SEG Ingeniería (*)
El consumo de energía del sector residencial en Uruguay ha experimentado transformaciones relevantes. En un horizonte de largo plazo, los principales cambios observados son, el crecimiento desde mediados de los ochenta, el mayor uso de electricidad sobre otras fuentes energéticas y la tendencia a la baja en el peso relativo del consumo residencial respecto del consumo energético total del país. En este artículo, analizaremos la evolución del consumo de energía en los hogares, la composición por fuentes y usos, y los precios de los energéticos.
El Balance Energético Nacional (BEN), elaborado por el Ministerio de Industria, Energía y Minería, es una referencia ineludible para valorar la historia y realidad energética del Uruguay. Próxima a cumplir 58 ediciones anuales publicadas, esta herramienta fundamental es la más longeva de América Latina y el Caribe.
En la mirada de largo plazo, se observa que la demanda de energía de los hogares uruguayos ha experimentado cambios significativos a lo largo del tiempo, apreciables en el primer gráfico. Este consumo abarca todas las fuentes de energía usadas, para el caso residencial incluye la leña, electricidad, supergás, gas natural, fueloil, etc.
El consumo residencial ha crecido de manera relativamente sostenida desde inicios de los noventa, a excepción de un período de merma que coincide con la crisis económica de inicios del siglo XXI. De 1989 al año 2000, el consumo energético del sector residencial creció 24%, a una tasa anual promedio del 2%. Luego, la demanda de energía de los hogares cayó 8,5% durante cuatro años, en momentos de la última crisis económica, retomando la senda de crecimiento de forma tal que, entre 2004 y 2022, se observa una expansión del 30%, lo que indica una tasa de crecimiento anual promedio de 1,5%. En este mismo período, el PIB creció a una tasa promedio de 3,5%.
Si bien desde la década de 1960 la demanda residencial fluctuaba entre el 35% y el 38% del total, sobre el final de la década de 1970 comienza un declive casi continuo en la participación del sector. El último BEN disponible, muestra que en 2022 el sector representó el 17,8% de la demanda energética de Uruguay. El otrora principal demandante de energía hasta 1993, es en la actualidad el tercero por debajo de los sectores transporte e industrial. Este último es el actual mayor consumidor de energía, debido en gran medida a la introducción al país de la industria de la celulosa, que disparó el consumo industrial desde 20007.
Observando las fuentes energéticas utilizadas, se destaca el creciente uso de la electricidad. Durante la década de 1960, la leña era la principal fuente de energía utilizada en los hogares uruguayos, representando más del 50% del consumo final energético residencial. Sin embargo, a medida que avanzaba el tiempo, se produjo una transición hacia otras fuentes.
A lo largo de los años, el peso relativo de la demanda de leña cae casi constantemente desde mediados de los ochenta, el de queroseno se desploma y el de supergás crece hasta estabilizarse en los últimos 20 años. Mientras tanto se observa un aumento sistemático en el consumo de electricidad.
El cambio hacia una mayor electrificación del consumo residencial trae consigo beneficios en términos de eficiencia energética, ya que permite la adopción de tecnologías más eficientes. Además, contribuye a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, ya que la electricidad de Uruguay es esencialmente generada por fuentes renovables. Es por ello que la electrificación del consumo de energía es una forma de disminuir el uso de combustibles fósiles del sector residencial, con los beneficios ambientales que esto trae aparejado.
Un ejemplo de esto son los equipos de aire acondicionado o bombas de calor. Las Encuestas Continuas de Hogares, realizadas cada año por el Instituto Nacional de Estadística, muestran que la adopción de este equipamiento crece año a año. En 2008, cerca del 10% de los hogares decían tener al menos un equipo de aire acondicionado instalado, para 2022 esa cifra creció hasta el 46%. Esto representa un fuerte cambio en el perfil de consumo de los hogares, y ha implicado el desplazamiento del pico anual de demanda eléctrica de Uruguay. Habiéndose registrado siempre durante el invierno, por primera vez en 2019 ocurrió en el verano y esto se ha repetido en tres de los últimos cuatro años.
Además, la electrificación parece también responder a una señal de los precios, si se aprecia su evolución en las últimas dos décadas. Utilizando los índices de precios de los principales energéticos, fijando como base junio de 2003, sorprende el aumento que el precio de la leña ha registrado. Aumentando sostenidamente por encima de la variación del IPC, con especial vigor desde 2021. En contrapartida, la electricidad se ha encarecido acompañando el avance del nivel general de precios, manteniéndose por debajo desde 2015. El supergás es el energético que menos aumentó en los últimos 20 años, dejando en evidencia el subsidio implícito, que está siendo desmantelado progresivamente desde 2021. Por último, el gas natural muestra una evolución más fluctuante. Dado que es importado de Argentina en dólares, se observan fluctuaciones debido al tipo de cambio y a la fijación del precio de exportación, que ha mostrado variaciones significativas.
Finalmente, sobre los usos de la energía de los hogares en Uruguay, en estos momentos se está realizando una actualización de los últimos datos disponibles sobre el tema, contenidos en el Balance Nacional de Energía Útil de 2006. De este añejo estudio surge que, la calefacción representaba el 32% del consumo de energía residencial, le seguían la cocción de alimentos con el 28%, el calentamiento de agua con el 18%, la conservación de alimentos con el 8%, la iluminación con el 6% y otros usos con el 8%.
La tendencia a futuro marca la incorporación de electrodomésticos cada vez más eficientes gracias a las mejoras tecnológicas y al uso del etiquetado energético. Esto permite que los hogares uruguayos reduzcan su consumo de electricidad al optar por dispositivos con un menor gasto de energía. Un ejemplo es la introducción de la tecnología LED. Más eficiente y duradera, este reemplazo tecnológico en la iluminación se traduce en un ahorro significativo de energía.
A pesar de que la energía solar térmica y fotovoltaica han tenido un desarrollo limitado en el país, se vislumbra la posibilidad de que, con incentivos adecuados, estas fuentes renovables sean ampliamente incorporadas. En particular, la solar térmica tiene un gran potencial para generar agua caliente de forma económica.
Por último, la movilidad eléctrica está en un punto de inflexión en Uruguay, que derivará en que cada vez más hogares opten por adquirir vehículos eléctricos. Esto determinará un notable incremento en el consumo eléctrico del sector residencial, enfatizando la importancia de seguir promoviendo fuentes de energía renovable y la eficiencia energética en el país.
(*) Ernesto Elenter, Socio en SEG Ingenieria; Germán Pérez Passarelli, Analista en Energía de SEG.