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Malos tiempos para la industria manufacturera

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Foto: El País
Leonardo Maine

TEMA DE ANÁLISIS

Los salarios en dólares están en el mismo nivel que 2014, pero los precios de exportación cayeron 10% y los importados 20%.

Los datos que comienzan a divulgarse sobre el desempeño de la economía a lo largo del pasado año van confirmando el estancamiento en el nivel de actividad. En este panorama de escaso dinamismo hay sectores que se vieron más afectados, tal el caso de la industria manufacturera que acumula prácticamente cuatro años de contracción en su nivel de actividad.

Si el desempeño en el pasado reciente no fue halagüeño, las perspectivas hacia el futuro se muestran por lo menos inciertas. A raíz del coronavirus se frenó el comercio internacional y cayeron los precios de los commodities.

Malas noticias para las ramas exportadoras, que ven en la suba del dólar un respiro, pero que ante similar tendencia en la región no les permite mejorar sustancialmente su competitividad. Podrán tener un respiro las actividades volcadas al mercado interno que enfrentan la competencia de productos importados, pero dado el contexto global, difícilmente encuentren una demanda interna pujante, sino más bien todo lo contrario. Sólo las ramas vinculadas a las obras de infraestructura en marcha se enfrentarán a una demanda firme.

El gráfico que aparece en la parte alta del cuadro muestra la evolución del índice de volumen físico (IVF) excluida la refinería en períodos de doce meses móviles. Se ve allí qué salvo una breve recuperación en el primer semestre de 2017, la producción manufacturera se viene contrayendo desde el año 2015. Ello se debe a los problemas de larga data que arrastra el sector, que se pueden resumir en la falta de competitividad.

Una primera aproximación a esa pérdida de competitividad es analizar la evolución de los costos de producción y compararlos con los precios. En el gráfico que aparece en la parte media del cuadro se muestra cómo se comportaron en el mismo período los salarios del sector industrial, los precios de exportación y los precios de importación de los bienes de consumo. Se consideraron dos tipos de precios finales, ya que al interior de la industria manufacturera coexisten actividades volcadas a la exportación y otras que venden en el mercado interno, pero compiten con bienes provenientes desde el exterior. Como tanto los precios de exportación como los de importación están medidos en dólares, se corrigió el índice de salarios de la industria por la evolución del tipo de cambio a los efectos de hacerlos comparables.

El gráfico muestra claramente cómo los salarios aumentaron a un ritmo superior al de los precios que reciben los industriales por sus productos. En particular se puede apreciar una divergencia sustancial en el año 2016, cuando tanto los precios de exportación como los de los productos extranjeros que compiten con la producción nacional experimentaron caídas en dólares, mientras los salarios aumentaron. Entre fines de 2015 y abril de 2018, cuando el tipo de cambio comienza a acelerarse en nuestro país acompasando a la región, los salarios industriales medidos en dólares aumentaron 30%, al tiempo que los precios prácticamente no variaron.

Desde ese momento, ante la escalada del dólar el valor en dólares de los salarios cayó 15%, pero el daño acumulado fue muy importante, al tiempo que el nivel actual es elevado, superior al de los precios. Es más, los precios de importación siguieron bajando, lo que dificulta la competencia con esos productos.

Debido a ello cayó la producción en estas actividades y por consiguiente el empleo. Pero el ajuste en la ocupación fue más allá que la simple caída por menos actividad, sino que también respondió a cambios en la función de producción de las empresas, que adoptaron tecnologías ahorradoras de mano de obra ante su encarecimiento relativo y los avances tecnológicos ahorradores del factor trabajo.

El gráfico que aparece a la izquierda en la parte baja del cuadro lo refleja. Se ve allí que caen tanto el personal como las horas trabajadas, todo lo cual redunda en una cantidad menor de trabajo utilizada.

En el gráfico que aparece abajo a la derecha se muestra como se comportaron los distintos tipos de ramas manufactureras a lo largo del pasado año. Dado el destino principal de las ventas dividimos a las distintas ramas entre aquellas que venden fundamentalmente en el mercado interno y las que exportan. Muchas de las primeras compiten con productos importados. A su vez, las exportadoras las clasificamos en procesadoras de materias prima de base agropecuaria y aquellas que emplean insumos de base industrial.

El desempeño de las ramas volcadas al mercado interno a lo largo de los dos últimos años no fue bueno. La conjunción de caída de los precios promedio de importación de los bienes de consumo en un contexto de salarios al alza explica en buena medida esta evolución. Alcanza con ir a un supermercado y ver el origen de buena parte de los productos envasados, sean alimentos o productos de higiene personal y limpieza del hogar, en su mayoría importados.

La suba que experimentó el dólar en los últimos días es un respiro para estas actividades, pero el contexto global, del que Uruguay no puede escapar, no las ayuda.

Como excepción puede mencionarse a las ramas vinculadas a la construcción, que dadas las obras de infraestructura tienen una demanda asegurada mientras duren.

Por su parte, las ramas exportadoras, sean de productos de base primaria o industrial, enfrentan dificultades propias a las que debemos agregar las derivadas de un contexto global recesivo. La crisis del coronavirus es muy seria y afectó rápidamente al comercio mundial y Uruguay no es ajeno a ello. Las exportaciones de bienes cayeron 18,7% en febrero respecto a igual mes del pasado año debido fundamentalmente a la caída de las compras chinas. Pero al extenderse la epidemia a las principales economías de occidente, que son nuestros principales clientes, el sector exportador se verá inmerso en dificultades, que se verá reflejada en una caída de los precios.

La suba que experimentó el tipo de cambio en los últimos días es un alivio en este contexto, pero no es un fenómeno aislado de Uruguay, sino que en la región se da un fenómeno similar. Este variable es clave para el sector exportador, ya que no sólo debe velar por sus costos, sino por los de sus competidores.

En este contexto, y más allá de las expectativas favorables que se presentan para las ramas vinculadas a la construcción, el humor de los industriales no mejora. Las expectativas para los próximos seis meses, tanto a nivel de la economía como de la empresa siguen en terreno negativo sin mayores cambios en los últimos meses.

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