Un nudo en la garganta

| El huracán está pegando, aunque todavía no de frente, explican los expertos. Ahora, la crisis psicológica está instalada en la cabeza de todos y, por ende, las emociones comportamientos y sentimientos ya agitan las aguas.

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GABRIELA VAZ

Es como si estuviéramos parados en una gran campiña verde, pero la pantalla de un GPS te avisa que dos kilómetros más adelante hay un enorme embotellamiento. Mirás a tu alrededor y te preguntás ¿será verdad? Por un lado, no lo podés creer. Y por otro, te produce miedo e incertidumbre. El gran denominador de la situación es una tensa espera". Verónica Massonier, psicóloga social, habla de la crisis.

Los números mandan, marean, asustan. El mundo vive una de las peores crisis financieras de su historia. Empresas que ostentaban una solidez abrumadora hoy están en bancarrota; hombres de negocios poderosos han sufrido pérdidas millonarias insoportables; y la Organización Internacional de Trabajo prevé que 51 millones de personas quedarán sin empleo en el correr de 2009, totalizando más de 230 millones desempleados en todo el planeta.

No hay dudas, los datos son intimidantes. Sin embargo, en Uruguay, la crisis todavía no pegó de frente. Y los especialistas dicen que no se sabe cuándo ni en qué medida lo hará. En todo caso, la población puede darse por avisada. "Nunca antes la sociedad había estado tan expuesta, anticipadamente, a un suceso macroeconómico", señala Massonier.

Y, de alguna manera, esta suerte de "sensación térmica" de crisis incide en el comportamiento, aún en aquellos que hasta el momento no se han visto afectados directamente.

¿Qué genera saber que se vive en tiempos críticos? De acuerdo a expertos europeos: frustración, ansiedad, baja autoestima y agresividad. Y eso, sin distinciones. No importa que su economía doméstica permanezca incambiada. Importa la percepción de crisis.

La psicóloga española Lidia Navarro se explaya al respecto: "Es peor la sensación de crisis que la crisis en sí. Ahora mismo, está influyendo mucho la percepción, sea real o no. Hay quienes realmente no se encuentran influenciados por la crisis directamente pero sí sienten criterios de inadaptación que los desajustan a nivel emocional por miedo a llegar a padecer dicha crisis". Según explicó la especialista a la agencia Europa Press, eso se debe al miedo que se está transmitiendo a nivel social sobre este fenómeno financiero, lo que genera "frustración, ansiedad, fobias y tensiones en el hogar y en el trabajo". Los más vulnerables a verse envueltos en esa sensación de crisis, según Navarro, son los jóvenes que recién ingresan al mercado laboral, las personas de tercera edad que no tienen trabajo, y las mujeres.

Si eso sucede apenas por un entorno complejo, ni qué hablar de los que ya han sido tragados por este huracán de formato económico. La cifra de víctimas, incluso mortales, aumenta cada día: quebrados, desempleados, sucumbidos ante el suicidio, ante la culpa o el pavor.

¿Será que no es para tanto? La mayoría de los economistas uruguayos dice que sí, que es para mucho. No obstante, no son pocas las voces que se alzan pidiendo calma y denunciando una exageración de la alarma pública, con dedos que acusan a ciertos "ólogos" de sembrar un pánico innecesario.

Lo cierto es que la crisis tiene tantos "efectos psicológicos" como financieros. O más.

escalas. Para dar una dimensión ajustada al asunto, lo primero es apuntar a los hechos. El contexto internacional cambió en forma dramática y Uruguay está inmerso en él. "Hay una sensación que no proviene de los medios, sino de los hechos ocurridos en los últimos meses. Crisis hay y es muy profunda. Posiblemente, por su gravedad, sólo tiene antecedentes en la de 1929. Es un consenso a nivel de gobiernos. Entonces la gente tiene argumentos serios para estar preocupada", apunta el economista José Manuel Quijano.

Los estudiosos no se cansan de enumerar la larga lista de sucesos que conforman la cronología de la crisis: quiebras, estafas, números que caen, bancos que cierran, inversores que mueren. Las fichas que aún se mantienen en pie tiemblan ante el efecto dominó. El miedo es otro de los denominadores comunes por estos días.

Sólo en Italia, por ejemplo, cuatro de cada diez personas teme perder el empleo, según el instituto de investigación social Censis, en Roma. Otra encuesta en el mismo país, de la agencia Demos & Pi, reveló que miles que aún no han visto los efectos de la crisis igual ya se están ajustando el cinturón: el 43% compra menos ropa, el 35% recortó sus salidas a comer afuera y el 41% afirma que está usando menos energía eléctrica.

