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No todo es ciencia

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Foto: El País

OPINIÓN

La ciencia es importante, pero no todo es ciencia ni debería serlo.

Nuestra existencia moderna depende del conocimiento científico, pero este no es el único tipo de conocimiento existente y, en muchas dimensiones, no es necesariamente el fundamental en la vida de las personas.

El clamor por políticas públicas basadas en evidencia es hartamente repetido y, hoy en día, intelectualmente nadie lo rebate. Al irrumpir la pandemia en nuestro país, la creación por parte del poder ejecutivo del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) fue reconocida como un acierto por todos los actores del país y, en general, existe en la comunidad científica una sensación de mayor valorización de su rol en la sociedad.

Desde entonces, mucho se ha discutido sobre cuáles y en qué medida el gobierno sigue sus recomendaciones. En medio del agravamiento de la crisis sanitaria, este ha sido un motivo de tira y afloje permanente no exento de chicanas y tendenciosa utilización de información pública.

Una variante de esto fue el lamentable devenir de hechos alrededor del último pronunciamiento público del Sindicato Médico del Uruguay (SMU), junto con otras asociaciones profesionales de la salud. El comunicado incluye una recomendación de política expresa “las acciones para evitar la catástrofe sanitaria inminente son la reducción de la movilidad en su máxima expresión y el cierre de toda actividad no esencial”. Posteriormente, surgieron mensajes en que se instaba a médicos a realizar “videos de concientización” llamando la atención sobre la gravedad de la situación y la saturación del sistema de atención.

Esta iniciativa fue atacada por quienes veían en ella una campaña destinada a generar miedo en la sociedad y que circuló con el doloroso hashtag #SindicatoDelMiedo. También esto generó sus réplicas y la consternación ante lo que se entendió un ataque injustificado a los profesionales de la salud que, indudablemente, constituyen el primer frente de batalla contra el COVID. Penoso.

Dado la justificada ansiedad social y la menos compartible, pero abundante, violenta verborragia, permítanme con cuidado, y sin pretender ofender a nadie, reiterar lo del título. No todo es ciencia y no todo tiene que serlo.

Una confusión habitual es entre el carácter científico de una disciplina y el de sus profesionales. La medicina es una ciencia, pero la mayoría de los médicos no son científicos. ¡Menos mal! Cuando realizamos una consulta médica, quien nos atiende no procede a aplicar el método científico en nosotros, no experimenta con nosotros, no establece un grupo de tratamiento y un grupo de control. Los médicos tratantes aplican conocimientos desarrollados por otros investigadores, no por ellos mismos.

En su enorme mayoría no realizan investigación científica propiamente.

Reconocen síntomas, aplican patrones, reglas y protocolos y cuando lo consideran necesario improvisan según su mejor intuición profesional.

En este sentido, el SMU así como las otras asociaciones médicas no son sociedades científicas sino agrupaciones profesionales. A modo explícito, el estatuto del SMU detalla trece objetos de su incumbencia. El primero es “la defensa de los intereses morales y materiales de sus afiliados y en general de todos los médicos del Uruguay”. El segundo, “la solución decorosa y práctica de todas las cuestiones económicas y profesionales que tengan relación con el Cuerpo Médico” y así sucesivamente, ninguno de ellos es el desarrollo de la ciencia. Absolutamente razonable y sin desmedro en ningún sentido.

Lo mismo pasa en otras áreas. Fui integrante de la directiva de la Sociedad de Economistas del Uruguay y, conceptualmente, se aplica la misma idea. La
Economía es una ciencia, la mayoría de los economistas no lo son. Algunos economistas hacen investigación científica y desarrollan conocimiento que luego es diseminado, pero no la mayoría.

Es un error confundir el carácter de una disciplina con el carácter de quienes la practican. Es un error confundir el conocimiento científico con el conocimiento que otorga el ejercicio profesional. Más allá de lo extremadamente relevante que es, especialmente en medio de esta pandemia, igual no constituye ciencia.

Allende de esta coyuntura, la confusión entre ciencia y no-ciencia es más estructural. La Universidad de la República tiene una Facultad de Ciencias Económicas. No entiendo la expresión en plural, hay sólo una ciencia económica. Repasando las carreras de grado que se ofrecen en esta casa de estudio, la contabilidad no es una ciencia, la administración tampoco lo es y la estadística es ciencia, pero no es económica. En las universidades privadas hay ejemplos parecidos. La Universidad Católica, la Universidad de la Empresa y la Universidad de Montevideo tienen respectivas facultades de Ciencias Empresariales. No me queda claro cuáles son estas ciencias, que parecen ser varias.

En definitiva, es equivocada la idea que todo tiene que ser ciencia para ser válido. Hay conocimiento como el que traslada el personal de la salud con sus testimonios de la lucha contra el COVID-19 que es valioso en sí mismo y no por un pseudo carácter científico del que carece.

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