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El mercado laboral en 2023: ¿empleo estable y recuperación salarial?

La caída en la informalidad es el hecho más destacable del año en materia laboral.

Mercado de trabajo
Mercado de trabajo.
Foto: Archivo

Por Nicolás Cichevski

El mercado laboral cerró 2022 con 1.682.000 ocupados, cifra similar a la de diciembre 2021. Corrigiendo por factores estacionales e irregulares, se registró una leve caída entre marzo y agosto, seguida de una leve recuperación en los últimos cuatro meses del año. Teniendo en cuenta que la tasa de actividad se mantuvo sin cambios en 62,7% y que la tasa de empleo cayó 5 décimas, la tasa de desempleo terminó casi un punto porcentual por encima de diciembre 2021.

Si bien en 2022 no hubo más empleo a nivel general, hubo una mejora en los indicadores vinculados al subempleo (ocupados, pero trabajando menos horas que las que desearían) y la informalidad (no registro a la seguridad social). Al cierre de 2022 el 8,2% de los ocupados era subempleado, por debajo de 2021 (11,3%) y de 2019 (9,5%). La informalidad, que había caído de 35% a 25% entre 2006 y 2014 y se mantuvo en torno a 25% hasta 2019, cerró 2022 en 20%.

Las razones detrás de la caída de la informalidad probablemente sean varias. La caída en la tasa de actividad frente a 2019 refleja que las personas que salieron del mercado laboral durante la pandemia y no volvieron, probablemente fuesen informales. A su vez, la herramienta del seguro de paro parcial y una valoración mayor de estar adherido al seguro de salud probablemente hayan incentivado la formalidad en microempresas y unipersonales del sector de comercio y servicios. Por último, el empleo que se ha generado ha sido en sectores típicamente más formales que los sectores que han perdido empleo (notoriamente el servicio doméstico). Mientras que el número de ocupados en el comercio está por debajo de 2019, el número de puestos cotizantes en el BPS (solamente toma en cuenta los formales) creció un 7% entre el último trimestre de 2019 y el último de 2022.

Salarios

La recuperación de los salarios también continúa siendo heterogénea. En diciembre, el salario real creció en promedio 1,1% frente al mismo mes de 2021 y se ubicó 2,1% por debajo de diciembre 2019. Dentro del promedio coexisten diferentes realidades, mientras que los trabajadores de las intendencias estaban 2% “arriba” en diciembre, los de la administración central estaban 2% abajo. En el sector privado, intermediación financiera (-0,3%), salud (-1,1%), actividades inmobiliarias (-1,2%) y construcción (-1,3%) son los más próximos a recuperar el nivel “prepandemia” y probablemente lo hagan hacia fines de 2023, mientras que las industrias (-2,0%) y la enseñanza (-2,2%) a inicios de 2024.

Naturalmente, los sectores más afectados por la pandemia son los que se encuentran más lejos de recuperar el salario prepandemia: comercio (-4,2%), transporte (-4,3%) y hoteles y restoranes (-6,7%). Aquí hay detrás algunos factores que vuelven el “nivel prepandemia” algo más difuso. Es esperable que junto con la recuperación del turismo receptivo y del consumo doméstico, la recuperación del salario se acelere en el próximo bienio, pero no hay que dejar de lado que los precios relativos con nuestros vecinos generan un fuerte desincentivo a consumir en Uruguay, en particular en las zonas fronterizas. Por otra parte, el comercio es un sector expuesto a la incorporación de tecnología que genera que se puedan alcanzar los mismos niveles de actividad que en 2019, pero con menos empleados.

El ingreso de los hogares, que refleja la combinación de empleo y salarios, cerró el año recuperando el nivel “prepandemia” (+1,7%). Sin embargo, se trata de un promedio y es muy probable que una vez que se conozcan los microdatos, el tercio de hogares con menores ingresos no haya alcanzado ese nivel. A nivel agregado, y en especial en los trabajadores de alta capacitación y en los sectores regulados (salud, educación, administración pública) el ingreso continuará recuperándose. Sin embargo, en ausencia de un “boom” que nos haga crecer a tasas “chinas” (en 2023-24 creceremos al 2%), en los hogares inmediatamente por encima de la línea de pobreza, típicamente compuestos por trabajadores con baja capacitación que dependen fuertemente del ciclo positivo de la economía, ello no ocurrirá al mismo ritmo.

Mejorar el ingreso de los trabajadores con baja capacitación no es sencillo. Imponer pautas salariales por encima de la productividad puede generar un desincentivo a su contratación o un incentivo a la informalidad. Es necesario fortalecer el presupuesto en capacitación a través del Inefop y enfocar los programas en las habilidades que demandan actualmente las empresas. La tasa de desempleo en la población con estudios terciarios completos (no necesariamente universitarios) es de solamente 3%.

A su vez, el gasto público debe focalizarse en la población más vulnerable. Para ello, es importante que la reforma jubilatoria tenga éxito en redirigir el gasto desde los mayores de 65 años hacia los menores de 18 años y que el sistema educativo mejore las habilidades con las que egresan los jóvenes. Por último, la coyuntura del mercado laboral debe cuestionarnos sobre la conveniencia de reducir el IRPF y el IASS, no solamente porque el déficit fiscal aumentó de 2,6% a 3,4% en los últimos tres meses, sino porque es un impuesto que paga solamente el tercio de personas con mayores ingresos.

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