Debido a esto, algunos medios han hablado de "pánico generalizado" entre italianos. Pero la verdad es que se trata de una reacción esperable. Con el pronóstico de crisis en la mano, muchos optan por prevenir.

Esa misma expectativa afecta el curso de la economía. "Las familias suelen ser más juiciosas al momento de tomar crédito, de comprar bienes durables como electrodomésticos, de viajar al exterior, porque ese es el tipo de ahorro que se puede implementar sin realizar un sacrificio importante. Es mucho más sacrificado decidir consumir menos en el supermercado, sobre todo si uno todavía cuenta con el ingreso para hacerlo", dice el economista Pablo Roselli, de la consultora Tea Deloitte.

Y es que, a nivel doméstico, la crisis mundial todavía no ha aterrizado en Uruguay. Pero el saber que está ahí, acechando, genera múltiples sensaciones, sobre todo teniendo en cuenta una herida que apenas está cicatrizando: la producida en 2002. "Todavía está muy presente aquella crisis en la piel de la gente, en lo afectivo. La diferencia es que en aquel momento sobrevino de repente, y nos tuvimos que adaptar. La peculiaridad de la situación actual es que estamos anticipando algo que todavía no está instalado y no sabemos si lo va a estar. El gran denominador del momento es una tensa espera", afirma la psicóloga social Verónica Massonier.

Con ese aprendizaje a cuestas, ¿cómo reaccionarán los uruguayos ahora? A nivel económico, hay previsiones. "El concepto de crisis establece incertidumbre", señala Ramón Pampin, economista de PriceWaterhouse Coopers, y añade que, por ende, las familias consumen menos, ahorran más y piden menos crédito.

A nivel emocional, en tanto, ¿hay forma de prepararse para una crisis? Difícil. Tanto que se habla de descontrol en algunos lares. Un investigador español llamado Josep Font aseguró: "A los estudiosos de los mercados financieros y de la economía en general nos sorprenden las dimensiones psicológicas que está alcanzando esta crisis (...) La estamos viviendo con un cierto pánico, a mi entender, exagerado. No se han destruido las bases de la economía, no estamos en la posguerra ni es el año 1929, como muchos rememoran". También la psicóloga Navarro intenta echar paños fríos. "Se está asustando demasiado y hay repercusiones a nivel general. Un sector de la población se está derrumbando sin que le afecte directamente la crisis".

Sin desconocer el problema, la especialista opina que las empresas deben transmitir seguridad y recomienda a las compañías que no están siendo afectadas por la crisis comunicarlo, pues de lo contrario "afectaría al rendimiento laboral, porque la gente tiene una percepción subjetiva de la situación".

APRENDER. La propia economía se rige por percepciones. Por eso, lo que la gente crea que sucede por la crisis puede incidir en la crisis en sí. Para graficar estos mecanismos, el economista Quijano recurre a la definición de "efecto pobreza" y "efecto riqueza". "Cuando hay un proceso de auge en la bolsa, eso se denomina `efecto riqueza`. Es decir, las acciones suben de valor: pasan de 100 pesos a valer 120 o 130. Si usted tiene acciones, aunque no las venda, se sabe más rico que antes. Cuando pasa lo contrario, está bajo el `efecto pobreza`: usted se siente más pobre, porque su patrimonio en la bolsa ha disminuido. De hecho, `es` más pobre porque si quisiera vender sus acciones, le darían mucho menos dinero". Por eso, todo lo que la gente sienta o crea es vital. Sobre todo la confianza, capital difícil de conseguir.

"En el plano cultural, estas crisis han sido abonadas por el individualismo más egoísta, por la búsqueda desenfrenada de lucro, por la irresponsabilidad sobre las consecuencias de los propios actos. Allí está la crisis esencial: se trata de una crisis ética, y como tal también hay que enfrentarla", apunta el psicólogo social Luis Carrizo, magíster en Desarrollo Local y Regional.

En ese marco, las miradas apuntan al proceder de los responsables de las grandes empresas. Algunas poco ayudan. "Un ejecutivo de una financiera muy importante de Estados Unidos acaba de ser despedido porque en medio de la crisis destinó un millón de dólares a remodelar su oficina. Son conductas reñidas con la ética y la mínima responsabilidad. Eso suma el grado de descrédito", añade Quijano.

