Piratas con el sello de Tournier

| El animador enfrenta su mayor desafío pero está tranquilo. Su preocupación es que Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe, su primer largometraje, transmita el mensaje deseado, algo que dice está en declive en industrias como la de Hollywood.

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DANIELA BLUTH

Fue un pionero en Uruguay y ahora sí que se trae algo grande entre manos. La vida del animador y cineasta Walter Tournier, por estos días, se divide entre Montevideo, Santiago de Chile y Buenos Aires. Y cuando está aquí, en su estudio de la calle La Paz, su cabeza está pendiente de cada paso del proceso de posproducción de su primer largometraje, Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe, que se estrenará en febrero 2012. Más allá de estar frente a su mayor desafío creativo, este hombre alto, flaco y de hablar pausado, luce tranquilo y sin grandes apuros. Es que buena parte del trabajo ya está hecho: durante un año y tres meses se filmó en cuatro estudios simultáneos, todos ellos en la sede de Tournier Animación. Fueron 1.200 escenas, decenas de muñecos de látex y silicona, varias escenografías y un equipo de más de 50 personas en su mayoría uruguayas pero también de Argentina, Chile y Cuba. Ahora es el turno de hacer el montaje y la mezcla de sonido en Buenos Aires (Maiz Producciones) y los fondos digitales en el país andino (Cine Animadores), las dos contrapartes de esta coproducción que comenzó en noviembre de 2009 y costó alrededor de 1.300.000 dólares. Hasta este momento Tournier sólo había hecho cortos y mediometrajes, pero reconoce que "un largo" es el objetivo de todo cineasta. "De eso no nos salvamos. Y estoy contentísimo".

La película cuenta la historia del pirata escocés Alexander Selkirk, quien vivió a fines de 1600 e inspiró al escritor Daniel Dafoe para crear el personaje de Robinson Crusoe. Pelirrojo, ceñudo y con un poco de mal carácter, una pelea con el capitán del barco en el que viajaba le valió ser abandonado en una de las islas del archipiélago Juan Fernández, en el Pacífico Sur, frente a Chile. Allí vivió cuatro años, acompañado solamente por ratas, gatos y cabras que habían quedado de la época del descubrimiento, allá por el 1500. Sobrevivió gracias a la exuberante naturaleza del lugar, con la que tuvo que aprender a convivir. Hasta allí la historia real, que llegó a oídos de Esteban Schroeder -productor ejecutivo de este proyecto con su empresa La Suma. "De alguna manera, nosotros hicimos lo mismo que Dafoe: investigamos lo que le había pasado a Selkirk y novelamos la historia", dice Tournier. Las peripecias de este pirata son conocidas sobre todo en Chile, pero su fama internacional no alcanza a la de Robinson Crusoe, con cuyo nombre fue bautizada la principal isla del archipiélago.

La primera escena se ubica en una taberna de Londres, cuando la tripulación se conoce en medio de un clima de camaradería, y recrea toda la travesía del galeón Cinque Ports. "Mostramos lo que era la vida de los piratas arriba del barco, el aburrimiento, la falta de comida y también las peleas, como la que tiene Selkirk con su capitán", explica el director. Cuenta la leyenda que Selkirk le sugirió al capitán que había que "carenar el barco", un proceso que implica sacar la nave del agua, dejarla con el casco hacia arriba y limpiar los moluscos que se van prendiendo a él con el paso del tiempo. Pero el capitán se negó y abandonó al marinero en la isla mayor del archipiélago. Al parecer, Selkirk tenía razón, pues el barco inglés se hundió poco tiempo después.

La historia parece sencilla, si no fuera porque cada uno de los protagonistas requirió cinco muñecos -para los secundarios fueron suficientes dos o tres- que le dieron vida. Cada uno implica un modelo inicial trazado en lápiz, una estructura metálica, moldes de yeso, rellenos de látex o silicona y un vestuario tan detallado que incluye bordados en hilo dorado y armas en miniatura. En la técnica de Stop Motion (animación cuadro por cuadro), en la que se ha especializado Tournier, filmar una escena de cuatro segundos en la que aparecen 24 personajes en movimiento puede llevar tres días de trabajo (ver nota aparte).

Solamente construir el barco -que varía según el deterioro o el momento de la historia-, insumió tres meses y varias jornadas de bucear entre las páginas de libros de aventuras y piratas. En el estudio todavía se pueden ver las tres cubiertas diferentes que se hicieron para poder filmar en simultáneo. Como un gran juego de Playmobil, los modelos hechos por Fabián Tournier (sobrino del director) incluyen mástiles, velas, cañones, camarotes y hasta áreas de servicio, como una cocina con todos los utensilios. La dirección de arte estuvo a cargo de Lala Severi y el equipo de animadores reunió nombres como el de Pablo Turcatti, Juan Andrés Fontán y María Podestá, a quienes se sumaron durante varios meses el cubano Joel Ortiz y la argentina Magalí Zadoff.

