Sapo Zas: Pasión por el archivo, el miedo que lo hizo serigrafista y una crisis de los 40 con clases de armónica

El conductor de "Fácil desviarse" y "5 Sentidos" se mueve entre periodismo, música y cultura. Es fan de Jaime Roos, hincha de Peñarol, escritor y hurgador de archivos de todo tipo.

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Diego "El Sapo" Zas.
Foto: Leo Mainé.

Hace siete años que vive con su esposa y su hija de 9 años en una casa de Pocitos en la que por todos lados hay objetos que dan algo de información sobre sus habitantes. “El palo de hockey es de mi hija”, dice Diego “El Sapo” Zas (47 años). En lo que llama su santuario, hay un reproductor de VHS y un dibujo de Jaime Roos con la camiseta de Defensor Sporting. “¿Sos hincha?”, pregunta Domingo. “Soy muy hincha de Jaime”, responde quien ha hecho de la música y el material de archivo dos insumos claves para desarrollarse en lo que siempre quiso trabajar, el periodismo.

Aclara que en el fútbol su corazoncito es amarillo y negro. “Te diría que soy una persona muy racional, poco fanática, pero puedo ponerme el chip de fanático cuando se trata de Peñarol. Y así como puedo ponérmelo, puedo sacármelo. Me gusta el juego de gastar al otro”, confiesa y agrega que esa pasión le viene de su padre. “Estuvo en la final del ‘87 contra el América de Cali, en Santiago de Chile”, apunta sobre la última vez que Peñarol salió Campeón de América.

En su caso, no es de ir al Campeón del Siglo. Le cuesta que le lleve tanto tiempo ir y volver. Pero si hay partido en el Estadio Centenario, va.

Volviendo a Jaime Roos, está entre los artistas que le gustan, como Buenos Muchachos o La Vela Puerca. Este último caso lo explica porque su hermano es el manager. “Te diría que buena parte de mi cultura musical y mi amor por la música, viene por mi hermano mayor, Juan”, señala.

El dibujo de Jaime lo hizo el escritor y músico Nico Barcia, al estilo de sus libros de Espantajulepes, y fue un regalo de cumpleaños de Juanchi Hounie, Nicolás Batalla y Jorge Balmelli, sus compañeros en el programa radial Fácil desviarse (Del Sol FM). Quizás porque al Sapo le gustan también los dibujos, en definitiva allí está el origen de su apodo.

“De chico, con mis amigos habíamos creado como un mundo de fantasía, el mundo de los sapos. Había una voz de sapo, un dibujo de sapo, hacíamos cómics de sapos… Me empezaron a decir sapo, sapo… y quedó”, cuenta.

Diego Zas. Foto: Difusión

Camino marcado

El Sapo siempre supo que iba a estudiar Comunicación. Cuando terminó el liceo, en el San Juan Bautista, le quedó matemática de quinto año, por lo que no pudo entrar a Facultad. Aprovechó para irse de viaje solo por Europa con algo de plata que había juntado.

Entonces le sacó rédito a dos cosas. La primera, que gracias a que su madre trabajaba en Lan Chile, conseguía pasajes gratis. La segunda, que por su ascendencia danesa por parte materna —su segundo apellido es Segato Hansen— logró que unos familiares lejanos lo alojaran en Dinamarca. “Desde ahí me empecé a mover. Fui a la recolección de manzana para ver si conseguía trabajo, pero no conseguí. Tambien anduve por Italia…”, rememora.

De regreso se metió de lleno en los estudios. “Soy un sobreviviente de la generación de la Licenciatura de Comunicación que arrancó con 500 personas en la Iglesia Evangélica Metodista”, dice al recordar el año que esta Facultad de la Udelar se quedó sin local por un derrumbe del techo. También cursó Comunicación Social en la UTU, pero no la terminó. Esto hace que tenga una pesadilla recurrente en la que no termina el liceo.

“Soy licenciado de la Udelar, la UTU no la terminé y en mi sueño al liceo tampoco”, lanza entre risas.

Tuvo un pasaje por una agencia de publicidad que cerró en la crisis de 2002. Ahí se asustó, pensó que no iba a poder trabajar de lo que le gustaba y se anotó en un curso de serigrafía en la Escuela de Artes y Artesanías Pedro Figari. “Pensaba ilusamente que iba a vender calcomanías y remeras”, comenta el dueño de un título que nunca ejerció, pero por una buena razón: “Pude empezar a enganchar laburitos de periodismo y lentamente me fui metiendo en el mundo que yo quería meterme”.

Empezó editando el programa Segundo intento, de Felipe Reyes, en Urbana FM. En los ratos libres bajaba al lobby de radio El Espectador a fumar —“en esa época se podía”, aclara— y veía por el televisor la transmisión del programa En perspectiva, de Emiliano Cotelo. Un día un gerente le preguntó qué hacía ahí, él le contó que estudiaba periodismo y aquel le sugirió dejar su currículum.

