¿Se puede cambiar después de los 30?

mujer celular. Foto.: iStock

Por mucho tiempo los psicólogos creyeron que la personalidad se consolidaba y no podía modificarse después de cierta madurez. Hoy diversos estudios lo rebaten.

Existe algo así como un acuerdo ampliamente aceptado entre psicólogos al afirmar que la personalidad puede categorizarse en cinco rasgos: la apertura a la experiencia, la extraversión, la agradabilidad, la minuciosidad y el neuroticismo. Según los expertos estos rasgos son "relativamente estables" después de la edad de 30 años.

"Pero hay posibilidades de cambiarlos. No es que estén grabados en una piedra. Las personas poseen un gran potencial para desarrollar su personalidad y extenderla más allá. No somos víctimas de nuestra biología ni de nuestra biografía", dice Brian Little desde la Universidad de Cambridge. Little es profesor de investigación del Departamento de Psicología de esa universidad y además es autor del libro Me, myself, and us: The science of personality and the art of well-being (que podría traducirse como Yo, yo mismo y nosotros: la ciencia de la personalidad y el arte del bienestar).

Brian Little junto a varios psicólogos contemporáneos han echado abajo un paradigma que hasta hace poco rigió a la psicología más tradicional. Una idea que aseguraba que la personalidad se establecía —se "fijaba"— cuando se era adulto joven y no se modificaba más. Esta forma de entender y analizar la personalidad se basaba en la "teoría del yeso", descrita a fines de 1800 por el filósofo estadounidense William James, profesor de Psicología en Harvard. Este académico decía en su obra fundamental: "A la edad de los 30 años nuestra personalidad se fija como lo haría el yeso y nunca se ablandará de nuevo".

En la última década, estudios de distintas universidades del mundo han descrito la personalidad ya no como rígida ni irrefutable. Uno de los pioneros en investigarla fue Paul Costa, profesor adjunto de Psicología Médica del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad Duke, en Estados Unidos. Costa, considerado uno de los más prestigiosos investigadores en este tema a nivel internacional, es reconocido por sus conocimientos en el modelo de los cinco rasgos de personalidad.

"Los resultados de nuestra investigación indican que los procesos de maduración de la personalidad innatos llegan a su punto final en algún momento a fines de los 30 años y a principios de los 40 en la mayoría de los países. Después de que la personalidad se ha desarrollado o ha llegado a niveles terminales, los cambios en los niveles de los rasgos de personalidad, por lo general, se logran mediante un esfuerzo consciente para alterar en un sentido positivo o negativo. Esto puede ser mediante una terapia cognitivo-conductual. En la mayoría de los casos, el cambio se produce por una decisión voluntaria".

Según Brent W. Robert, profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Illinois, no hay ningún significado real de la importancia de la edad de 30 años como un momento de cambio. Solo representa una de las últimas edades en una larga línea de edades que, según lo que los psicólogos han argumentado, demarcan "madurez". Aunque los cambios más notorios se producen en las edades tempranas, eso no implicaría que en las etapas posteriores la posibilidad de que esto ocurra no exista.

"No debemos confundir la tendencia de no cambiar con la capacidad que tenemos de cambiar. Por supuesto, es posible que disminuya nuestra motivación de cambiar a medida que envejecemos pero (si queremos cambiar) se necesita una gran cantidad de trabajo, ya sea siendo joven como viejo", comenta.

Por su parte, Abigail Stewart, profesora de Psicología y Estudios de la Mujer de la Universidad de Michigan, sostiene que aunque no son tan rápidos como antes, hay un montón de evidencia de cambio significativo en la personalidad después de los 20 años. "No creo que sea porque cambiar implique un mayor esfuerzo; simplemente es porque los cambios son menos frecuentes", agrega.

Con su investigación Roberts ha concluido que los cambios experimentados por los adultos jóvenes son mayoritariamente positivos y guardarían relación con la "madurez emocional".  

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COMPORTAMIENTO El Mercurio/GDA

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