"Pingüino en un país gótico"

| Nuevo libro sobre Kirchner muestra su peor cara: un líder oportunista que busca perpetuarse en el poder, gobierna para las encuestas y es el presidente más rico.

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William Ferreira

¿Happy Feet o el pingüino de Ciudad Gótica? Néstor Kirchner se refiere a sí mismo como "un pobre pingüino" y pide ayuda (votos) a los argentinos para "refundar la patria" frente a los depredadores que quieren devolverla al infierno neoliberal de los `90. Es el héroe débil, la marginación del pingüinito de la película animada. Con el lente opositor, en cambio, la ternura se hace manipulación y Kirchner se parece más al villano de Batman, un multimillonario y excéntrico, demagogo, y lo peor: la cabeza de una red política financiada con fondos públicos y de códigos mafiosos.

Uno de los defensores de esta última versión de Kirchner estuvo la semana pasada en Montevideo; se llama Fernando Iglesias, es periodista y candidato a diputado por el grupo de Elisa Carrió, y presentó acá su libro Kirchner & yo, por qué no soy kirchnerista. El texto es una de las críticas más completas y sólidas al oficialismo que haya aparecido en la campaña electoral en Argentina. El 28 de octubre, la primera dama Cristina Fernández tiene grandes chances de suceder a su esposo, según los sondeos.

Para Iglesias, el lanzamiento de Cristina como postulante expresa la estrategia de Kirchner. "Es un proyecto para hacer de la Presidencia un bien ganancial de los Kirchner y además, para evitar la lógica del Partido de Judas".

Cuando Carlos Menem cayó en desgracia, Eduardo Duhalde y Kirchner se encargaron de terminar de matarlo, dijeron (y dicen) que los males del país eran responsabilidad del neoliberalismo de los `90 sin contar que ambos participaron de la gestión de Menem. Luego habría tiempo para que Kirchner aplicara la misma traición a Duhalde. Así funciona el peronismo (PJ, Partido Justicialista o "de Judas", según Iglesias), y ahora el presidente quiere evitar el desgaste personal y que un sucesor lo "apuñale por la espalda". "Es un mecanismo de sucesión mafioso, para decirlo con todas las letras", agrega Iglesias.

Esta lógica responde a la esencia del peronismo, que de acuerdo a Iglesias, tiene por único objetivo el de "ganar elecciones". La idea es olfatear lo que hay en la calle y armar el programa más conveniente para su llegada al poder. "Y una vez allí, hacer lo de siempre: reparto de cargos y corrupción".

En los `90, el mundo iba hacia el neoliberalismo, entonces el peronismo adscribió a esa ideología con Menem. Ahora, es tiempo de propuestas progresistas y ahí aparece Kirchner, también un tardío defensor del medioambiente. "Él gobierna para quedar bien en las encuestas; si el conflicto por Botnia da rédito político, entonces Kirchner se suma y apoya los cortes. Todo político debe tener algo de eso, una obligación de representar los intereses de la gente, pero también hay que liderar con planes a largo plazo", dice Iglesias.

El capital político de Kirchner se basa en la condena a los años `90 y una política de Derechos Humanos. El libro de Iglesias repasa la biografía de Kirchner: durante la dictadura: era un abogado de financieras hipotecarias y se dedicaba a rematar las viviendas de los morosos. Así acumuló 29 propiedades y una fortuna de 7 millones de dólares que lo transforman en el presidente más rico de la historia argentina. En los `90, fue gobernador peronista de Menem en Santa Cruz; lo llamó "amigo" y el presidente que más atención le había prestado al Sur del país "desde Magallanes". También fue el principal promotor de la privatización de la petrolera YPF.

Iglesias sabe que su libro es muy molesto en campaña electoral y advierte a los kirchneristas: "no se enojen, traigan una condena de Kirchner al gobierno de Menem fechada en los años `90". Por ahora, nadie respondió.

DUAL. Pero la lógica peronista de Kirchner no alcanza para comprenderlo. De hecho, el presidente es solo un "peronista de método". No nombra a Perón, ni se canta la marcha en su actos, no suenan los bombos; quiere del PJ su aparato, su estilo demagógico, pero con su sello propio: la K.

Iglesias define al kirchnerismo como un peronismo no peronista, montonerismo no montonero y progresismo sin progreso. Cristina lanzó su candidatura el 19 de julio en un teatro de La Plata lleno de funcionarios, gobernadores e intendentes afines al gobierno. Afuera quedaron las agrupaciones peronistas que se pelearon por quedar en la mejor posición frente a una pantalla que transmitía el discurso de la postulante. En el mismo, ella habló de un "modelo industrial". Para Iglesias, ese modelo de país está perimido y el futuro está en la sociedad de la información y en el valor agregado a los productos. "No es casualidad que el kirchnerismo haya perdido en Capital Federal, Tierra del Fuego y Santa Fe; allí están los núcleos de producción más avanzados y ellos quieren otra cosa". En la Provincia de Buenos Aires, la periferia industrial, se hace fuerte el peronismo.

Pese a todo, ¿cómo se explica la popularidad del presidente? Según Iglesias, Argentina vive un proceso de recuperación económica y la gente piensa que "cualquier cambio, es malo. Yo pienso lo contrario, así vamos a otra crisis".

Una sociedad sin capacidad de autocrítica

La manipulación de los indicadores económicos y la eventualidad de un fraude dominan la campaña argentina a un mes de los comicios.

El gobierno minimiza la inflación, que ubica en un 5%, mientras representantes de la oposición hablan de un aumento de 15% al menos. Varios funcionarios del Indec (el INE argentino), fueron removidos por el gobierno y se multiplican las denuncias sobre la credibilidad de ese organismo.

El mes pasado, en las elecciones a gobernador de Córdoba, el candidato kirchnerista se habría impuesto apenas por 2.000 votos. Su rival denunció fraude y pidió el recuento de los votos, lo que está en veremos. Con este antecedente, los candidatos presidenciales Elisa Carrió y Ricardo López Murphy pidieron al gobierno que convoque a veedores internacionales para vigilar la limpieza de los comicios. La respuesta oficial fue negativa, que eso violaba "la soberanía nacional".

"Este gobierno ha hecho de la mentira su principal arma. Yo espero que no, pero el riesgo de fraude está", dijo Fernando Iglesias, autor del libro Kirchner & yo, por qué no soy kirchnerista, y candidato a diputado por la Coalición Cívica, de Carrió.

En el libro, Iglesias compara los datos del gobierno de Kirchner con el de Carlos Menem y resulta que en los `90 había mejor distribución de la riqueza y casi todos los indicadores sociales eran más positivos que los actuales.

Para Iglesias, Kirchner cambió la convertibilidad 1 a 1, por 3 a 1. Ambas artificiales, sustenta la economía con enormes subsidios al transporte, el agro y la industria para contener el aumento de precios. Aún así, la inflación crece y el país sufre crisis energética. "Si uno analiza lo que pasaba a mediados de los 80, los problemas eran los mismos y se terminó después en la hiperinflación", dice Iglesias.

Para él, entonces, de mantenerse este modelo la convertibilidad 3 a 1 podría explotar en unos cinco años, salvo que "se corrija el rumbo".

Pero las crisis cíclicas del país no son responsabilidad de Kirchner, Menem o Alfonsín. "La sociedad argentina tiene escasísima capacidad de autocrítica y siempre la culpa es de los otros. Eso se tiene que terminar".

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