NOMBRES
La actriz siempre sintió un vínculo místico con e director. En Madres paralelas, su séptima colaboración con él, demuestra por qué es un ícono del cine español.
Cabe preguntarse si Penélope Cruz invocó la primera llamada telefónica de Pedro Almodóvar. De niña en Madrid, veía sus películas una y otra vez en cintas de Betamax, con la esperanza de que el cineasta español pudiera encontrarle un lugar en su mundo brillante y audaz. Soñaba tanto con eso que el día que la llamó para ofrecerle un papel, ni siquiera sintió que fuese la primera llamada. Más bien sintió que era la décima o la centésima conversación con alguien que ya conocía muy bien.
Ese vínculo se fortaleció mucho más cuando Almodóvar le pidió que fuese a su apartamento para leer las escenas. Cruz recién empezaba su carrera como actriz: era 1992 y sus dos primeras películas, Jamón, jamón y Belle époque, acababan de estrenarse, pero mientras leía sus diálogos en la cocina de Almodóvar, quien ya era una figura importante, su conexión no podría haber sido más natural.
“Es difícil explicarlo sin que suene raro”, me dijo, “pero nos conocemos y podemos sentirnos, podemos leernos la mente”.
Cruz no bromea sobre la última parte: cuando se trata de Almodóvar, afirma poseer una intuición casi mística. El cineasta no la eligió en ese primer encuentro -el papel era para una mujer de 35 años y ella solo tenía 18- pero durante los años siguientes, la actriz siguió soñando con Almodóvar e imaginaba en qué parte de Madrid podría estar. Luego iba al teatro o a la discoteca donde se lo había imaginado y allí, entre siluetas mucho más convencionales, distinguía su inconfundible pompón de pelo.
¿Qué haces cuando sientes una conexión que es tanto natural como sobrenatural? Si eres como Cruz y Almodóvar, al final te rindes y haces siete películas juntos. Su último proyecto, Madres paralelas, protagonizado por Cruz quien encarna a una madre que lucha con un terrible secreto, es uno de los mejores.
Premiada en Venecia
Su actuación finamente calibrada fue galardonada con la Copa Volpi en el Festival de Cine de Venecia y recibió los honores a la mejor actriz de la Asociación de Críticos de Cine de Los Ángeles y la Sociedad Nacional de Críticos de Cine.
También podría lograr que la española, de 47 años, y ganadora del Oscar por Vicky Cristina Barcelona, tenga su cuarta nominación a los Premios de la Academia de los Estados Unidos. Le envié un correo electrónico a Almodóvar para preguntarle qué pensaba de las visiones místicas de Cruz y, al principio, se vio tentado por la posibilidad de desacreditarlas: cuando se conocieron, las rutinas de él eran célebres en Madrid y no era difícil encontrarlo. Sin embargo, dijo que el asombroso poder de la creencia de Cruz había demostrado ser la clave de su relación de trabajo. “Penélope tiene una fe ciega en mí”, escribió Almodóvar en un extenso correo electrónico. “Está convencida de que soy mejor director y escritor de lo que realmente soy. Esa fe ciega me llena de confianza para pedirle cualquier cosa, mientras que la confianza que ella deposita en mí le permite hacer cosas durante el rodaje que, tal vez, no se atrevería a intentar con otros directores porque sabe que la estoy mirando como a través de mil ojos”.
Cuando se trata de la intuición de Cruz, la gente sabe que es mejor no discutir con ella, y Madres paralelas ofrece un gran ejemplo. Fue en 1999 cuando Almodóvar le mencionó por primera vez el proyecto, y acababan de filmar dos películas juntos, Carne trémula y Todo sobre mi madre, en la que ella interpretaba a una mujer embarazada. Madres paralelas habría sido la tercera película consecutiva: mientras Almodóvar explicaba la trama de la historia, le dijo a Cruz que tenía que interpretar a la joven Ana, una de las dos madres solteras cuyos bebés recién nacidos son cambiados al nacer.
Pero en ese momento, la intuición de Cruz se manifestó y se sintió atraída por la madre mayor, Janis, una fotógrafa segura de sí misma que lidia con un embarazo inesperado y un capítulo oscuro de la historia de España. El proyecto tardaría dos décadas en materializarse, pero en 2020, cuando Almodóvar le dijo a Cruz que había resucitado Madres paralelas y la tenía en mente para interpretar a Janis… bueno, ¿no es lindo cuando algo sale de una forma tan perfecta?

Un papel a medida
Es difícil imaginar a alguien que no sea Cruz en el papel porque, en muchos sentidos, ha pasado toda su vida formándose para encarnarlo. Al igual que Janis, a Cruz le encanta la fotografía, una afición que cultiva desde que era adolescente. (Emociona verla empuñando una cámara en la primera escena de Madres paralelas, instruyendo a un hombre sobre cómo posar para ella, ya que Cruz creció siendo una suerte de musa ingenua para esos hombres). En el papel de Janis es elegante y cosmopolita, mezcla jeans y ropa de diseñador con buen gusto pero nunca sobreproducida. Y, en esta etapa de su vida, cuando cría a dos hijos con su esposo, el actor Javier Bardem, experimenta la maternidad.
La trama de Madres paralelas no ha avanzado mucho cuando surge un giro inesperado: Janis descubre la verdad sobre el hijo que creía que era suyo. Mientras le oculta ese secreto a Ana, Janis se divide en dos porque debe actuar como una madre feliz y tranquila, aunque su culpa se acrecienta y pareciera que un desenlace angustioso es casi inevitable. Esa sensación de dualidad terminó siendo lo más desafiante para que Cruz pudiera conectarse con el papel, dijo el director del filme.
Dos referentes del cine español
“Poder expresar, a la vez, un sentimiento y su sentimiento opuesto es increíblemente difícil”, dijo Pedro Almodóvar. Y agregó: “Penélope lo logra, aunque eso no está en su naturaleza”.
Cruz pidió hacer un proceso de ensayos inusualmente largo que duró varios meses, mientras trataba de llegar al núcleo de un personaje que experimenta un conflicto constante con sus propios sentimientos.
Janis debe reprimirse, pero Penélope Cruz no. Durante una videollamada desde Madrid, se mostró cálida y efusiva, y a pesar de estar confinada a la ventana de Zoom, logró utilizar todo el encuadre, gesticulando de manera expresiva como quien juega a las charadas.
“¿Cómo hablar de esta película sin sonar como: ‘Ay, pobre de mí, sufres tanto con un personaje así?’”, se preguntó. “Pero tampoco quiero mentir y decirte que fue muy fácil”. Una película para ver, sin dudas, de dos referentes del cine español.