Las cifras que se conocen de la economía en su conjunto marcan el buen momento económico que se vive. También su análisis detallado nos indica, en cierto sentido, la precariedad de algunos resultados y, consiguientemente, los riesgos futuros.
Si observamos la descomposición del crecimiento del PIB, es muy claro que crece en base al consumo público y privado, sostenido por el crédito y los mejores ingresos derivados del aumento de los precios internacionales. Así, considerando períodos anuales, la producción de bienes, industria, agro, construcción, apenas se expande a una tasa del orden de la tercera parte del PIB global, al tiempo que las exportaciones de bienes (incluidas en la industria y el agro) crecen al 2% en volumen físico. Al crecer los precios de exportación de bienes casi al 19% se genera más ingreso con el mismo trabajo, que la población dispone para gastar y lo hace. Así, el valor agregado de comercio, restaurantes y hoteles y la carga de impuestos que conlleva, medido a precio de mercado, nos conduce al importante aumento del PIB. Es así como se mide y claramente constituye una aproximación a cuantificar el bienestar. Es obvio que la población se siente más rica.
PRIMERA SEÑAL. El patrón mostrado de aumento del consumo en base a buenos precios agrícolas es un riesgo bien importante ya que la volatilidad de estos y la presumible perspectiva que, al menos, no sigan creciendo, nos indican que pensar que sea una fuente de dinamismo de largo plazo es una ilusión. De la misma manera, la otra fuente de financiación del aumento del gasto, el crédito que se expande a tasas de 2 dígitos, tiene los problemas que todos conocemos y su reversión suele ser de golpe. Entonces, tengamos claro que nuestra base de crecimiento no es la mejor ni nada cercana a ella.
SALDO COMERCIAL. Parte del mayor consumo, como es lógico, se canaliza hacia bienes importados. Como se sabe, las tradicionales cifras que mensualmente publica el BCU sobre el comercio exterior carecen de la significación de una década atrás en virtud que desde algunas zonas francas las exportaciones son muy importantes. Por ello, el déficit que mes a mes se muestra no es tal ya que en las mencionadas zonas se genera un superávit comercial mayor a los US$ 1.000 millones. De todas maneras, el año 2011 cerró con un déficit comercial elevado y en crecimiento.
CUENTA CORRIENTE. La balanza de pagos, que nos muestra las relaciones comerciales y financieras de un país con el resto del mundo, se divide en dos grandes capítulos:
i) la cuenta corriente donde se reflejan el comercio de bienes y servicios, más el pago de intereses, giro de utilidades, dividendos, royalties y remesas y
ii) la cuenta capital donde se registran los flujos financieros y la inversión directa.
El saldo de cuenta corriente analizado en su conjunto con la forma como se financia es lo más importante porque nos dice si nuestro estándar de vida actual es consistente con el de mediano plazo o si, por el contrario, es superior o inferior. Un déficit de esta cuenta que se financia básicamente con flujos de capital financiero (deuda), si es de cierta magnitud, nos indica que estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades, consumiendo más de la cuenta, por decirlo de alguna manera, y luego de algún tiempo se vuelve insostenible. O sea, mientras el consumo presente se pueda financiar contrayendo deuda la "sensación ambiente" es que está todo bien, pero cuando los flujos se cortan los problemas aparecen y multiplicados, porque no solamente hay que reducir el consumo porque ya no nos prestan para ello, sino que generalmente hay que ahorrar para cancelar deuda.
La historia muestra que el consumo por encima de lo posible solo dura más de la cuenta en el sector público que suele resistirse a ajustar, así como previamente se resistió a ahorrar como debiera, ya que los privados suelen ajustarse rápidamente a las nuevas circunstancias.
