WILLIAM PESEK | BLOOMBERG
Quienes se preguntan hacia dónde se dirige China pueden examinar montañas de estadísticas, informes y páginas web. O pueden recurrir al estudio más reciente del Banco de Desarrollo Asiático.
Este encapsula en una palabra -maldición- los crecientes riesgos que enfrenta la segunda economía de Asia.
"De seguir aumentando la inversión más de un 20 por ciento al año, lo que ha sido una fuente de crecimiento por muchos años podría resultar una maldición", dijo la entidad prestamista de Manila la semana pasada. Puede conducir a un exceso de capacidad y una deflación.
O, como el banco destaca en otra parte de su informe, dichos niveles de inversión podrían generar inflación.
La naturaleza esquizofrénica de las perspectivas chinas debería hacer reflexionar a quienes piensan que la economía china puede crecer 10 por ciento indefinidamente. Aunque las autoridades de Pekín han hecho un notable trabajo en cuanto a mantener las cosas estables, el país avanza cada vez más hacia territorio desconocido.
Por años, el mundo se ha preguntado si el ascenso de China será una bendición o no, si agregará tanto crecimiento al pastel económico mundial como su mano de obra barata y su feroz competitividad parecen absorber. Por el momento, China es más bien una bendición para Asia. Pero si los funcionarios de Pekín no controlan las cosas, el país puede tener el efecto contrario en la región.
Si usted piensa que Ben Bernanke está muy atareado en dirigir la Reserva Federal de Estados Unidos, considere los retos a que se enfrenta el gobernador del Banco de China, Zhou Xiaochuan. Muchos esperan que suba las tasas al menos una vez en los próximos seis meses y que ordene a los bancos apartar dinero extra a manera de reserva al menos dos veces más este año. Aun así, ¿cuánto efecto puede esperar tener en realidad?
PROBLEMAS DE CONTROL. Como China carece de un mercado de bonos desarrollado, los esfuerzos de enfriar las cosas restringiendo el crédito están surtiendo poco efecto. Lo mismo puede decirse de un Gobierno luchando por frenar inversiones que en conjunto pueden conducir al exceso de capacidad y la caída de los precios.
La economía china se ha expandido al menos 10 por ciento -si no más- en los últimos cuatro años, impulsada por las exportaciones y el gasto en fábricas e inmuebles. La inversión en activos fijos aumentó 24 por ciento en el 2006, rebasando la meta de mantener la tasa por debajo de 18 por ciento.
El problema es que China, por un lado necesita que la inversión siga entrando y por otro, necesita reducirla por otras razones. La inversión representó 52 por ciento del producto interno bruto de China en el año 2005, según los datos más recientes disponibles. Esto se compara con 33 por ciento en la India, que tuvo la segunda mayor tasa de crecimiento entre las grandes economías del mundo durante los años 2005-2006.
PATRONES DEL PASADO. En otras palabras, la necesidad de China de crear millones de empleos para mantener la estabilidad social en el país más poblado del mundo significa que no puede hacer lo único que podría evitar un recalentamiento: disminuir la entrada de fondos del extranjero. Es algo que haría a economistas como John Maynard Keynes y Karl Marx reconsiderar sus conceptos.
"El liderazgo chino no puede permitirse que la cuarta economía del mundo vuelva a caer en el patrón de auge y crisis del pasado" dijo en un informe este mes Stephen Roach, economista mundial jefe de Morgan Stanley en Nueva York.
Esto claramente preocupa a los líderes chinos. "El crecimiento de la inversión en China es demasiado elevado; el aumento de los préstamos, demasiado veloz; la liquidez, excesiva, y el comercio exterior y los pagos internacionales están muy desequilibrados", dijo el primer ministro chino Wen Jiabao el 16 de marzo en una conferencia de prensa en Pekín. Agregó que la eficiencia energética y los problemas de protección ambiental no se han resuelto como es debido.
Cuando hasta el segundo funcionario en importancia de China utiliza palabras como "inestable", "desequilibrado", "descoordinado" e "insostenible" para describir la economía, uno tiene que preguntarse por qué los inversionistas no están prestando más atención a los riesgos y siguen comprando cada vez más acciones chinas.
DEFLACIÓN. La inflación probablemente se sitúe en primer lugar entre los riesgos debido a los crecientes costos de mano de obra, agua, electricidad y combustible. Según el Banco Asiático de Desarrollo, se espera que la inflación -hasta donde China puede medirla- suba a 1,8 por ciento este año, y a 2,2 por ciento en el 2008. Con todo, los riesgos están claramente del lado de un alza. El empeoramiento de la contaminación puede hacer subir los costos de las compañías. Asimismo, la economía está más bien pasando por alto los esfuerzos de frenar la expansión.
Todo esto puede llevar al riesgo aún mayor de la deflación. "El crecimiento de la inversión y los préstamos comerciales no ha sido controlado", dijo el Banco Asiático de Desarrollo. "El consumo de energía y la contaminación han aumentado y podrían limitar la expansión. Las disparidades en el ingreso se han empeorado".
Esto es una receta para un debilitamiento de la demanda, y demoraría el desarrollo chino. Para crear un número cada vez mayor de empleos bien pagados, competir mundialmente y evitar una crisis ambiental, China debe desarrollar su sector de servicios lo más pronto posible.
¿BENDICIÓN O MALDICIÓN. El asunto es de suma importancia, dado lo mucho que la economía mundial ha llegado a depender del crecimiento chino. Es insólito en la historia moderna que el crecimiento de los países más ricos del mundo dependa tanto de una economía en vías de desarrollo.
"Ahora seguimos más de cerca el ritmo de crecimiento de China porque ha cobrado importancia como importador y exportador", dijo en Shanghai el presidente de la sucursal de Chicago del Banco de la Reserva Federal, Michael Moskow, el 28 de marzo. "Podría decirse que hace trece años seguíamos más de cerca al Reino Unido, a los países europeos o a Japón``. Ya no es así, dijo.
Las perspectivas de China podrían ser brillantes, y generar mucho más crecimiento en Asia que Japón en los últimos decenios. Por otro lado, muchas cosas podrían salir mal, y el 2007 será un año clave para asegurarse de que China siga siendo más una bendición que una maldición para la estabilidad mundial.