DIEGO CABOT | LA NACIÓN
Como si fuese un traje, el modelo económico les sienta bien a unos, les queda incómodo a otros y ni siquiera les entra a muchos.
Entre los que no necesitan sastre para verse elegantes están, en primer lugar, los industriales, y entre ellos, los beneficiados con el proceso de sustitución de importaciones.
Luego viene el campo, que bien podría dividirse entre los que están apalancados por los precios internacionales y los que deben lidiar con el mercado interno intervenido.
Y, finalmente, los servicios públicos, el sector que menos habla, pero que más se queja de la actual política económica en privado.
Entre todos, los industriales han hecho oír su voz en el último tiempo, de la mano de la nueva conducción de la Unión Industrial Argentina (UIA), que dirige Juan Carlos Lascurain.
Y volvieron a reaparecer varios puntos conocidos: un problema de financiamiento de largo plazo, una necesidad de inversión y la vuelta de un banco de fomento. Además, las reglas de juego han cambiado y tornan cada vez más complicada la planificación de largo plazo.
A seis años de instaurarse el modelo que tiene como uno de sus pilares el dólar alto para beneficiar a los sectores exportadores y a quienes sustituyen importaciones, la industria se encamina a transitar años de definiciones.
El colchón de una capacidad instalada que puesta en marcha en otros momentos del país es cada vez menos mullido. Ciertos sectores están crujiendo, empujados por una demanda interna que no cesa y por la necesidad de llevar los productos al exterior para encontrar una mayor rentabilidad.
Ahora bien, ¿qué espera la industria para afrontar un período de expansión? Básicamente, se podría resumir, así: créditos de largo plazo.
¿Qué se ofrece desde el Gobierno? Discutir líneas de crédito flexibles y quizá volver a editar algún organismo que canalice créditos de fomento ¿Y algo más? Sí: continuar con los esfuerzos necesarios para mantener un dólar competitivo para estos sectores productivos, pese a que gran parte de la sociedad mira desde lejos la divisa norteamericana.
Pero, claro, este panorama se da en la Argentina de principios de siglo XXI, con continuos capítulos protagonizados por diferentes funcionarios de distintos gobiernos que ahuyentan el dinero para financiar la producción. Dicho de otra forma, no hay buen clima para recibir dinero dispuesto a ser cambiado por bienes de uso. Y la consecuencia de esto es que las empresas deben recurrir a su rentabilidad para ampliar su producción.
"Hay un problema que me parece que es uno de los principales reclamos de la UIA, y que tiene que ver con infraestructura", contestó Abel Viglione, el especialista en industria de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL). "Pero, claro, antes de ese problema hay uno mucho mayor, que es el de la energía", se apuró en aclarar.
Luego declaró que viene otra limitación, que es la falta de financiamiento de largo plazo, ya sea mediante el sistema financiero o el mercado de capitales.
Es prácticamente imposible encontrar un economista que ponga en duda la expansión de la industria.
Dicho esto cabe preguntarse cómo hará la industria para sostener el crecimiento sin financiamiento. "Si uno mira la industria, es el ciclo más largo de crecimiento, dijo Dante Sica, economista de Abeceb.com. Además, la intensidad de crecimiento es inédita. Por quinto año consecutivo, la Argentina tiene un crecimiento de un 8% promedio. Es el ciclo más interesante por la duración y por la intensidad. No hay sector al que no le haya ido bien en estos años".
Pero inmediatamente después de repasar la expansión, Sica advierte: "El tema más importante tiene que ver con la necesidad de créditos para las inversiones. La tasa de inversión está recuperando los niveles de los noventa, pero aún hay que dar un apuntalamiento con algún fondeo. Por ahora, la inversión está financiada con capital propio".
La nueva conducción de la central fabril ha puesto la búsqueda de financiamiento como uno de los objetivos de la actual gestión.
A poco de asumir, Lascurain dijo que procurarían trabajar con el Gobierno para mejorar el acceso al crédito a largo plazo.
¿UN BANCO DE FOMENTO? "Sería prudente comenzar a avanzar para tener un banco que acompañe este desarrollo que tenemos. En los primeros años de estos cinco de alto crecimiento se usó la capacidad ociosa. Después nos basamos en la inversión, pero necesitamos profundizar este camino para abastecer al mercado interno y para internacionalizarnos", sostuvo el dirigente industrial.
