El cambio de chip que necesita el sector tecnológico en Uruguay para dar el salto

Sabemos que lo que nos trajo hasta acá, como caso de éxito, no va a ser lo que nos lleve a dar el salto de crecimiento, advierte el presidente de CUTI, Carlos Acle

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Carlos Acle
Carlos Acle, presidente de la Camara Uruguaya de Tecnologias de la Información
Leonardo Maine/Archivo El Pais

La industria tecnológica se ha ganado, en buena ley, la validación como un sector de continuo crecimiento y desempleo cero. Sin embargo, la coyuntura pone en riesgo ambos conceptos. Carlos Acle, presidente de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información, advierte que “una tormenta perfecta” en Estados Unidos ha desacelerado la demanda desde el principal destino de las exportaciones uruguayas. “Hoy las empresas están contratando bastante menos talento junior ante la incertidumbre”, subraya. En paralelo, avizora un cambio en el negocio, que le impone al sector “un cambio de chip”: ya no alcanza con vender servicios, “para crecer, hay que dar el salto al producto terminado”. Eso implica, “profundos cambios” en la actividad, sobre los que discuten los empresarios del sector. A continuación, un resumen de la entrevista.

—CUTI difundió tiempo atrás los resultados de la campaña 2023, en un documento donde se perfilan los principales temas que plantearán a los presidenciables. ¿El sector advierte sobre un momento de quiebre?

—El objetivo del documento fue dimensionar cómo el sector impactó en la economía local, sobre todo con una mirada de política de Estado. Es una industria que crece hace más de 20 años, apoyada por los diferentes partidos políticos que han estado en el gobierno, y queríamos poner eso en números. También, empezamos a proyectar el futuro, y lo que identificamos es que, si bien somos un caso de éxito, lo que nos trajo hasta acá, seguramente por cómo viene cambiando el mundo, no va a ser lo que nos va a llevar a dar el nuevo salto.

 —O sea, ¿el sector está desafiado?

—Es así. El gran crecimiento hasta ahora se ha dado en el mundo de los servicios, sobre todo destinado a la exportación, en especial a Estados Unidos, donde nos juegan a favor la escasa diferencia horaria, algunas cuestiones culturales, temas en los cuales hay cercanía. Ese “camino al éxito” está basado en nuestros talentos y la capacidad para competir y generar soluciones que se usan en el principal mercado tecnológico del mundo; hay que seguirlo, claro. Pero no podemos quedarnos allí.
Para el siguiente salto, tenemos que empezar a anexarle, a todo este mundo de los servicios, la capacidad de generar productos. Básicamente, transformar lo que hoy hacemos para un tercero, en algo que podemos completar acá.

—Antes de ver cuál es el cambio necesario, es importante repasar por qué es imprescindible dar ese paso…

—Es que el negocio del servicio, en el cual está apalancada nuestra industria, lo visualizamos como algo que va a ir en retroceso. El 70% de las empresas uruguayas que exporta, colocan servicios.
Los clientes de nuestros principales mercados, sobre todo el mercado de Estados Unidos, al cual exportamos más de 1500 millones de dólares por año, van a empezar a contratar menos volumen de servicio. Es un hecho. 

—¿Por qué?

—El año pasado se dio como una tormenta perfecta en Estados Unidos. Empezaron a subir las tasas de interés y eso tuvo consecuencias en el venture capital, que invirtió la mitad de lo que se volcaba en el sector, porque se fue detrás de otras inversiones que le redituaban mejor. Eso hizo que muchos de nuestros clientes se quedaran sin financiamiento. Por tanto, nos compraron menos. Ese impacto en el mercado, además, coincidió con las consecuencias de la caída a principios del año pasado del Silicon Valley Bank, otro factor de inestabilidad. Y en ese escenario, irrumpe la inteligencia artificial, generando una enorme incertidumbre. En ese momento, el pensamiento general era que en esta industria íbamos a ser sustituidos todos por la inteligencia artificial generativa sobre todo, y que iba a cambiar el modelo de negocios. Pasó el primer impacto y hoy, básicamente, la adopción de IA se está dando, pero no tan aceleradamente como imaginábamos un año atrás.

—Esa “tormenta perfecta” en EE.UU., ¿ustedes la sintieron en el negocio?

—Sin dudas. Mermaron los negocios. Como si fuera poco, Uruguay está caro. Hay competidores con buenos servicios y productos y a costos más bajos, y mercados con menor presupuesto empiezan a buscar otras opciones de buena calidad. En el huso horario que nosotros competimos mejor, pensando en Estados Unidos, tenemos una fuerte competencia de Argentina, Colombia, Costa Rica y también crece Chile, a lo que hay que agregar a México, como un gran proveedor de servicio y con la ventaja de ser el vecino de Estados Unidos.
Esa tormenta de 2023 nos hizo pensar que es necesario cambiar el chip. Si queremos crecer, tenemos que ajustar el modelo de negocios.

Carlos Acle
Carlos Acle
Leonardo Maine/Archivo El Pais

—¿Cuál es, concretamente, el cambio deseado?

