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El debate que nos legará la pandemia

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Foto: Pixabay

OPINIÓN

La flamante normalidad tropieza con la pandemia, que abre nuevos paradigmas.

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La pandemia del coronavirus provocó una de las mayores disrupciones económicas de la historia moderna. Y como toda crisis económica global, dará lugar a nuevos enfoques del pensamiento económico, que se traducirán en cambios de la política económica a lo largo y ancho del mundo. Fue así que la crisis del ´30 dio lugar al keynesianismo, la segunda guerra mundial al multilateralismo para disipar tensiones y promover el comercio, y en lo doméstico a la creación de economías mixtas y del Estado del bienestar.

En paralelo, las economías emergentes intentaban crecer a través de un modelo de sustitución de importaciones y aumento de la participación del sector público, como planificador y ejecutor de actividades industriales y de servicios. La entrada de los ´70 mostró a ese modelo en crisis, hecho acelerado por el shock petrolero y el déficit fiscal abultado de Estados Unidos, que obligaron a la flotación del dólar, todo lo cual se resumía en estancamiento y alta inflación.

Para los países emergentes implicó crisis de endeudamiento, resultado también de altos déficit fiscales e inflación. Fue la antesala de la llamada década perdida. La respuesta del mundo desarrollado se basó en cambios en la política económica para bajar la inflación, con políticas monetarias contractivas, junto a la desregulación económica con el propósito de ubicar al sector privado como actor principal del crecimiento. Para el mundo emergente implicó la introducción de reformas estructurales, que en esencia no fueron otra cosa que la modernización de todo su sistema productivo y las empresas del Estado, atenazadas por regulaciones o participación estatal excesivas. En ese periplo histórico complejo, aparece China como potencia gravitacional global, hecho explicitado en tasas de crecimiento inéditas. Todo esto bajo el manto de políticas económicas de mercado de corte autoritario, con fuerte participación estatal.

A esta novedad, se le agregó la infiltración a nivel mundial de cambios tecnológicos profundos como la robótica, la transmisión de datos y la automatización de procesos, que abrieron oportunidades nuevas pero también trastocaron paradigmas en todos los planos de la sociedad. Y complejizando aun mas esta realidad naciente, aparece la necesidad de considerar al medio ambiente como una categoría global que requiere ser cuidada.

Esta flamante modernidad, tropieza con una pandemia que expondrá nuevos desafíos y catapultará un nuevo paradigma, que estará conformado por una nueva institucionalidad internacional para diluir tensiones entre bloques, formas diferentes de encarar las políticas económicas, relaciones laborales adaptadas a esta realidad naciente, cuidado del medio ambiente y un papel del Estado importante, buscando zanjar los costos sociales de esta transición inédita.

Las reuniones anuales recientes del Banco Mundial y el Fondo Monetario, con algunas de sus conclusiones, anticipan algunos de los cambios que se avecinan, alentados por el combate de la pandemia. Ciertamente son políticas mas enfocadas hacia el mundo desarrollado que para el emergente, pero sabemos todos que, por derrame, teñirán el tono de las políticas de estos países.

La primera constatación son las propuestas de un mayor activismo fiscal bajo la forma de inversión pública. Sus estudios muestran su cualidad dinamizadora de la inversión privada en tiempos de incertidumbre. La constatación más impactante es que, aumentando la inversión pública en 1% del PIB, se induce a un aumento del 10% de la inversión privada.

En paralelo, otros estudios le bajan el tono a los riesgos del endeudamiento excesivo promovido por la expansión fiscal, por el argumento que su costo es cero y posiblemente negativo en términos reales. O usando el otro argumento de la contabilidad de la sostenibilidad de la deuda, que dice que si la tasa de crecimiento real de la economía es mayor que la tasa de interés real del endeudamiento, los riesgos de ese endeudamiento se licúan en el tiempo.

Reafirmando esta postura sorprendente por su autoría, Carmen Reinhardt, reconocida por sus trabajos que advertían sobre los riesgos del endeudamiento excesivo, hoy en su posición de economista jefe del Banco Mundial, recomienda endeudarse fuertemente, al preguntarse “¿qué otra cosa se puede hacer cuando la pandemia muestra su fuerza destructiva?...primero usted debe preocuparse de pelear la guerra, luego piensa como la pagará”

Para muchos países del mundo emergente, ya comprometidos en materia de deuda, adoptar ese camino implicará crisis de endeudamiento, tema para el cual el FMI también hace comentarios, señalando que se está trabajando en perfeccionar los mecanismos de reestructura de deuda basados en los mismos principios que utilizo Uruguay en el 2002 y que siguieron otros deudores hasta hoy, conocido como el enfoque contractual. A lo cual, agregan, en este proceso el sector oficial (organismos multilaterales) y los prestamistas bilaterales (países) tienen que participar en aportar alivio al deudor en problemas. Sin duda, otro cambio seminal en la resolución de un problema que florece de tanto en tanto y que necesita de una participación de todas las partes.

Otra recomendación importante es que el distanciamiento social voluntario puede ser un freno tan importante en la actividad económica como las cuarentenas obligatorias. Cualquiera fuera la modalidad adoptada para enfrentar la pandemia, lo que es común para ambos casos es que el levantamiento prematuro de esas medidas genera retrocesos potenciales que opacan los beneficios de un rebote pasajero de la economía.
Por último, cabe mencionar los efectos sobre el mercado de trabajo. En su alocución en la Conferencia, Christine Lagarde planteó la necesidad de modernizar las regulaciones laborales, pues el teletrabajo “llegó para quedarse”, al señalar que ya se constata entre quienes tuvieron que trabajar en forma remota, que solo el 10% de ese universo prefiere retornar a sus lugares de trabajo habituales.

Sin duda, estamos ante el alumbramiento de un paradigma nuevo que se venía anunciando, acelerado por la pandemia. Es prematuro aun hacer generalizaciones de lo que vendrá, pero es necesario ir tomando nota. La vorágine de los acontecimientos acortó los tiempos y cambió las agendas, lo cual nos obliga a reflexionar sobre estos horizontes desconocidos. Y esto nos coloca en la antesala de un gran y necesario debate.

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