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No es lo mismo: la química cara a cara después de muchas citas virtuales

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Cita virtual. Foto: shutterstock

COMPORTAMIENTO

En pandemia, muchos solteros recurrieron a las citas por video para forjar conexiones. Pero la atracción en línea no fue la misma que cuando se conocieron.

Cita virtual. Foto: shutterstock
Cita virtual. Foto: shutterstock

Cuando Casey Boykins, una actriz de 24 años de Brooklyn, Nueva York, empezó a salir con Allie, una actriz de 26 años, en marzo, la química entre ellas era innegable. Se habían conocido dos semanas antes en el Magnet Theater Training Center de Manhattan, cuando fueron elegidas para participar en la misma obra. Sin embargo, antes de que tuvieran la oportunidad de convivir fuera del trabajo, el cierre del coronavirus obligó a Boykins a pasar la cuarentena en Chicago con su padre. Decidió enviarle un mensaje a Allie en Instagram y entablar una conversación que esperaba que diera como resultado una relación. Organizaron una cita por FaceTime con tragos caseros.

Se sintió exactamente como una primera cita, excepto que no puedes besar a la persona al final”, dijo Boykins. “No pasábamos más de dos o tres días sin vernos por videollamada. Y también hablábamos por teléfono durante horas”.

Después de cuatro meses de videollamadas, la comodidad que sentían aumentó y sus conversaciones se volvieron más íntimas. “No creo que haya hablado por teléfono tanto tiempo con alguien desde la secundaria”, dijo Boykins. “Aprendimos mucho la una de la otra y pasamos tanto tiempo hablando que parecía que estábamos en una relación”.

Cuando Boykins regresó a Nueva York en julio, invitó a Allie a una cita en su departamento. De manera sorprendente, la química en persona no coincidió con la que se sintió durante los cuatro meses de citas por videollamadas. “Había hablado con ella durante tanto tiempo que parecía que nos conocíamos”, dijo. “Lo único raro fue cuando me pregunté cómo nos íbamos a tomar de la mano o cómo sería el primer movimiento”.

No obstante, cuando llegó el momento de abrazarse, Boykins notó instantáneamente que algo se sentía fuera de lugar. Durante el resto de la noche, no se tocaron. Cuando la cita terminó, un mensaje de texto de Allie decía que su energía en persona se sentía amistosa.

“No creo que trate de enamorarme de alguien de esa manera otra vez”, dijo. “Fue muy triste y también confuso, porque sentí que estaba siendo yo misma. Pero no todo el mundo es la misma persona por teléfono y en la vida real”.

La química que se desarrolló por video, pero que no está presente en la vida real, no es poco común para los solteros que optaron por las citas por videollamadas durante la pandemia. Las habilidades de selección no son el tema en ese tipo de desconexión, sino más bien los límites de un escenario bidimensional.

Las apps son el punto de encuentro

No son una novedad y vienen marcando el camino de lo romántico desde hace unos cuantos años. Pero las cuarentenas y el distanciamiento social que se han llevado a cabo en distintos países desde el año pasado mostraron un crecimiento. Ya al comienzo de la pandemia, las aplicaciones empezaron a convertirse en el principal escenario no solo para conocer gente, sino para las primeras citas. Según la agencia AFP, el 29 de marzo Tinder alcanzó un máximo histórico de uso, con más de tres mil millones de “deslizamientos” (swipes), y el número de mensajes intercambiados en la aplicación rival Bumble se incrementó un 26% en dos semanas de marzo en Estados Unidos. Zach Schleien lanzó su aplicación Filter Off para citas rápidas de video justo antes de la irrupción de la pandemia y solo unos cuantos miles se sumaron a la propuesta.

Pero eso cambió rápidamente. “Es como un aumento del 7.000% en menos de un mes”, dijo en su momento el neoyorquino de 29 años, convencido de que las citas en línea son la mejor forma de evaluar el posible interés romántico antes de pasar a una cita en persona.

“Lo que sucede es que cuando conocemos a alguien por primera vez después de una cita por video, ya hay algo de familiaridad”, dijo Jacqueline Mendez, terapeuta matrimonial y familiar y terapeuta sexual certificada en Los Ángeles.

“Sentimos que conocemos a esa persona pero, en realidad, solo conocemos la fachada de la persona.

“El video solo nos da una vista de alguien”, dijo. “Hay una pieza faltante de la energía física de la persona. Por eso, lo que termina sucediendo es que empezamos a desarrollar una fantasía del otro solo con la información que tenemos. Y entonces la ilusión toma el control y empezamos a imaginar cómo será esa persona, cómo será cuando finalmente nos encontremos; y comenzamos a alimentar y nutrir la fantasía”.

