¿Nueva política energética?

Pedro Barrenechea

En mis notas previas me referí al perfil de especialización de la economía y los problemas que ello conlleva, que han desembocado en la desaceleración del ritmo de crecimiento económico en los últimos meses. Esta tendencia se ha profundizado en marzo donde la actividad industrial presentó un retroceso (1,5%), mostrando la primera caída desde el año 2003. Aún es prematuro pensar que ello continuará en el corto y mediano plazo, ya que las políticas económicas a aplicar por las nuevas autoridades podrán o no revertir la situación, lo que obliga a esperar para intentar evaluar la economía en el resto del año.

LA ENERGÍA. Ante ello, me pareció interesante referirme al tema energético, en especial la electricidad, dada su importancia tanto en la coyuntura actual como en el futuro inmediato.

A comienzos del año, la sequía generó una seria limitación a la oferta de nuestra principal fuente eléctrica, la hidráulica, que de constituir más del 90% se redujo significativamente, debiéndose recurrir a otras fuentes.

En primer lugar, por su menor costo relativo, se destacan las importaciones desde Argentina cuya fuente es el gas natural. Estas se vieron dificultadas por la profunda crisis gasífera que enfrenta nuestro vecino lo que no nos permitió abastecernos adecuadamente debiendo recurrir a Brasil que también presentaba limitaciones para atender nuestra demanda.

A su vez, fue necesario utilizar las fuentes térmicas que se poseían, en base a combustibles fósiles derivados del petróleo importado, con elevados costos respecto a la hidráulica y a las importaciones. Luego, estos costos se incrementaron significativamente ante los aumentos en el precio internacional del petróleo, provocando fuertes pérdidas a UTE por el mayor costo de la oferta en su conjunto. Esta situación, difícilmente, se revierta ya que casi nadie prevé una reducción en los precios del petróleo por debajo de los U$S 50 el barril. Cabe recordar que hace sólo un año atrás, estos se ubicaban en el orden de los US$ 35.

Ante ello, se propuso la compra de grandes generadores térmicos que no iban a lograr reducir los costos del abastecimiento pero, en cambio, podrían abastecer la demanda en el invierno sin necesidad de aplicar cortes ni restricciones de uso. Simultáneamente, se recurrió a la población para que apoyara los esfuerzos de la Administración con un vasto plan de ahorro energético.

LA POST CRISIS. Luego, la frecuencia de lluvias aumentó, la sequía finalizó, las centrales hidroeléctricas empezaron a incrementar sostenidamente su generación y el peligro de tener que adoptar restricciones desapareció. Por su parte, el proyecto de compra de los generadores quedó relativamente en suspenso o, al menos, perdió la urgencia que tenía en el momento crucial de la crisis.

A su vez, luego de una reunión entre los presidentes de Argentina y Uruguay, se declaró que se habría asegurado el abastecimiento de gas a Uruguay en el futuro próximo, y ante ello nuestro país incrementaría sus compras de este insumo en el país vecino.

Sin embargo, los operadores argentinos están convencidos de que la crisis del gas natural continuará, por lo que el abastecimiento a Uruguay podría presentar problemas, en especial en lo que se refiere a las compras de gas interrumpibles, que en la actualidad están haciendo que varias industrias locales importantes trabajen con serias dificultades al tener un 50% o menos del abastecimiento normal de esta fuente de energía.

A ello se agrega que la crisis afectaría sin ninguna duda nuestras importaciones de energía eléctrica, provenientes de esa fuente, con lo cual deberíamos recurrir a otras alternativas, lo que podría retrotraer la situación a los graves momentos de este año.

Sin embargo, a diferencia de otras administraciones, las actuales autoridades mantienen su preocupación en el tema y la política energética intenta ampliar la oferta más allá de las necesidades actuales, que la finalización de la sequía y las promesas argentinas de abastecimiento de gas sobrellevaron por el momento.

En este marco, cabe comentar que se sigue estudiando la compra de los generadores, aunque haya serias discrepancias sobre la oportunidad y conveniencia de los mismos. Entiendo que en este escenario podría tener cabida la central de ciclo combinado que se ha intentado llevar a la práctica sin mayor éxito hasta la fecha.