Lo llamaron para hacer una suplencia de producción en La brújula, un programa que estaba terminando. Gonzalo Sobral lo invitó a quedarse e ingresó en la segunda mañana de En Perspectiva. Cuando se armó el programa Asuntos pendientes, fue de productor. La propuesta fue mutando hasta desaparecer. Ahí le dijeron que pensara algo para hacer en la tarde de la radio. “Ya lo tengo pensado hace mucho tiempo, un programa con Juanchi Hounie”, contestó. Así arrancó en 2011 la historia de Suena tremendo.

“Para nosotros Suena tremendo es el CURCC de Fácil desviarse porque cambió de nombre como Peñarol”, explica el Sapo sobre lo que ocurrió cuando El Espectador no les cedió el nombre del programa. “Nació con ese espíritu de mezclar desde los contenidos, pero también en la forma, hasta tener una aproximación menos convencional a la política. Metíamos mucha música, mucha cultura, muchos temas que no eran de coyuntura”, añade sobre el antecedente del programa que hoy conduce junto a su amigo Juanchi, al que conoció cuando tenía 6 años en el colegio British.

Con el tiempo, cuando El Espectador se sumó al Grupo Magnolio, recuperaron el nombre Suena tremendo y decidieron usarlo para un programa de música de los domingos que sale cada tanto.

En televisión, la carrera del Sapo se construyó en Canal 5. Comenzó en La noticia y su contexto, donde hacía una columna de música por sugerencia de Gonzalo Delgado. En paralelo realizó Video parlante, en el que invitaba músicos para comentar videos —“me encantó ese formato”, apunta—, luego estuvo en el cultural EPA (Esto Pasa Aquí) y de allí pasó a Periodistas. Entremedio hubo otros programas, como los especiales Zig Zas, donde empezó abordando temas vinculados a la pandemia y luego lo llevó a otros lados, y una temporada en Séptimo día (Canal 12). Actualmente integra el equipo del periodístico 5 Sentidos.

“En la tele me ha tocado dividirme entre el periodismo puro y duro y el periodismo cultural”, expresa y asegura que le gusta encarar propuestas que le permitan una mirada de largo aliento sobre un tema, como la que logró con el especial El tabú de la carne de caballo en Uruguay, realizado para la plataforma Reacción. Su modelo es el programa El otro lado, que hacía el periodista argentino Fabián Polosecki. “Un formato callejero muy libre y muy colgado”, describe.

Jorge Traverso vuelve a la televisión en "´Periodistas". Lo acompañan Alfonso Lessa, Cecilia Olivera, Diego Zas y María Eugenia Cattaneo.
Uno de los equipos de "Periodistas" (Canal 5).

Pasión por el archivo

“A mí me encantaría que mi trabajo fuera pura y exclusivamente hurgar en el pasado”, confiesa. “Soy un enfermo del archivo: libros, discos, diarios viejos... Me gusta reconstruir, que cosas que pasaron no queden en el olvido. Es un poco el concepto que me empuja”, afirma y se lamenta de que en Uruguay haya una “falta absoluta de archivo”.

Desde hace un tiempo se está dedicando a subir en un canal de YouTube que creó especialmente, fragmentos de programas conducidos por el periodista Ángel María Luna. Comenzó con Fin de Siglo, “que a mí me encantaba, es un periodismo que ya no se hace más, aunque no sé si hoy tendría cabida”, reflexiona.

“Un día entrevistando a Juan Pablo Luna, que nunca había asociado que era el hijo hasta ese momento, le conté lo que estaba haciendo. Él me dijo que tenía todos los VHS del padre y me los ofreció. Fui a la casa, me traje la mitad y están ahí, porque lleva su tiempo subirlos y lo hago como hobby”, dice y señala su santuario.

Todo esto quizás explique que sea más fanático de ver documentales que de colgarse con una ficción, aunque alguna que otra serie mira. Su perdición es la plataforma de la BBC, donde encuentra documentales de todo tipo.

El Sapo también es escritor. En sus inicios en el periodismo revela haber escrito “para todo tipo de revistas”. Hoy cuenta con tres libros publicados: No me vengas con historias (2013), la historia de 40 canciones uruguayas; Los 90. Relatos de una década bisagra (2016), en que por cada año cuenta un episodio político, uno cultural y uno social, y Memorias de la crisis (2022), sobre la crisis económica del 2002.

“Me gusta cualquier soporte que permita contar una historia, reconstruir una historia básicamente. Sea radio, televisión, por escrito… No es la regla de lo que hago día a día porque trabajo con la coyuntura, pero es lo que más me gusta”, asevera.

¿Y esa guitarra que está por allá? “Toco unos acordes, pero no podría animar ni un fogón. En una crisis de los 40 empecé clases de armónica, pero las abandoné. Igual, No te puedo matar, de Los Buitres, creo que te la puedo tocar”, arriesga sonriente.

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