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Años perros: experiencias humanas y creación de conocimiento a alta velocidad

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Foto: Getty Images

OPINIÓN

La creación de valor está centrada hoy, casi de forma ilimitada, en la producción de activos intangibles, relegando a un segundo plano al valor que crea la producción de bienes.

Un sesgo cognitivo podría llevarnos a suponer que el título de esta columna hace referencia a “años malos”. Una especie de injusta mala fama asociada a nuestros incondicionales amigos caninos. Por estas horas he leído la analogía de “año perro” vinculada a la velocidad con que transcurren ciertos hechos y como se aceleran algunas tendencias. Analogía bien gráfica, que toma el hecho instalado en el imaginario colectivo de suponer, que un año en la vida del ser humano equivale a siete años perrunos.

Es importante identificar qué actividades, en este caso con impacto económico, están teniendo un desarrollo vertiginoso y, por tanto, extremadamente desafiantes para entender hacia dónde puede correr una parte central de la economía mundial.

La llamada economía del conocimiento es un ejemplo claro de lo anterior. Es el sector de la economía que utiliza la información como elemento fundamental para generar valor y riqueza por medio de su transformación a conocimiento. Abarca diversas actividades vinculadas a la educación, innovación, investigación y desarrollo, tecnología, informática, telecomunicaciones, robótica, entre otras.

Es interesante observar que, si bien ha surgido como forma de añadir valor a la producción tradicional de bienes, hoy la creación de valor está centrada y, diría casi de forma ilimitada, en la producción de activos intangibles, relegando a un segundo plano al valor que crea la producción de bienes. Esto es clave: ¿Cuántas veces menos vale el mismo PC portatil sin la manzana que con ella? Haga el ejercicio y vea cuánto cambia su predisposición a pagar un precio en uno y otro caso. ¿Cómo cambia la experiencia como cliente cuando nos enfrentamos a procesos que funcionan de forma simple, amigable, automática y eficiente, porque detrás hay un software que ha simplificado todo? Tendemos como consumidores a repetir inequívocamente en lugares con experiencias positivas y repeler aquellas que han quedado ancladas en ruinosas prácticas. Esta lista conceptual podría ser infinita, porque ejemplos donde activos intangibles hacen la diferencia en la creación de valor abundan a cada paso que damos.

Economía del conocimiento, basada en el conocimiento humano, su calificación, su capacidad de analizar, innovar y crear. Vivimos en un tiempo que, vale más el diseño que el ensamblaje o la confección, vale más el cómo hacemos que el qué.

Esta generación y explotación de activos intangibles, está estrechamente vinculada a la protección de la propiedad intelectual, como valor en sí mismo. Que retroalimenta y fortalece a otra gran tendencia con años perros, la economía de activos virtuales.

Quizás lo más publicitado o escuchado sean las criptomonedas como el Bitcoin o Ethereum, pero eso es sólo una muestra de lo que vertiginosamente está aconteciendo. Hagamos doble click por un instante en los llamados NFT. Cada vez suenan con más fuerza. Pero ¿qué son? tokens no fungibles, por su traducción al español. Esto es, un activo digital al que se le otorga una certificación de autenticidad, y queda registrado en tecnologia blockchain. El NFT genera la sensación de propiedad y por tanto derecho de explotación de, por ejemplo canciones, videos, videojuegos o cualquier “obra” en ambiente digital. Sin ir más lejos, el CEO de Twitter, Jack Dorsey, subastó una versión digital de su primer tuit por más de US$ 2,9 millones.

La tecnología ha encontrado la forma de proteger y transferir los “derechos” (y por tanto crear valor), sobre este tipo de propiedad intelectual. ¿Demasiado lejano para nuestro día a día? Posiblemente sí. Pero es demasiado relevante comprender estas tendencias. Bucear en estos mares, y cuestionarnos de qué modo podemos adentrarnos para aprovechar al máximo como país, las oportunidades que todo esto genera.

Es importante, decía, porque comprenderlo nos hará ampliar el radio de análisis sobre nuestro propio perfil productivo, y como nos insertamos en este mundo de modo inteligente. Es nuestra decisión discutir sobre una economía productiva, que crea valor pero de forma cada vez más limitada y con lógicas de siglo XX, o intentamos comprender en conjunto otros canales, ni exclusivos ni excluyentes, de acceso al desarrollo. Más concreto, imposible.

Soñar Robots, emotiva película que muestra una de nuestras mejores caras, en tono épico cuenta la historia de un grupo de jóvenes del interior del país que apuestan a trascender a traves de la robótica. ¿Y si a partir de esa sensación de hazaña comprendemos que tenemos un gran potencial y desafío para que sea algo cada vez menos épico y que pase a ser cada vez más cotidiano? Estos años perros, vienen a decirnos que las agujas del reloj van más rápido de lo que creemos, y que por supuesto, no nos esperan.

(*) Decano de UCU Business, Universidad Católica del Uruguay

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