POLíTICAS ESPECÍFICAS. Por otra parte, la Dirección Nacional de Energía ha hecho un llamado para la compra de energía a pequeños generadores con una potencia mínima de 5 MW. Esto es importante porque habilita el uso de uno de los recursos actualmente inexplorados del país, referido a las energías renovables no hidráulicas, en especial la biomasa, donde se destacan los residuos de la forestación y la producción de madera y la cáscara de arroz. En estos casos, la exigencia de un mínimo de 5 MW de potencia podría ser una limitante.

Tampoco debe descartarse la generación a partir de la basura de las ciudades o sea la extracción de metano de los rellenos de residuos sólidos urbanos del área metropolitana y alguna ciudad del Interior. En estos casos juega a su favor el actual éxito del proyecto demostrativo del relleno de Maldonado que ya está generando energía eléctrica para UTE y el interés internacional sobre el de Montevideo.

La energía eólica debería considerarse también dentro de las alternativas, que ya ha sido estudiada por UTE y la Universidad de la República, a lo cual se agregan las pruebas que se realizan en el relleno de Maldonado para aprovechar su actual conexión con la red eléctrica. Esta iniciativa ya ha sido visitada por técnicos del propio Fondo del Medio Ambiente Mundial, organismo financiador de proyectos de este tipo.

Sin embargo, gran parte de estas alternativas energéticas se han frustrado en el pasado por el precio que UTE estaba dispuesta a pagar por la electricidad que debían venderle, más allá de que se pudiera colocar una parte de la misma en grandes consumidores en forma directa a mejores precios.

En el caso de la planta de energía eléctrica del relleno de Maldonado, UTE estaría pagando algo más de U$S 20 el MWh, ya que se fijaron los precios en un escenario anterior al actual. En este caso, la donación del Fondo del Medio Ambiente Mundial permite desarrollar este proyecto, situación que no es posible en los otros casos.

Por tanto, si se toman en cuenta los actuales costos de la energía térmica a la cual el país recurre, con los precios del petróleo a más de U$S 50 el barril, se debería pensar en precios por la energía eléctrica de estos pequeños generadores probablemente ubicados en el doble del acordado entre UTE y la Intendencia Municipal de Maldonado, o sea del orden de U$S 50 el MWh. Ello impulsaría seguramente el desarrollo de estas otras alternativas de generación de energía eléctrica.

Por otra parte, cabe agregar que aunque se concreten estas alternativas, ellas no resolverían completamente el faltante de oferta en momentos de dificultades con la energía hidráulica o la importada proveniente del gas natural argentino, pero sí contribuirían a diversificar la oferta y hacerla mucho menos vulnerable a los vaivenes de nuestros vecinos, el clima y el precio del petróleo. Es en este sentido que puede ubicarse la preocupación de las autoridades de estudiar las barreras para la implantación de energías renovables en el país, más allá del tema de precios comentado.

En este complejo marco, no deben dejarse de lado los esfuerzos para insertarse en el esquema del Protocolo de Kioto y su Mecanismo de Desarrollo Limpio. Ello puede concretarse a través del desarrollo de un portafolio de proyectos energéticos que mitiguen la emisión de gases de efecto invernadero, vendiendo certificados de reducción de emisiones, junto a las acciones para facilitar su aprobación en el país teniendo en consideración los memoranda de entendimiento firmados con Canadá, Francia, Países Bajos y España.

SÍNTESIS. A modo de conclusión, podría sintetizarse que las actuales autoridades mantienen su preocupación por el tema del abastecimiento energético, más allá de que ya pasó la sequía, que las restricciones no serían necesarias, que se redujeron los costos de la generación y que Argentina se comprometió a abastecernos de gas natural.

También podría afirmarse que sus acciones estarían insertas más en un marco de políticas de mediano plazo que en atender las urgencias del momento, tan condicionantes del accionar de las autoridades en repetidas oportunidades.

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