Uruguayo triunfó por ilustre

| Alejandro Colucci partió hace cinco años hacia Barcelona, y ya es portadista de cabecera de las principales editoriales europeas; retornar no está en sus planes.

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MAGDALENA HERRERA

Lleva apenas 5 años en Barcelona y ya se transformó en uno de los ilustradores de portadas para las más importantes editoriales europeas.

Desde Barcelona, el uruguayo Alejandro Colucci (41) ilustró 400 tapas de ediciones de Planeta, Random House Mondadori, Santillana/Suma de Letras, entre otros 32 sellos. Imaginó la apertura de obras de Anne Rice, Michael Moore, John Grisham, James Ellroy, Tom Wolfe, C.S. Lewis (autor de Las Crónicas de Narnia), entre otros escritores, en general, de géneros como el thriller, el terror y lo fantástico.

-Si se observa su trayectoria, podría decirse que es uno de los uruguayos que ha triunfado en el exterior de los que tanto se habla por aquí. ¿Lo ve así?

-Estoy satisfecho con el camino profesional que he tomado, y me siento realizado y respetado. Mirando a mi esposa e hijos podría decir que hemos triunfado, y salido adelante en un sitio muy competitivo; eso es reconfortante. Hemos intentado mantener un equilibrio familiar, el soporte emocional de todos siempre es mi esposa Daniela, que es mucho más centrada que yo en la vida, así que lo he tenido un poco fácil en ese sentido. Me he dedicado a hacer lo que sé hacer.

-¿Hubo momentos difíciles?

-Por supuesto, también los hubo en Uruguay y a menudo surge algún problema, pero hay tanta gente que ha sufrido el desarraigo y la nueva adaptación mucho más que yo, sin duda. Cuando tomamos la decisión de emigrar, nos preocupamos por elegir el sitio más adecuado para vivir y desarrollarnos. En una decisión tan importante, pese a no poder evaluar cosa por cosa -porque siempre existe un punto de aventura y osadía-, se debe reducir lo más que uno pueda los riesgos. Barcelona reconoció mi potencial de forma casi inmediata, y yo utilicé mi experiencia para adaptarme rápidamente a su demanda. Esa conjunción fue clave.

-¿Cuándo supo que el arte sería tu sustento de vida?

-En mi primera clase de dibujo a los 18 años tuve la primera pista. Me sorprendí dibujando una cabeza del David, con las indicaciones de mi querido profesor Alvaro Fontana, aunque él diría "buenooo, no fue para tanto…", pero por algo nunca me olvido de aquel día, especial porque ya no volví a pensar en otra posibilidad profesional que no fuera dibujar. Luego pasaron un par de empleos que no tenían mucho que ver con lo mío, hasta que logré vivir como dibujante.

- ¿Por qué se fue?

-Me fui porque profesionalmente estaba transitando un camino que no me complacía. Nunca me sentí parte del mundo publicitario en el que trabajaba. Pese a todo, lo hacía con bastante profesionalismo y amor propio, y de hecho vivía de ello; pero mis capacidades estaban a tope. No aguantaba más la necesidad interna de hacer lo que me gustaba, y para lo que tenía talento. Y a pesar de que ya había empezado a dibujar para suplementos de El País y El Observador y un par de editoriales de Estados Unidos, igual la decisión de emigrar era ya muy fuerte en nuestra cabeza. Además se dieron una serie de circunstancias que forzaron la partida, entonces no hubo marcha atrás.

-¿Cómo se logra insertarse en un mercado tan ajeno como el europeo?

-Nunca lo sentí como ajeno. Vengo de una familia italiana, y me crié en un hogar bastante alejado a lo uruguayo, digamos. No tomo mate, no me gusta el fútbol, el canto popular o el carnaval. Por el contrario, me interesaron los temas medievales, la pintura renacentista y el cine europeo que veía en la Cinemateca; y me encanta el rock progresivo. Para los rioplatenses es más fácil de lo que parece la conexión con la Europa latina. Viviendo aquí llegas a entender un poco más de dónde venimos. En mi caso fue como reencontrarme con mi mundo. Por lo mismo, creo haber encajado bien en este mundo editorial. Yo poseía una capacidad y sensibilidad que aquí interesan mucho. Después hubo una parte realista de cómo entrar al mercado, tomar contacto con lo que se hacía, hacer muchas llamadas, mails y visitas. Un proceso bastante arduo, que de a poco fue dando sus frutos.

