Vivir del agua: la historia de una familia pesquera en Punta del Este

Desde hace más de treinta años, la historia de Mario González y su familia está íntimamente relacionada con el Arroyo Maldonado y, sobre todo, con la pesca.

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Muelle El Placer.
Foto: Ricardo Fuigueredo.

Malena tiene 4 años y ya conoce el Arroyo Maldonado como la palma de su mano. “Ella nació, abrió los ojos y prácticamente ya estaba en el agua”, dijo Mario González, su abuelo. Junto a su familia, Mario lleva adelante un local de alquiler y venta de artículos para pescar, además de ofrecer paseos en lancha. El País se acercó a su cabaña ubicada en el Muelle El Placer, justo al lado del puente ondulante de La Barra, para conocer su historia.

Buscar el agua.

“¡Mirá, pescados!”, gritó Malena apenas se subió a la lancha junto a su abuelo Mario, su padre Sebastián y dos hermanos, Mario y Thiago. Este último, de 7 años, miró hacia donde señalaba la niña y respondió: “Son mojarritas”. Para ellos, el arroyo es su segunda casa.

Todo comenzó hace 33 años. Mario trabajaba vendiendo empanadas en la playa cuando un amigo le sugirió que se dedicara a la pesca. “¡Pero no conozco a nadie y tampoco sé nada de eso!”, había dicho Mario entonces. Su amigo insistió y finalmente Mario consiguió el permiso para poner un puesto en el muelle.

“Conocía la tararira, el bagre y nada más, pero hablando con la gente fui aprendiendo”, contó en diálogo con El País. Y agregó: “Cuando empecé tenía un mostrador, una sombrilla y un carrito y un poco de carnada y anzuelos, bien precario”.

“Acá el trabajo es fuera de serie, es un paraíso”, sostuvo. Hace unos tres o cuatro años, el gobierno lo ayudó a transformar su “chocita” en una cabaña de madera más prolija en cuyo frente se lee: ‘Mario pescador sport’. Siempre trabajó bien durante todo el año, pero ese cambio hizo que trabajara “mejor todavía”, afirmó.

La situación de Mario y su familia es muy distinta a lo que era cuando recién había llegado a Maldonado. Antes, vivía junto a su pareja y cuatro hijos en una casa a la que tuvieron que poner nylon en el piso para no hundirse, porque era todo barro. “Cocinábamos cuando podíamos, no era que comíamos todos los días”, recordó.

El arroyo les dio una nueva vida. “Estuve trabajando en una pizzería de Montevideo durante un tiempo y la dueña me había dicho: ‘Mario, vos siempre tenés que buscar el agua. Si no querés que te falta la comida, buscá el agua’. Y tenía razón la mujer”.

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Mario Pescador Sport.
Foto: Ricardo Fuigueredo.

Salir de pesca.

En la lancha, Sebastián maneja el motor con la ayuda de Mario (el nieto) mientras Malena sostiene una caña y Thiago se encarga del fondeo, es decir, de fijar la embarcación al fondo utilizando un ancla. Entre tanto, Mario (el abuelo) relata experiencias de sus años en el agua.

¡Cómo olvidar la vez que pescó un atún de seis kilos! Ante la pregunta de qué tan rico estaba, Mario se echó hacía atrás y solo dijo: “¡Pah!” Traducción: ¡Riquísimo!

“Después, cuando vi el precio en el shopping, me quería morir: $ 900 el kilo. Lo hubiera vendido… pero bueno, lo comimos y disfrutamos, nosotros y los vecinos”.

A dos kilómetros del muelle, sobre el agua calma y de un azul profundo, lo único que se escucha es la voz de Mario —y de sus acompañantes cuando hacen algún comentario—. Lo demás es silencio perpetuo. Cada tanto, algún pato grazna o se escucha el chapoteo de una lisa saltando a la superficie. Allí, el ruido de la ciudad es tan solo un recuerdo.

Mario continuó recordando su mejor pesca: “Salía a pescar con mi señora y en una vuelta saqué 76 corvinas negras de 33 y 36 kilos, que después vendí, o más bien regalé, en Maldonado”.

No todas las historias tienen que ver con peces. Hace unos 20 años, la Policía le pidió ayuda a Mario para encontrar el cuerpo de una persona que se había ahogado. “Lo habíamos estado buscando durante 15 días, y un día dejamos una red para pescar y cuando la levantamos encontramos el cuerpo”, relató. Una imagen que no se olvida: “Cuando lo vi parecía que me iba a explotar el corazón”.

En medio de tanta charla, los niños seguían concentrados en la pesca. Malena levantó su caña y no sacó nada, pero se puso contenta porque notó que las carnadas ya no estaban. “¡Se comieron todo!”, exclamó con una sonrisa. No fue un día de suerte, pero Mario aseguró que en el arroyo se pesca mucha roncadera y pejerrey, además de burriqueta, urele y alguna tamberita.

“Es suerte y verdad. Un día podemos pescar un balde y otro día nada”, comentó. Lo principal, según él, es tener paciencia: “Hay chicos que están de un lado al otro y así no pescan nada”.

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Mario y su nieta Malena.
Foto: Ricardo Figueredo.
Día de pesca

Qué hay que saber para ir a pescar al arroyo.

En ‘Mario pescador sport’ tienen todos los implementos necesarios para quien quiera salir a pescar y también acompañan y enseñan a aquellas personas que no sepan hacerlo.

El abuelo suele quedarse en el local y manda a su yerno, a su hija o a su nieto para que vayan en las lanchas con los clientes. “Mi nieto Mario tiene 11 años, pero sabe bastante de pesca y nos ayuda”, mencionó.

En las embarcaciones pueden subirse hasta seis personas. Se suben, se sientan y quien los acompaña les encarna y les da la caña, explicó Mario. Luego, a esperar que se prenda algún pez.

“Solo se necesitan las ganas de venir a pescar, lo demás se lo damos todo nosotros”, dice. Mucha gente va con la intención de pasar un buen rato, pero no de llevarse lo que pescó. En esos casos, pueden devolverlo al agua, lo que se conoce como “pesca con devolución”.

“A veces se sale dos o tres veces por día, a veces ninguna, a veces siete. Los mejores días son cuando está nublado, porque la gente no va a la playa y vienen acá a pescar”, comentó Mario.

El puesto funciona todos los días desde las siete de la mañana hasta las ocho de la noche. La salida en lancha sale $ 2.500 la hora e incluye todos los implementos de pesca para seis personas y chalecos salvavidas. También puede alquilarse solo la caña, sin el bote, por $ 100.

¡Es importante llevar protección solar, gorro y repelente! Ya lo advirtió Mario: “A la tardecita te comen los mosquitos”.

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