereses que neutralizan el impacto. Los grandes paquetes tienen la ventaja de contrarrestar estas fuerzas adversas al cambio.
V Asociado con lo anterior se puede señalar que la velocidad del proceso de cambio es esencial: la propia inercia del mismo hace difícil moverse demasiado rápido, por lo que retrasar los cambios puede afectar al propio agente de cambio antes de que alcance el éxito.
V Una vez comenzado el proceso no se debe permitir que se detenga, fijando objetivos propios y fechas para alcanzar cada producto o fase. Dentro de ese marco se debe consultar a los distintos agentes involucrados con una concepción amplia de participación que permite mejorar los detalles de implantación.
V La credibilidad es básica: es muy duro alcanzar el éxito, pero una vez alcanzado distintos factores (incluso aquellos menos relevantes) pueden hacer que de un día para otro se pierda gran parte de lo logrado. El éxito está asociado en este caso con la consistencia y con la transparencia.
V Uno de los principios centrales fue "the dog must see the rabbit" es decir que el ajuste es imposible si la gente no conoce a dónde va, por lo que los responsables del proceso de transformación deben iluminarle el camino.
V Generar oportunidades, motivación y libertad de opción movilizan la energía de la gente para alcanzar un cambio exitoso; adoptar el criterio de generar el marco adecuado para ayudar a cada uno de los actores a ser más efectivos.
Hace tres años en una columna de este mismo suplemento nos preguntábamos sobre la reforma del Estado si "La tercera es la vencida". Claramente no lo fue. No obstante lo anterior, volvemos a depositar la confianza en que ésta finalmente lo sea, en el entendido de alcanzar el estado de convencimiento colectivo neozelandés de fines del siglo XX o el uruguayo de principios de este mismo siglo, esto es, que, como sociedad, habían realizado algo que valía la pena. Estamos persuadidos de que el futuro presidente comienza a mostrar "algo distinto", casi como ningún otro en lo previo, si se analizan sus definiciones, convicciones, pero también sus recientes acciones. Deseos no faltan de que realmente lo pueda concretar.
(1) Juan Sánchez, World Bank-OPP, Modernización del Estado en Uruguay, enero 1995.