CATERINA NOTARGIOVANNI
Gonzalo Otálora quería ser bello como Brad Pitt o Mariano Martínez, pero la naturaleza no fue tan generosa. La miopía, los dientes de conejo y unos granos desagradables hicieron de su infancia y adolescencia un verdadero martirio. Rechazado sistemáticamente por las mujeres, fue siempre el blanco de las burlas escolares. Atormentado, hizo de todo: dietas, gimnasio e incluso cirugía plástica. Pero el alivio no llegaba, se seguía sintiendo feo. Entonces, le cayó la ficha: "identifiqué a la belleza ideal como una estafa e inmediatamente abandoné la fantasía de que podía ser lindo", cuenta el argentino autor de "Feo".
A Gonzalo sí que le tocó bailar con la más fea, pero pudo sacar provecho de ello, escribir un libro y hacer campaña contra el "invento nefasto" de los parámetros de belleza que, según él, "trituran la autoestima".
ESTIGMA. Aunque la fealdad de Otálora era temporal (¿qué adolescente no tiene granos o frenillos?), el estigma de repulsivo dejó secuelas posteriores. A fuerza de maltrato se convirtió de víctima en victimario. Se burlaba de otros, se divertía "tocándole el culo a sus compañeras, rompía todo a patadas" y se sentía irritado todo el tiempo.
La resaca de esa hostilidad se refleja en inseguridad y baja tolerancia a la crítica que el autor admite seguir sintiendo.
En consecuencia, Otálora se puso en contacto con autoridades argentinas de la educación para dar su testimonio a alumnos, maestras y docentes sobre cómo se vive desde el niño que sufre. "Yo digo: no prohibamos las bromas en el colegio, prohibamos la sistematización de la broma. El tomar de punto a un chico, que los maestros puedan equilibrar la balanza y que los padres sepan cuando un chico sufre y cuando no. Además, qué medida toma un colegio frente a esto. Eso es lo que quiero debatir", explica.
El autor considera que la sociedad tolera mejor la fealdad en un hombre que en una mujer: "La belleza siempre estuvo regida por la mujer. Ellas marcaron el parámetro. El hombre, de algún modo acompañaba desde su lugar de machismo. Ahora estamos en una posición de igualdad, pero las mujeres sufren más porque no pueden reírse de ellas, nosotros sí. De hecho, las mujeres son las que más sufren de bulimia y anorexia. Por otro lado, nosotros podemos acudir a una prostituta, en cambio para ellas es conflictivo ir a un taxi boy".
Otálora ya perdió la cuenta de las veces que fue rechazado por una mujer, aunque admite buena parte de la responsabilidad. "porque como estaba desesperado salteaba todo lo que puede entenderse como un acto galante: te invitaba a salir y en vez de ponernos a charlar yo trataba rápidamente de besarte. Obviamente me iba mal. Me lanzaba desesperadamente a tener sexo, que era lo único que me validaba a mí como hombre. Yo no buscaba el amor aunque lo necesitaba, buscaba tener el sexo que mis compañeros tenían y yo no", dice refiriéndose a sus colegas "lindos".
En el trabajo, otro martirio. No bien lo veían, le agradecía la visita y lo mandaban mudar. "Nadie lo decía explícitamente, pero notaba en las caras que los lentes culo de botella eran insuperables", cuenta entre risas.
A fuerza de golpes, Otálora aprendió mucho de estética. Para él, la belleza es clasista. "Tuve la fortuna de nacer en una familia de clase media porque de lo contrario tendría la fealdad de la pobreza. Sólo si tenés dinero podés llegar a ser bello", afirma.
Después de mucho sufrir, de pelearse con el mundo, de psicólogos y de cirugías estéticas, Otálora hizo "click", aprendió y se reconcilió con su aspecto. "El problema no es la imagen, es cómo uno se sienta, cómo lo encare y cómo lo asuma. Se puede ser feo y exitoso porque la diferencia entre la belleza y la fealdad no es estética sino interna" dice, aunque acota: "si uno es feo tiene que ser consciente que le va a costar más porque al lindo las cosas les resultan un poco más fácil. Metafóricamente: los feos arrancamos el partido de la vida con menos diez, mientras que los lindos arrancan ganando 4 a 0. Eso no quiere decir que lo puedan ganar".
Las diez ventajas
Una decena de beneficios de ser feo según Gonzalo Otálora. Jamás una viuda negra podrá desvalijarle la casa. Si una mina linda quiere estar con nosotros y enseguida ir a casa, algo anda mal.
Acoso sexual en el trabajo, por suerte, ni por asomo algún jefe se le ocurrirá acosarnos, por lógicas circunstancias.
Tampoco se puede dudar de la idoneidad en el trabajo. A las chicas lindas se las acusa de trepadores o de acostarse con el jefe así escalan posiciones. Si una chica fea asciende, nadie duda de su capacidad para el puesto.
La pobre Chachi Tedesco, que casi se arruina la carrera por grabarse teniendo sexo… u hombres que son extorsionados… imposible que me ocurra a mi, ¿Quién querrá guardar como recuerdo mi participación en algo así?
Si logramos vencer el fantasma del cuerpo perfecto, no nos para nadie.
Después de sortear la primera impresión, que es la que cuenta: las bromas y todo, cuando se enamoran, es el amor más honesto de todos.
Nos ahorramos la entrada en el boliche, porque nos rebotan en la puerta.
No sufrimos la burocracia estatal o privada, con tal de no vernos, nos atienden rápido.
Si dejas de juzgarte frente al espejo se termina la angustia.
Los feos merecemos el premio Nobel de la paz. Dicen que a los 11 años desaparecí de casa y que fui abducido… los extraterrestres me analizaron y dijeron, ah, si los terrestres son así, mejor rajarnos que contagiarnos. No conviene invadir el planeta tierra. Los feos salvamos a la humanidad.
"Prohibamos la sistematización de la broma en las escuelas", sugiere el autor del libro.
Víctimas y victimarios
"Feo" está escrito con humor, pero termina seriamente. En el epílogo, el autor cita el caso de la escuela de Carmen de Patagones donde en el año 2000, un joven cansado de que lo llamen "pantriste" mató a 6 compañeros e hirió a otros 5. "...no estoy justificando la reacción, pero evidentemente a nadie le importó el calvario de los "diferentes" hasta que sufrieron los "normales". "¿Cuál es la diferencia entre clavar una puñalada al estómago y una a la autoestima", se pregunta. Da para pensar. El libro es editado por Planeta y se vende a $ 320.