"Nos atrae la angustia"

| Psicoanalista, guitarrista, cantante, hombre de radio, televisión y teatro, partenaire durante 14 años de Alejandro Dolina y ahora novelista. El polifacético Gabriel Rolón acaba de publicar "Los Padecientes". Desde Argentina habla de ese apasionante thriller y de mucho más. ¿Cómo se combinan los medios con el psicoanálisis? ¿Qué lo aleja del ámbito académico?

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CARLOS TAPIA

No importa que uno sea un personaje de ficción y otro un mero producto de la realidad, el psicoanalista Pablo Rouviot y su colega Gabriel Rolón tienen mucho en común. Ambos, por una cosa u otra, están alejados del ámbito académico. Ambos viven la vida a máxima velocidad. