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Argentina ante el riesgo hiperinflacionario

La tarea que queda por delante para arreglar la economía argentina es monumental. No es para improvisados, ni vendedores de ilusiones.

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Getty Images

El próximo gobierno va a tener que enfrentar dos tipos de problemas en el campo de la economía. Por un lado, la distorsión de precios relativos que incentiva Massa en beneficio de su competencia electoral. Por otro lado, las profundas reformas estructurales que habrá que llevar a cabo para salir del largo proceso de estancamiento que transita la Argentina.

En lo que hace a los precios relativos, los dos más distorsionados son el tipo de cambio oficial y las tarifas de los servicios públicos (energía, transporte público, agua, etc.).

Si bien existe una enorme cantidad de tipos de cambio diferentes que estableció el gobierno, básicamente hay que tomar el tipo de cambio oficial y el blue, marginal o negro, como cada uno quiera llamarlo. Lo concreto es que el gobierno de Alberto Fernández viene aumentando el tipo de cambio oficial sistemáticamente por debajo de la tasa de inflación.

Si se toma la brecha cambiaria entre el tipo de cambio oficial y el blue, al momento de redactar estas líneas está en el 170%. Es decir, el blue está un 170% más alto que el oficial.

Analizando una serie histórica de los últimos 52 años de brecha cambiaria, actualmente está en el segundo punto más alto, incluso superando la brecha cambiaria de la época de la hiperinflación. Solo la brecha cambiaria estuvo más alta en 1975, bajo el gobierno de Isabel Perón, cuando se produjo el famoso Rodrigazo, que no fue otra cosa que un cambio de precios relativos sin un plan económico y en un contexto de descontrol político.

La serie histórica muestra otro dato a tener en cuenta. Cada vez que desapareció la brecha cambiaria no fue porque el blue bajó para alcanzar al oficial, sino que el tipo de cambio oficial subió para alcanzar al blue.

De lo anterior se desprende que inevitablemente el tipo de cambio oficial, en algún momento, pegará un gran salto con el inevitable impacto en el índice de precios al consumidor.

El riesgo que se corre de aquí hasta el cambio de gobierno es que se desate un proceso hiperinflacionario u otras opciones poco deseables. Paso a explicar la situación.

En Argentina el dólar es la moneda de reserva de valor que se utiliza, o para ponerlo de otra forma más gráfica. En Argentina el dólar es como el arca de Noé, todos quieren estar arriba cuando se viene el diluvio universal. Y la inmensa mayoría de la población espera el diluvio, por lo tanto, el precio del ticket para subir al arca de Noé tiende a subir.

¿Con qué compran los dólares los agentes económicos? Obviamente con pesos, que en su mayoría están depositados en los bancos. El problema es que los bancos utilizaron los depósitos de la gente para comprarle bonos al Banco Central y por esos bonos llamados Leliq (Letras de Liquidez) el BCRA paga una tasa de interés, que, dicho sea de paso, le llevará a tener una pérdida este año por esos intereses pagados que equivale a 9% del PIB. Más del doble del déficit fiscal del tesoro.

Si la gente va a los bancos a retirar sus depósitos en pesos para comprar dólares porque ve venir el diluvio universal, los bancos le van a tener que devolver las Leliq al BCRA y este tendrá que comprarlas nuevamente. Actualmente el stock de Leliq, al tipo de cambio blue, equivale a US$ 22.000 millones. El problema es que el Central no tiene los pesos para entregarle a los bancos para recomprarles las Leliq, para que los bancos puedan devolverles los depósitos a sus clientes.

Las opciones que tiene el BCRA en un escenario en que la corrida cambiaria que estamos viendo en estos días se transforme en una corrida financiera son las siguientes:

1) Emitir pesos para pagar las Leliq y, un contexto de inflación que tiende al 180% anual, generar una llamarada hiperinflacionaria.

2) Aplicar un plan Bonex como en 1989 cuando el Central pagó la deuda que tenía con los bancos con un bono (en ese momento se llamaban depósitos indisponibles en vez de Leliq como ahora). El llamado Bonex 1989. Los que recibieron ese bono se encontraron con que por cada 100 nominales el mercado les pagaba 20. Un caos para el capital de trabajo de las empresas y el ahorro de mucha gente.

3) Aplicar un corralito para que la gente no retire los depósitos de los bancos y de esta forma no vaya al mercado blue a comprar dólares.

Por eso Massa estaba tan desesperado por llegar al día de las elecciones sin una corrida cambiaria, porque podía derivar en una corrida financiera.

El gran interrogante es cómo se llega al traspaso de mando en diciembre con esta bomba de tiempo que son las Leliq. Como dato ilustrativo, para evitar que los medios siguieran mostrando la suba del dólar blue, Massa mandó a la policía a allanar casas de cambio. Amenazó con meter presos a cambistas y paralizó 3 días la operatoria del mercado con la policía. Y con la ayuda del sindicato bancario, logró que decretaran una huelga para el viernes anterior a las elecciones y así llegar al domingo 22 de octubre sin actividad cambiaria y financiera.

De todas formas, el mercado de cambios blue siguió operando a marcha muy lenta durante la semana pasada. Los cambistas compraban dólares, pero no vendían y las operatorias se hacían entre $ 1.000 y $ 1.200 por dólar, pero los medios mostraban $ 900 para el blue.

Estos son los problemas de corto plazo. Pero luego habrá que ir a los problemas más estructurales: bajar el gasto público, la carga tributaria, la reforma laboral, desregular la economía, integrar la economía al mundo y terminar con los planes sociales.

En síntesis, la tarea que queda por delante para arreglar la economía argentina es monumental. No es para improvisados, ni vendedores de ilusiones. Esto requiere de mucho respaldo político, un plan económico muy consistente y un equipo económico con prestigio que sepa transmitirle con claridad a la población lo que se recibe y cuál es el camino de salida.

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