Seis de cada diez mujeres mayores de cincuenta años reconocen que su peso influye negativamente en su vida, siete de cada diez han tratado de adelgazar, 4% admite darse atracones de comida y 8% reporta realizar purgas para no engordar.
Para llegar a estos resultados, publicados en Journal of Eating Disorders, expertos de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos) le pidieron a 1.849 mujeres de 50 años o más que respondieran un formulario. En sus conclusiones se puede leer que 13% de las entrevistadas admitió tener algún tipo de trastorno alimentario.
"Ellas están sufriendo más presiones que nunca sobre su aspecto y eso las empuja a seguir hábitos alimentarios poco saludables para poder tener el cuerpo de una persona más joven", explica la doctora Cynthia Bulik, autora del estudio y directora de un programa de trastornos de la alimentación. "La diferencia entre lo que ven en el espejo y lo que ven en las revistas es deprimente para muchas mujeres", agrega Bulik.
En América Latina, la realidad no es muy distinta y también se presentan casos en los consultorios. "En general estas patologías no se gestan en la adultez", señala Milagros Fernández, especialista en trastornos alimentarios y docente en la Universidad Católica del Uruguay. Suelen ser mujeres que tuvieron trastornos alimenticios en la adolescencia, no consultaron o aprendieron a vivir con la enfermedad, que puede reactivarse después de los 40 años. "Hay más tiempo para uno mismo, para la segunda juventud y ahí es donde se reactiva", señala.
Es en el período donde los hijos crecieron y muchas veces comienzan a independizarse, donde estos trastornos reaparecen. "Se vuelven a conectar con la baja autoestima, los miedos", dice.
Fernández ha visto "bastantes" pacientes de este tipo. Personas que viven una crisis existencial en la que no pueden encarar el envejecimiento, el paso del tiempo. "Hay mucho, pero mucho miedo", insiste.
Anorexia y bulimia pueden aparecer en este período aunque este último trastorno es más frecuente. Pierden el control de lo que ingieren y pueden darse atracones (no necesariamente vomitan después). "Se terminan atracando y hay sobrepeso o cambio de peso. Más cerca del verano es donde yo tengo más consultas porque empiezan una etapa restrictiva y no toleran darse un atracón. Uno les muestra que la insatisfacción no tiene que ver con eso".
En Chile, la realidad no es muy distinta. "Hemos visto pacientes con problemas de tipo anoréxico en la perimenopausia y climaterio, es decir, entre los 45 y 55 años", dice el médico Andrés Heerlein, psiquiatra de Clínica Alemana de Chile.
En general, según el experto, en estas pacientes se ve una "gerontofobia" marcada. "Hay un no aceptar la vejez como una parte natural del ciclo de vida. Además, las mujeres en el paso a la tercera edad tienen factores que las llevan a aumentar de peso, pero algunas tienen una negación de ese proceso".
CRONIFICACIÓN. "Los trastornos alimentarios en las mujeres mayores es un tema que cada vez tiene mayor relevancia. Cada día hay más pacientes porque se tienden a cronificar a lo largo del tiempo. Empiezan con síntomas en la adolescencia, que si no son tratados o no son bien tratados, se manifiestan en la adultez", dice la psicóloga de la unidad de nutrición de Clínica chilena Las Condes, María Ignacia Burr.
Según Burr, estas mujeres tienen un patrón común: "Son las que toda la vida han hecho dietas y tienen una distorsión de su imagen. En la base tienen una autoestima muy determinada por el peso. Por eso intentan adelgazar de distintas formas, haciendo dietas, operándose o haciéndose masajes. Buscan una imagen corporal perfecta para ser felices, pero llegar a eso es imposible".
En Clínica Las Condes, la mayor cantidad de mujeres sobre los 50 años que llegan a consulta por problemas alimentarios tiene trastorno por atracón.
"Es decir, son pacientes que comen grandes cantidades de comida y luego no buscan una compensación, a diferencia de las bulímicas. Muchas veces ellas llegan a la consulta porque se preocupan por el sobrepeso y ahí vemos que de base hay un trastorno alimentario. En general, viven un período de privación, 10 días de una dieta restrictiva, por ejemplo, y después, cuando se eleva la ansiedad, comen de manera brutal. Y eso hace que oscilen mucho en su peso", explican.
Eso sí, también llegan varias pacientes con bulimia nerviosa, que vomitan, toman laxantes o van exageradamente al gimnasio "para compensar lo que comen", y en tercer lugar, algunas restrictivas "en el polo de la anorexia".
"El tratamiento es más complejo cuando son adultas porque tienen menor apoyo familiar. En el caso de las adolescentes, la familia está encima de ellas, pero en las mujeres adultas son muy pocas las personas que se dan cuenta, porque son autónomas, autovalentes y con sus propios ingresos", dice el doctor Heerlein.
La psicóloga María Ignacia Burr coincide con él, y agrega que "el trastorno con atracón es el que tiene mejor pronóstico. Por eso yo les diría que vayan a la consulta, porque les va a ir bien".
El caso de las anoréxicas, en cambio, es más difícil, "pero también se las puede ayudar". * En base a El Mercurio/GDA