-¿Cuál cree que fue la obra que le hizo despegar?

-Ninguna, creo que fue el estilo. Tengo tendencia y facilidad para hacer obras con cierta atmósfera inquietante o misteriosa, ya sea pintadas o compuestas digitalmente. Mi punto fuerte es representar novelas históricas, fantásticas, terror, thrillers. Eso es lo que las editoriales quieren reflejar en estas portadas, un clima particular que logre que el posible lector se acerque y le preste atención al libro.

-Cuando le solicitan una tapa, ¿cómo la imagina?

-Casi siempre me envían un briefing. A partir de ahí tengo que visualizar una imagen, para lo que tengo facilidad, afortunadamente. A veces la editorial me sugiere algún personaje a resaltar. Pero trabajo cada vez con mayor libertad, porque he desarrollado un estilo del que hablaba antes, y cuando las editoriales me encargan algo, ya saben qué es lo que van a obtener. He empezado a producir imágenes libremente y agregarlas en mi web como disponibles, cosa que ha tenido aceptación. He hablado con unos cuantos escritores, pero después de la publicación. Se han contactado conmigo si consideran que reflejé bien su obra, cosa que me llena de orgullo. Otras veces expresan su aprobación a los editores. Es muy positivo para los que trabajamos no sólo por el dinero sino porque amamos lo que hacemos.

-¿Cuál fue el trabajo que más le gustó realizar hasta ahora?

-Hay algunos que me dieron más satisfacción como la portada de Hechizo (Sarah Singleton - Destino/Planeta) que lleva la imagen de mi hija Romina, o algunas históricas como Calígula, o varios libros de César Vidal. Pero me gustan todos los que siento que han quedado bien. A veces me dejan más contento a mí que a las editoriales, y otras al revés.

Sin vuelta, apuesta al primer mundo

-¿Cómo se observa Uruguay desde la perspectiva que se encuentra hoy?

-Es un país de recuerdos. Pasé momentos inmensamente felices allí, como el haber compartido con mi esposa tantas vivencias, o cuando nacieron nuestros hijos Romina y Bruno, momentos inolvidables con mis amigos y también en mi infancia. A nivel profesional no observo a Uruguay como una posibilidad concreta de trabajo. Prefiero mirar hacia Europa o incluso Estados Unidos para algunos proyectos. Tampoco soy el tipo de profesional que le sirve al país, porque me dedico a algo que casi no existe allí.

-¿Volvería?

-Volver a vivir a Uruguay nunca se me ha pasado por la cabeza, sólo eventualmente para ver a nuestra gente querida.

-¿Cómo se formó?

-Con el profesor Alvaro Fontana, con quien tengo una fuerte amistad hoy en día. La escuela era Continental Schools , muy conocida por sus clases por correspondencia en toda América. En Uruguay, por ser un país pequeño, existía además la opción de tomar clases personales, y tuve la grandísima suerte de que el profesor en cuestión era Alvaro, él fue el factor fundamental en mi formación. Luego adquirí bastante oficio y velocidad trabajando en publicidad, sobre todo en la responsabilidad para los plazos de entrega.

-¿Qué artistas influyeron en su cabeza y en su obra?

Mis artistas favoritos son unos cuantos, Alberto Breccia, Mignola, Frazetta, Doré, Zaffino, Caravaggio, Mariano Fortuny, Jan Saudek, Witkin, etc. En mi página web www.alejandrocolucci.com hay una lista bastante completa de ellos en el apartado de influencias. Toda la vida me gustó el género fantástico y los comics. Luego, como adulto me sentí más atraído por lo histórico, pero siempre he combinado las dos cosas. Necesito que todo tenga al menos un punto de fantasía o irrealidad.

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