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Columna de opinión: "Yo estoy con Israel"

La no aceptación del carácter judío de Israel está en la base más fundamental del conflicto.

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Manifestantes israelíes
Manifestantes israelíes.
AFP

Es octubre y debería de estar escribiendo sobre que hizo a Claudia Goldín merecedora del premio Nobel de Economía. No puedo. Desde el sábado 7 el corazón se revuelve de angustia. La mente, incrédula, no logra procesar las noticias. Los ojos se nublan ante las desgarradoras imágenes y testimonios. Y las lágrimas brotan.

Israel fue brutalmente atacado por el grupo terrorista Hamás. Hordas sedientas de violencia asesinaron, violaron y secuestraron a cientos de civiles israelíes, entre ellos mujeres, niños y ancianos. En un festival musical convocado bajo la consigna de la paz violaron mujeres junto a los cadáveres de sus amigos. Mujeres que luego fueron ejecutadas o llevadas rehenes a Gaza y expuestas, algunas aún con sangre entre sus piernas. En el kibutz Kfar Aza las fuerzas de seguridad israelíes encontraron niños y bebes decapitados. Una nieta se enteró del asesinato de su abuela mientas el asesino trasmitía por Facebook desde la cuenta de la abuela, a través del celular arrancado a su víctima. Más de veinte poblados israelíes fueron infiltrados, en todos reinó el pánico y la desesperación.

Para nuestra salud mental sería mejor no estar expuestos a los registros gráficos que inundan las redes sociales. Sin embargo, son la prueba de la barbarie. Cuando el General Eisenhower presenció la brutalidad nazi en los campos de concentración invitó a los medios de comunicación a documentar las escenas con la consigna explícita que esto era necesario porque en el futuro podrían surgir negacionistas. La historia le dio la razón.

La alusión al Holocausto (Shoá) es relevante. El 7 de octubre del 2023 fue el día que más judíos fueron asesinados desde el final de la segunda guerra mundial. El horror que hoy vive Israel debe dejar claro al mundo quienes fueron los salvajes terroristas.

El ataque de Hamás, con la sombra de Irán por detrás, tuvo el mismo objetivo que el nazismo. Matar judíos, por el solo hecho de ser judíos. La meta declarada de Hamás y de Irán es eliminar el Estado de Israel. No es una disputa parcial territorial, no es una desavenencia política. Es un desafío existencial. Así como la solución final nazi procuró eliminar a los judíos, las organizaciones terroristas islamistas procuran eliminar al estado judío, al único estado judío. Por si se necesitara más prueba tomemos uno de los estribillos favoritos de las organizaciones anti-Israel en países de habla inglesa. Cantan: “from the river to the sea, Palestine will be free”. En español: desde el río (Jordán) al mar (Mediterráneo), Palestina será libre. En ese reclamo no hay lugar para un estado judío. ¿Entienden lo que están entonando? Creo que sí.

La no aceptación del carácter judío de Israel está en la base más fundamental del conflicto. Esta misma negación es la que hicieron en 1948 los estados árabes al rechazar el Plan de Partición de las Naciones Unidas e invadir al naciente Estado de Israel bajo la consigna de tirar a los judíos al mar. Pero la región ha ido madurando y hoy Israel cuenta con acuerdos de paz con Egipto, Jordania, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Marruecos. En las últimas semanas se hablaba de grandes avances en la normalización de relaciones también con Arabia Saudita. Esta guerra de Israel no es contra el mundo árabe, no es contra los palestinos tampoco. No es contra un Estado, no es contra un pueblo. Es contra una organización criminal, extremista, fundamentalista que domina la franja de Gaza. Esta organización terrorista es la que expulsó a la Autoridad Nacional Palestina en 2007, y la que usa a su propia población civil como escudos humanos.

El sobreviviente de la Shoá y Premio Nobel de la Paz Elie Wiesel nos enseñó que lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia. Por eso, tanto se agradecen las muestras de solidaridad con los uruguayos-israelíes, con los israelíes y con el pueblo judío todo. Por eso, tanto duelen los silencios y las reflexiones ambiguas. Peor aún las declaraciones de condena a Hamás que tienen la necesidad de poner un “pero”. ¿Tan difícil es decir que es inaceptable el asesinato de civiles, la violación de mujeres, el secuestro de niños y ancianos? Por supuesto que los gobiernos de Israel no son perfectos y por supuesto que es posible criticar a la actual coalición, o a las anteriores. Pero, ¿este es el momento? ¿No alcanzó con las muchas otras veces que se los criticó? ¿También hay que atacar a Israel cuando Hamás ha demostrado su más irrestricto desprecio a la dignidad humana?

El sionismo es el movimiento nacional que procuró y reconstruyó la patria judía en su tierra ancestral. Los que se llaman antisionistas rechazan la nación judía y su derecho a la autodeterminación. En el camino deslegitimizan, deshumanizan y demonizan al Estado de Israel. Criticar al gobierno de Israel es válido. Criticar la esencia de su existencia es antisemitismo.

El Estado de Israel no solo tiene el derecho a ejercer su legítima defensa, tiene la imperiosa necesidad de hacerlo. Ningún Estado puede permitir que sus civiles sean masacrados. La respuesta ya comenzó, y con ayuda de Dios, Israel saldrá fortalecido. Lamentablemente el costo humano será significativo.

Hace décadas Golda Meir sentenció, la paz vendrá cuando amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros.

Yo estoy con Israel.

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