La primera versión del guión nació entre Tournier y Mario Jacob, director de producción. A la hora de darle la forma definitiva se incorporó el argentino Enrique Cortés. Ante la pregunta de por qué muchas películas uruguayas fallan en la capacidad de contar una historia, Tournier responde que "no es un tema fácil" y que "falta experiencia". En este caso, cuenta el director, la película se fue transformando en pos de buscar un mejor desarrollo del argumento. "Hemos incorporado algunos diálogos, por ejemplo, para que las escenas sean más comprensibles, y hemos eliminado otras cosas que ensuciaban el relato. Creo que hemos ido construyendo una historia bastante sólida, llegando a un buen producto. Al menos eso espero", dice.

Cada uno de los países involucrados en el film se encarga de una parte de la realización y de conseguir los fondos correspondientes a esa área. En las próximas semanas se terminarán de grabar las voces en Buenos Aires, mientras en Santiago se está trabajando en los fondos de todas las escenas, como ser mares, muelles, cielos y paisajes de todo tipo. La película se filmó en alta definición (HD) y se ampliará a formato cine.

Más allá del rendimiento técnico, sobre el cual Tournier se muestra confiado, una de sus principales preocupaciones es el mensaje que transmita su película, un aspecto que opina viene en claro declive en industrias como la de Hollywood. En el caso de Selkirk, el contacto con la naturaleza provoca un cambio en su personalidad, caracterizada por la intolerancia. "Él cambia su forma de actuar y sus objetivos en la vida a partir de esa experiencia con la naturaleza, y ese es el mensaje que queremos dar", reflexiona.

Mientras se ajustan los últimos detalles en el exterior, Tournier está planeando la mejor bienvenida para Selkirk en Uruguay. En la agenda está prevista una muestra interactiva en la sede de Antel, auspiciante del proyecto, que incluirá una exposición de la escenografía y los personajes, además de charlas con los responsables de las distintas áreas del film. La primera escala de Selkirk será Montevideo, luego el recorrido se extenderá por todo el país.

El camino recorrido

Nuestro Pequeño Paraíso (1983). "Una realización íntegramente mía desde el guión a la animación. A través de la experiencia del personaje abordo un tema que hasta el día de hoy me preocupa: los medios de comunicación".

Los Tatitos (1996 y 2001). "Me permitieron volver a la animación y, gracias a que salieron en horario central, sorprenderme por la llegada masiva al público. Me quitó el miedo que tenía de no poder llegar a interesar a los más pequeños".

El jefe y el Carpintero (2000). "Mi primer corto en participar en una serie internacional con las exigencias que ello conlleva y poder producir para un país europeo. Integra la serie llamada Cuentos Animados del Mundo".

Derechos del Niño (2000-2005). "Una serie de 11 capítulos que si bien tiene el común denominador de los derechos, es muy variada en cuanto a quienes está destinada, con un fuerte énfasis en adolescentes y mayores".

Tonky (2008). "Con Tonky me siento niño y trato de comunicarme a ese nivel. Incorporé a su hermanita Micaela para ampliar el rango de espectadores. Sigo tratando de entretener dando valores humanos sin recurrir a la violencia".

Escuela de cine para América

Walter Tournier colaboró en el armado de la carrera de Animación de la Universidad ORT, pero luego se desvinculó por no coincidir con los objetivos. Desde entonces, o quizás incluso desde antes, la idea de fundar una escuela da vueltas en su cabeza. "Cuesta un poco", dice resignado. Intentó en Argentina: "Pero no se me dio", recuerda. En Uruguay, ha dado talleres, pero le gustaría desarrollar un proyecto "que se encare como una carrera, como se piensa en Europa o Estados Unidos".

Su apuesta es ambiciosa: armar una propuesta "integral" y "latinoamericana". "No hay una escuela integral, donde se enseñe todo, desde 2D, flash, stop motion, 3D... todo. Y no sólo la técnica, el software, sino también actuación, cómo pensar ideas, crear historias, hacer buenos guiones, experimentar, y todo eso lleva mucho tiempo. Un colega de Dinamarca me decía que él calculaba que para que saliera un buen animador les llevaba 5 o 6 años, como en cualquier profesión. Yo siempre digo, una cosa es mover y otra muy distinta es animar. Mover, mueve cualquiera, animar no. Justamente el nombre lo dice, animar es darle vida, alma, una determinada personalidad".

Tournier siente que tanto en EE.UU. como en otras partes del mundo, hay una gran falta de valores. "Se usa mucho el mensaje fácil, la competencia, la lucha, el bueno contra el malo, los efectos, y se pueden transmitir otros valores que no sean sólo eso. Son contadas con los dedos de la mano las películas de animación que llegan acá que transmiten determinados valores".

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