Inmediatamente, la ministra de Economía, Felisa Miceli, se refirió al tema. "Quizá llegó el momento de plantearnos si no es necesaria una institución financiera que permita apalancar este proceso de crecimiento", dijo Miceli frente a los industriales, que se miraban satisfechos en la asunción de la nueva comisión directiva, el martes pasado.
Quedó así planteada la posibilidad de la puesta en marcha de un banco de fomento que utilice fondos públicos, y con esta idea, volvieron a revolotear los errores que alguna vez se cometieron con el fallido Banco Nacional de Desarrollo (Banade), que terminó liquidado y envuelto en centenares de créditos sin aval.
"No creo que la solución a la falta de financiamiento de largo plazo que padece la industria sea la creación de un banco de fomento. Hay instituciones, como el Banco Nación o los bancos provinciales, que pueden ser utilizadas como bancos de fomento. Lo que se necesita es tener herramientas claras y, además, hay que fondearlos con dinero suficiente como para responder a esta necesidad de dinero", agregó Sica.
En otra mirada sobre la situación industrial, el profesor de finanzas del IAE de la Universidad Austral, Lorenzo Preve, agregó un elemento más: un sistema institucional fuerte. "Los procesos de inversión necesitan financiamiento de largo plazo, que se consigue con mercado de valores evolucionado. Es muy necesario un sistema de capitales desarrollado. Pero, además, se necesita un marco institucional que proteja al inversor."
"¿Y en qué cosas la Argentina está más floja?", se le preguntó.
"Yo creo que en los dos aspectos. Por un lado, el mercado de capitales es muy reducido. Pero por el otro, el marco institucional de la Argentina de los últimos años ha sido cambiante. Básicamente estoy diciendo que ha sido muy difícil mantener las reglas de juego. Es más, cada vez que hay un cambio de Gobierno hay muchas posibilidades de que con él cambien las reglas".
SIN INCENTIVOS. Otro de los puntos que acentuó el economista es el escaso incentivo que tienen los bancos para prestar. "El sistema bancario no siente que tiene una competencia en otro sistema que le quite clientes y que preste a largo plazo. Entonces no tiene incentivos a prestar a largo plazo porque nadie presta", agregó.
Enrique Dentice, de la Universidad de San Martín, sostiene que 2007 será un año en el que la expansión del consumo interno, ya sea público o privado, seguirá creciendo.
"El consumo va a subir un 7,8% durante el año y esto va a demandar más bienes. Además, la gente tiene las expectativas de salarios nominales más altos y eso va a impulsar las compras a crédito", dijo.
Según su visión, hay algunos sectores que han invertido en el último tiempo y otros que lo harán para acompañar la demanda interna.
AHORRO INTERNO. En el sector metalmecánico se va a notar mucho la importación de bienes de capital. Durante 2006, la inversión en equipos durables superó los valores de 1998. Y todo esto fue pagado con ahorro interno. Las inversiones se pagan con la utilidad de las empresas, que por ahora alcanza", agregó.
Sin embargo, pese a que Dentice no considera que haya peligro en la falta de financiamiento a largo plazo, reconoce que la Argentina tiene un problema. "No existe flujo de Inversión Extranjera Directa (IED). Y ésa es una debilidad muy fuerte de la economía local", finalizó.
Dante Sica, a su vez, considera que hay otra limitación en el sistema actual y que tiene que ver con el tipo de colocaciones de dinero que reciben los bancos.
"No hay que dejar de pensar desde dónde vienen los bancos. Por ahora las entidades financieras reciben fondos a muy corto plazo o dinero a la vista. Si bien hay mucha liquidez no hay depósitos a largo plazo. Y eso produce un descalce que motiva que no haya créditos a largo plazo".
Por ahora, los industriales tuvieron la ventaja, frente a otros sectores, de que el modelo que confeccionó el Gobierno no necesitó de demasiados ajustes para que les quede bien. Pero el tiempo pasa y la capacidad instalada se completa. Y entonces sí aparecen interrogantes. El principal es, por cierto, la financiación a largo plazo.