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El desempleo llega a nivel que reclama acción

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Gallito Luis Trabajo. Foto: Leonardo Mainé

Tema de análisis

Hay un incremento en los jefes de hogar desocupados y sigue perdiendo pie el empleo de los menores de 25 años

El principal problema en el mercado de trabajo comienza a ser el desempleo, que al primer trimestre del año alcanza aproximadamente a 157.000 personas.

La mayor desocupación es el resultado de una cantidad cada vez menor de puestos de trabajo disponibles en la economía, como consecuencia del freno en el nivel de actividad desde el año 2014.

También se observa una menor cantidad de horas trabajadas por semana. De esta forma, combinando menor cantidad de personas con el hecho que trabajan menos horas, se llega a que la cantidad de trabajo en la economía se sigue achicando. Esto repercute en el consumo y en la recaudación tributaria.

En el primer trimestre del año la tasa de empleo fue del 56,9% de la población en edad de trabajar, un valor que resulta inferior al de la cantidad de gente que quiere trabajar que se ubicó en el 62,4%. Esa diferencia da una medida del desempleo que, por lo general, se presenta como porcentaje de la cantidad de gente que desea trabajar y que para el primer trimestre del año fue 8,8%. Son valores que ya están en un nivel que vale la pena considerarlos como una advertencia de que algo está funcionando mal. Esta situación se agrava cuando se observan las tendencias y algunos indicadores de calidad del empleo.

La cantidad de personas desempleadas se estima por diferencia entre la cantidad de gente que quiere trabajar y la que efectivamente lo consiguió de acuerdo a una encuesta de hogares que es realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Tomando el primer trimestre del año 2019 se tiene que había aproximadamente 1.787.000 personas ofertando su tiempo en el mercado de trabajo, de las cuales 1.630.000 habían conseguido empleo.

Es importante ver la evolución de estas tasas y algunas de las características de la situación del mercado laboral que describe la encuesta mencionada. En primer lugar, en el gráfico superior del cuadro adjunto se ilustra la evolución de la tasa de actividad de la economía. En el año 2014 se observó el nivel máximo (64,7%) y desde entonces hay una tendencia descendente que se frena en los últimos dos trimestres donde se estanca levemente por debajo del 62,5%.

Gráfica. Foto: El País

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Esta tasa permite una aproximación a lo que para el mercado de trabajo es la oferta de trabajo ya que se trata de una referencia sobre cuántas personas están dispuestas a trabajar en las condiciones actuales.

La oferta de trabajo interactúa con la demanda, o sea con la cantidad de puestos de trabajo que las empresas contratan y que a partir de los datos de la encuesta de hogares del INE se mide con la tasa de empleo.

La tendencia en este caso es muy parecida a la registrada en la oferta, aunque la caída es más pronunciada y por ello se incrementó la tasa de desempleo. En este caso, la buena noticia es que hace tres trimestres que la tasa de empleo se mantiene estable. Esto significa que hay un alto en el proceso de destrucción de puestos de trabajo que ha caracterizado el último período desde el año 2014. Es probable que en el resto del año esta tasa se mantenga estable pero no se ven fundamentos en el corto plazo como para revertir la situación y el pesimismo a nivel empresarial está creciendo.

La cantidad de puestos de trabajo disminuyó en general pero en el segmento de personas con menos de 25 años de edad la caída fue muy fuerte. A partir de ese dato se concluye que el mercado laboral no está presentando oportunidades suficientes para los jóvenes. En el gráfico de la izquierda en la zona media del cuadro se observa la evolución en los últimos cinco años de dicha tasa de empleo pasando de valores superiores al 39% en el 2014 al 31,6% del primer trimestre del 2019. La señal es clara de que hay un problema en ese segmento, con el agravante que en el último trimestre la tasa baja en lugar de mantenerse estable, como sucede cuando se mira toda la población.

Cuando se observan los dos últimos años se puede estimar una pérdida de 7.800 puestos de trabajo en el total de la economía. Esta cifra se puede descomponer según lo ocurrido en los diferentes sectores de actividad.

Cuando se hace ese ejercicio se observa que los sectores que registran una caída son los productores de bienes (industria, agropecuaria, construcción) y dentro de los servicios, el comercio y los servicios para los hogares. La reducción no es menor y se puede estimar con los datos de la encuesta en el orden de 33.600 personas.

Son los sectores más expuestos al desfasaje del tipo de cambio en relación con los restantes precios de la economía, en particular los de los bienes no transables y las tarifas públicas. También se podría asociar esta evolución con la transformación tecnológica y las ganancias en productividad conjunta del trabajo y el capital, lo que permite producir con menor uso del trabajo humano.

Esta importante pérdida de puestos de trabajo se compensa por el incremento en las actividades de servicios a empresas e inmobiliarias, la educación, la salud, alojamiento y comidas y en la administración pública.

Todos sectores donde la actuación de las personas en forma directa es una característica y hay menor sustitución por maquinaria y procesos digitales.

La diferencia entre la oferta de trabajo y la demanda de trabajo arroja el desempleo y desde que la tasa superó el 8% de la población activa, se puede considerar el tema como uno de los centrales para la política económica. La cantidad de personas desempleadas se suele analizar con indicadores de calidad. Uno de ellos es la evolución del desempleo entre las personas que tienen un hogar a cargo (jefes de hogar). En el gráfico de la derecha en la zona media del cuadro se observa cómo esta tasa viene creciendo en forma persistente durante los últimos cinco años pasando del orden del 3% al 4,2%.

Por otro lado, el desempleo en el comienzo del año 2019 dura más que en el 2014. La estimación en términos de semanas que realiza el INE muestra que hoy dura 8,5 semanas mientras que hace cinco años solo llevaba 7,2.

También sube la proporción de las personas desempleadas que no rechazaron propuestas esperando una mejor adecuación a sus pretensiones. Todas señales de que hay menos oportunidades y las condiciones son cada vez más duras.

Pero la cantidad de trabajo en la economía no solo se reduce porque hay menos gente ocupada. Los que están trabajando lo están haciendo por una cantidad de horas inferior y eso se ilustra en el gráfico inferior del cuadro adjunto. La caída en cinco años implica pasar de 38,8 horas semanales a 37,3. En muchos casos, implica una reducción de las horas extra y por lo tanto, el impacto sobre la masa salarial es más que proporcional.

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