La realidad actual nos dice que tenemos un déficit en cuenta corriente y que es importante, pero también nos dice que la inversión extranjera directa es muy superior a dicho déficit. En otras palabras, por el momento el financiamiento es genuino y no debería ocasionar problemas. Sin embargo, tampoco deberíamos pensar que en la economía no pasará nada si el ambiente cambiara. Si pasarán cosas que, en la medida que el sector público ajuste su gasto, no deberían ser dramáticas. El riesgo que proviene desde el sector público es que aun en el máximo del ciclo económico tenemos déficit y un sistema impositivo extremadamente pro cíclico (más que antes). Por tanto, dependiendo de la magnitud de las dificultades, la caída en la recaudación nos puede conducir a un problema mayor o no.
Mirando las cifras corrientes y pensando únicamente en el sector privado, hay un aspecto importante que se debe tener en cuenta y una cifra que claramente "no cierra" con lo razonable. Vayamos por partes. Dentro de la inversión extranjera directa (IED), una parte importante es la reinversión de utilidades que significa entre un tercio y la mitad del total según el año; a su vez, en la medición de la balanza de pagos, no toda la IED es lo que conocemos como "inversión productiva". A vía de ejemplo si un extranjero adquiere un campo, una fábrica existente, o compra una cadena de comercios, la misma aparece como un ingreso de capitales dentro de la IED, pero no aumenta la capacidad productiva de la economía al constituir un mero cambio de titular, cosa que sí hace si la fábrica la construye o realiza plantaciones y genera nuevas actividades. O sea, la cifra globalmente considerada puede inducirnos a errores en las conclusiones que extraigamos. La reinversión de utilidades no solo representa una porción importante del total de la IED, sino que las cifras publicadas nos dicen que del total de utilidades se reinvierten en el orden del 75%, algo llamativo.
La cifra que "no cierra", al menos a mí me sorprende, es la de errores y omisiones (EyO). Esta aparece siempre en todos los balances de pagos para que el mismo "cierre", o sea que es residual. No olvidemos que el registro de todas las transacciones entre el país y el resto del mundo tiene partes que se basan en encuestas. De todas maneras, el saldo de EyO suele tomarse como el reflejo de la entrada (positivo) o salida (negativo) de capitales no registrada. Estos movimientos no registrados provienen del sector privado y son aquellos que no pasan directamente por un agente formal. A vía de ejemplo, una parte del dinero que los argentinos sacan de su país y llega a Uruguay debe figurar como un flujo positivo de capital y suele aparecer en esta cuenta. ¿Qué tiene de extraño el saldo de la cuenta?, que en el año 2010 aparece un enorme saldo negativo (US$ 1.436 millones), y que, salvo en 2008 y lo que se conoce de 2011, cuando las fugas de capitales desde Argentina fueron "espectaculares" donde el saldo positivo es un poco más importante, entre 2005 y 2007 el saldo fue siempre negativo y en 2009 el positivo fue "chico". Coincidentemente, 2010 fue un año donde de Argentina, relativamente, salieron pocos capitales. Como no creo que de Uruguay, la gente -uruguayos o extranjeros- estén sacando capitales me inclino a pensar que debemos estar teniendo un problema en la medición del saldo de cuenta corriente y que el mismo es bastante más negativo que lo presentado. ¿Hipótesis? Me inclino a pensar que el turismo emisor está sub declarando fuertemente su real gasto -las cifras de gasto diario per cápita son extremadamente bajas- y que las utilidades giradas al exterior (netas de reinversión) pueden ser bastante mayores a las captadas por la encuesta. De ser cierta la hipótesis, la reinversión de utilidades estaría más en línea con ciertos parámetros normales en las empresas.
Si el saldo de cuenta corriente es peor del que la estadística sugiere, sería un factor que nos cambiaría el análisis de riesgo ante un cambio del entorno macroeconómico mundial y regional, ya que, si cesa o disminuye de manera significativa el ingreso de capitales y las empresas dejan de reinvertir sus utilidades -además podrían retirar utilidades retenidas- el ajuste en el nivel de actividad y el tipo de cambio real serían más importantes que lo que las actuales cifras nos sugieren.