Boykins aprendió la importancia de la interacción física para decidir si realmente hay una conexión. “Hay tantos detalles que se suman para que me guste una persona y tiene que ver con la manera en que mueve su cuerpo, la manera en que te toca el brazo cuando te habla y cómo te mira y te hace sentir cuando está cerca”, agregó. “Pero no creo que puedas entender nada de eso por teléfono”.

Aunque saber si te gusta el sonido de la voz de alguien o su sentido del humor puede suceder a través de videollamadas, Boykins cree que la compatibilidad o una chispa tiene que suceder cuando dos personas están frente a frente, cuando están haciendo contacto visual.

Otra desventaja de las citas por videollamada es la imposibilidad de ver el cuerpo completo y los gestos.

“Nos gusta mucho el movimiento; eso tiene que ver con nuestra corteza visual”, dijo Anne-Maartje Oud, una experta en comportamiento y asesora que vive en Ámsterdam. “Queremos ver a la gente, pero el video es solo un escenario en 2D, y eso es muy difícil para nuestro cerebro porque deseamos ver todo lo demás. Así que no es la interacción que necesitas cuando realmente quieres conectarte con alguien, porque no vemos todas las partes del cuerpo”.

Oud también señala la importancia de la proximidad en las citas. Con el video, no hay una distancia establecida. “Si gentilmente quiero acercarme un poco para tocarte, tal vez en la vida real dirías: ‘Oye, vete’”, comentó. “O tal vez lo aceptes y te guste. Pero toda esa compenetración y establecer lo que cada uno prefiere no tiene lugar en video”.

Otro problema son las expectativas físicas no satisfechas. Cuando Catalina Mejía, una periodista bilingüe de 24 años en Washington, se encontró con un hombre con el que se había estado comunicando regularmente en FaceTime durante un mes y medio, se sorprendió al descubrir que era más bajo de lo que ella esperaba. “Si hubiera sido una situación diferente en la que lo hubiera conocido en persona, tal vez su altura no hubiera sido un problema porque sé en lo que me estoy metiendo”, señaló.

Aunque sus conversaciones parecían fluir fácilmente a través de FaceTime, al hablar en persona comenzó a sentir una vibra inesperada e incómoda.

“En un momento, me dijo: ‘Creo que deberíamos pasar al siguiente nivel’”, explica Mejía. “Y yo le dije: ‘¿De qué estás hablando?’. Luego me preguntó si podía tomar mi mano y empecé a pensar: ¿estamos en el jardín de infantes, acaso? Esperaba que tomara la iniciativa, porque ya habíamos hablado por bastante tiempo. Me parecía que, hasta cierto punto, mi interés era evidente”.

Para todos los gustos

El comportamiento en la virtualidad, sobre todo en las apps de citas, es muy variado. En una nota anterior de Revista Domingo, el psicólogo Roberto Balaguer explicó: “Hay gente que las prueba, está un tiempo, coincide con alguien y se va. Hay otros que pueden ser usuarios pasajeros y otros que pueden estar porque buscan otra cosa. Conseguir una relación estable tiene más que ver con la disección que con el medio”.

Mejía admite que a partir de sus interacciones en video se hizo una imagen de cómo sería el chico en persona, algo que Oud describe como una respuesta natural al conocer a alguien virtualmente. “Analizamos todo y analizamos a una persona de la cabeza a los pies”, dijo Oud. “Y luego eso te brinda información y datos que te hacen algo, ese es tu filtro. Puede ser que te guste una persona pero, si no tienes toda la información, probablemente te la imagines de alguna manera”.

Que la química pueda establecerse a través de videollamadas depende únicamente de lo mucho que ambas partes se esfuercen para que su conexión virtual imite una conexión en persona. Oud sugiere mostrarse completamente de pie y darse la vuelta para tener una visión clara de cómo te ves, incluso si eso resulta incómodo. También sugiere no solo escuchar y hacer preguntas, sino crear más interacción. “Reúnanse lo antes posible cuando sea seguro y, si no pueden, traten de entender cómo obtener más información sobre esa persona no solo hablando cara a cara”, sugirió Oud. “Tal vez quieras ver lo que llevan puesto o qué libros tienen, pero cuando se trata de lenguaje corporal y comportamiento, necesitas mucha más información que una sola conversación”.

Instagram, red de citas

Para quienes no se sienten cómodos en aplicaciones de citas, las redes sociales son otro punto de encuentro. Sobre todo Instagram, elegida por millennials y centennials. En una nota de The New York Times, se la describe como un portfolio de la persona. Ya no hay dos, tres fotos como en Tinder. En Instagram podés conocer (o al menos ver) mucho más. Y el interés puede ser menos directo, a través de “me gusta” y “ver historias”.

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