Incapaces de enfrentar la crisis, unos no dan cuenta de ella y otros directamente dan la batalla por perdida. Millonarios e inversores que se han visto en escenarios insoportables optaron por el suicidio (ver recuadro), fenómeno que podría extenderse. Según la Organización Mundial de la Salud, la crisis aumentará los suicidios y los problemas de salud mental.

En Uruguay, ya se pueden observar algunas de las conductas que la gente eligió en este panorama, aún de "precrisis". "Para algunos puede predominar una sensación de repliegue: observo, no me muevo o me muevo pero con cautela. En otros, se ve una pre- disposición a disfrutar: `disfrutemos ahora, que no sabemos qué sucederá después. En las dudas, las vacaciones ya las tengo vividas`. Por eso se explica un consumo muy hedonista. Es eso de permitirse cosas, aún con la sombra de que quizá en el futuro uno no podrá permitírselas. No toda la sociedad responde con el `no consumo`. También se tiende a decir `hoy es hoy`. La sociedad está valorizando mucho la experiencia", dice Massonier.

El vaso medio lleno. Esa es la visión de muchos especialistas, que apuntan a lo positivo que se puede sacar de esta situación. Un ejemplo lo da el psicólogo Carrizo: "A nivel microsocial, se puede apuntar a fortalecer los mecanismos de control, seguridad y prevención: se ajusta el gasto personal y familiar, se revisan prioridades, se postergan decisiones. No siempre esto se podrá hacer sin conflictos, y a nivel de familia será conveniente colocar los argumentos y las frustraciones sobre la mesa para definir una estrategia compartida. Esto contribuye a un modelo básico de diálogo, responsabilidad, comprensión mutua y confianza".

Algo de ello fue referido por el mexicano Carlos Slim, el segundo hombre más rico del mundo, en una carta que le envió a sus empleados a fines del año pasado con recomendaciones para afrontar la crisis, donde además del plano laboral, da consejos hasta para la vida personal, haciendo especial hincapié en la calma y la confianza (ver servicio). "Debemos aprender la lección", señala.

Los uruguayos tienen una lección de la que aprender. Aunque a mucho menor escala, la crisis de 2002 fue un cimbronazo todavía muy vívido. ¿Algo de aquella experiencia puede servir para afrontar los efectos de esta otra crisis, tanto más atemorizante? Para la psicóloga Verónica Massonier, es imposible vaticinar cómo actuará la gente si es que este fenómeno golpea en el país con la misma fuerza que lo viene haciendo en tantas partes del mundo. "No sabemos cómo actuaríamos si se instala la crisis precisamente porque uno va acumulando experiencias anteriores. Muchas personas fueron afectadas en 2002 y se fueron recuperando, pero la herida todavía está cerca en el recuerdo. ¿Cómo reaccionar frente a otra situación difícil? Bueno, sería diferente, porque ya hay un aprendizaje de lo que funcionó y de lo que no. Sería distinto porque nosotros somos diferentes. Tenemos un aprendizaje que otras sociedades no tienen, o lo tienen de otra manera".

¿Es posible prepararse? Complejo, pero lo básico, para la psicóloga es "ser consciente, estar atento a las señales, porque en cada entorno laboral y económico la situación y los tiempos son distintos. Estar alerta para captar lo que está pasando, y cómo nos puede llegar a impactar".

Sentimientos de culpa por decidir un despido

Despidos multitudinarios en varias empresas del mundo; mucho se habla de los nuevos desempleados y poco de quienes deben tomar esa decisión, pero atrás de un despido hay un jefe que tuvo que elegir y avisar. Y a muchos de esos responsables los abruma luego un gran sentimiento de culpa. "A nadie le gusta amputar un brazo al enfermo, aunque sea para salvar una vida", grafica Antonio Delgado, miembro de la consultora Tower Perrin, al diario El País de Madrid.

Las crisis son momentos de gran exigencia para los jefes. "Saben que hay mucha gente mirándolos, leyendo en sus caras lo que ocurre", coinciden psicólogos.

Juan Rivera, ejecutivo español de una multinacional farmacéutica, debió echar una vez a 150 personas. "Me repetía que no era culpa mía, pero me preguntaba si no lo podría haber hecho mejor". Otro empresario europeo, del sector automóvil, revela: "Lo peor es decidir con quién te quedas..."

Consejos de un verdadero rico

El mexicano Carlos Slim, el segundo hombre más rico del mundo, escribió una carta a sus empleados con recomendaciones para enfrentar la crisis, que luego difundieron medios de todo el mundo. Aquí hay algunas. Cuide su trabajo. Sea más eficiente, cuide la continuidad de la empresa.