—Somos una industria donde más del 95% de las compañías son pymes y el 70% de ellas exportan. O sea, nuestra industria tiene lo que el país necesita, pequeñas empresas exportadoras. Generamos empleo, buenos salarios, damos servicios de calidad que vendemos al exterior, ahora debemos asumir el desafío de terminar el producto nosotros.
¿Qué es lo que hacemos hoy? Viene un cliente y nos plantea que necesita hacer determinado producto; es su invención, su idea, que quiere transformar en un producto tecnológico. Los ingenieros uruguayos en empresas uruguayas transforman esa idea en una realidad. Pero la propiedad de ese código fuente de lo que hacemos, queda del lado del cliente que nos contrata y el valor, todo lo que lo multiplica, también. Es hora que ese producto quede en este lugar, que las empresas empiecen a desarrollar habilidades para poder identificar ideas, problemas de negocio y transformar esas ideas en un producto.

—¿Debe haber un cambio de mentalidad en el sector?

—Es necesario. El año pasado hicimos un encuentro con los socios, con el objetivo de repensar el futuro. Y uno de los principales temas que acordamos fue el de empezar a planificar ese cambio de matriz productiva, que todos asumíamos que era imprescindible. Es importante destacar que hablamos de anexar, no sustituir; no nos imaginamos que nuestra industria se transforme 100% en la industria de productos; en realidad, la industria del servicio y del producto pueden convivir con éxito.

—¿Habrá clientes para las distintas ofertas?

—Va a haber clientes para todos, pero le agregamos una etapa de desarrollo, de conocimiento que hoy no tiene.

—¿Qué implica a las empresas locales?

—Un cambio enorme, porque hay que empezar a invertir mucho antes, y los resultados se empiezan a ver, con suerte, en el segundo o tercer año, después de varios tropiezos. Hay que incorporar en las empresas otras capacidades, otros perfiles de formación empresarial que les permitan involucrarse con otros sectores, y ahí donde entran también las políticas públicas de promoción y de desarrollo, para incentivar a las empresas a dar el paso.

—¿Qué necesitan del entorno para potenciar ese gran cambio?

—En Uruguay tenemos algunas etapas medianamente resueltas, como lo que es el difícil inicio para nuestras empresas, a partir del buen trabajo que hace la ANII, que ojalá pueda contar con más presupuesto. Tenemos una segunda etapa que se incorpora con el Uruguay Innovation Hub con sus programas de aceleración y de fondos; después es el momento de la aceleradora, donde en Uruguay hace falta más. A partir de allí, vendrá la etapa de captar más fondos, venture capital. En ese punto tenemos que trabajar mucho también. Cómo hacer para que Uruguay empiece a atraer mayor cantidad de fondos para que inviertan en estas compañías.

—¿La clase política entendió el mensaje que ustedes palmaron en el citado documento?

—Creo que sí, he visto en algunos programas de gobierno donde se incluyen claramente líneas de acción en este sentido. Claro que estamos en los primeros pasos de la campaña electoral, en algunas semanas quedarán definidos los candidatos y allí veremos otro nivel de definición en las propuestas. Allí nosotros nos vamos a entrevistar con cada candidato y les haremos llegar nuestra visión sobre los desafíos del sector, que ojalá incorporen en sus programas. Pero hemos tenido algunas gratas sorpresas en esta primera etapa.

—Desde la industria tecnológica se instaló el concepto “desempleo cero”, que atrajo gran atención y muchos jóvenes buscando oportunidades. ¿Se mantiene esa realidad?

—Hasta hace muy poco tiempo hablábamos de desempleo cero para la mayoría de los perfiles en la industria. Pero a partir del año pasado, se frenó la demanda de talento junior. Eso nos hizo replantearnos de qué forma estamos empujando temas como el empleo juvenil. Hubo un cambio brusco, de 2022 a 2023 que esa ecuación se modificó. Es que nuestro principal cliente, Estados Unidos, se enlenteció, y las empresas en Uruguay dejaron de contratar al mismo ritmo que lo hacían antes cuando, impulsados por la fuerte demanda, se contrataban perfiles sin experiencia asumiendo que los iban a formar por seis meses. Llegado el momento, los tenían en la empresa. Hoy eso cortó. La demanda de talentos ya no es tal como la conocíamos. En CUTI asumimos la responsabilidad de evaluar este tema, pensar en las salidas para retomar ese ritmo de empleabilidad que caracterizó al sector. Sabemos que es coyuntural, pero no cuánto va a durar.

—¿De qué magnitud es la afectación?

—No se trata de que la demanda haya desaparecido, pasamos del primer lugar al segundo como demandante de mano de obra, pero no hay el mismo impulso. Por otro lado, hay un incremento de la cantidad de empleo pedido por sectores no TI, algo que llega como producto de la transformación digital de la que hablábamos antes. En paralelo, vamos a seguir trabajando con las instituciones educativas ajustando los perfiles que son demandados, pensando en el futuro.

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