Baje el nivel de gastos personales. Procure no gastar en cosas que no sean de primera necesidad.

Ahorre. Todo lo que pueda.

Mantenga su dinero en el banco. Por más que escuchen que hay bancos quebrando, es muy improbable que eso suceda en México.

Bajar lo más posible sus deudas. Sobre todo las que tengan una tasa de interés que no sea fija.

Conclusión. Es incierto cuánto durará esta crisis mundial. Gente con la que he platicado extensamente comentan que mínimo 6 meses, pero que puede llegar a dos años. Lo importante es entender el porqué sucedió, aprender de la lección, y no dejarse llevar por gente alarmista, de periodistas hasta gente cercana. Es su derecho estar informados.

Si se instala la crisis, ¿cómo actuaríamos los uruguayos? Todavía late el recuerdo 2002.

Problemas sexuales suben con desempleo

Hasta la cama están llegando los efectos de la crisis económica en el mundo. Y no precisamente por eso de consultar los problemas con la almohada. Expertos han confirmado que hay un significativo aumento de las consultas por disfunciones sexuales, y lo adjudican a los bajones en la Bolsa, o mejor dicho, a las consecuencias de éstos.

Al parecer, el crecimiento de la disfunción eréctil corre en paralelo con el aumento del desempleo. Según el urólogo Luis Prieto, del Instituto de Fertilidad y Ginecología de Bernabeu de Alicante (España), la preocupación derivada de la recesión económica se traduce en "insomnio, falta de apetito, cansancio, tristeza, nerviosismo, irritabilidad y pesimismo", todas alteraciones que provocan menos relajación y peores condiciones para las relaciones sexuales.

El prototipo consta de hombres entre 35 y 40 años sin alteraciones orgánicas que han quedado sin empleo.

"Epidemia" de suicidios de super millonarios

"Pasar del máximo esplendor a no atreverse a mirar a la cara de los demás es complicado. Hace falta una estructura de personalidad muy fuerte para asumir cambios brutales y rápidos que convierten a personas habituadas al triunfo en víctimas de lo que sienten como vergüenza pública". Miquel Roca, secretario de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental, habla de los hombres de negocios del mundo cuyas vidas se ha cobrado la crisis financiera. Empresarios, inversores, millonarios que vieron cómo los proyectos de sus vidas se desvanecían. Y no lo aguantaron.

Hasta el momento, al menos seis multimillonarios se suicidaron debido a las pérdidas económicas sufridas en las últimas semanas. Uno de los más renombrados fue Adolf Merckle, el quinto hombre más rico de Alemania, que había acumulado alrededor de 16.000 millones de dólares en deudas, quien se tiró delante de un tren los primeros días de enero.

Pero la lista es larga. Christen Schnor, casado, con dos hijos, era jefe del negocio asegurador del HSBC y tenía una cartera importante de Madoff -la mayor estafa de la historia, que hizo desaparecer unos 50.000 millones de dólares-, se ahorcó en la lujosa habitación de un hotel. Thierry de la Villehuchet, gestor de fondos, perdió más de mil millones en el mismo fraude, Madoff, y se cortó las venas. Patrick Rocca, un inversor inmobiliario de 42 años con una fortuna tasada en 500 millones de euros, se pegó un tiro en su jardín. Steven Good, presidente de una de las mayores inmobiliarias de Estados Unidos, que ha realizado ventas por 10.000 millones de dólares, se disparó en su Jaguar.

Algunos medios ya han utilizado el término "epidemia" para referirse a los suicidios, y dan cuenta de que el fenómeno revive lo ocurrido en 1929. Sin embargo, expertos opinan que son circunstanciales. "Los suicidios de quienes no soportan perder poder, dinero o prestigio son, hasta cierto punto, anecdóticos. La crisis no aumentará las patologías mentales, aunque puede agravar las patologías menores", dice el psiquiatra español Jerónimo Saiz.

Las cifras

6 Cantidad de multimillonarios que se suicidaron en las últimas semanas debido a las pérdidas sufridas por la crisis financiera.

16.000 Millones de dólares en deudas que tenía Adolf Merckle, el quinto hombre más rico de Alemania. Se tiró abajo de un tren.

28% Porcentaje de italianos que dijo tener "miedo" de entrar a las tiendas y tentarse de gastar dinero, en tiempos de crisis.

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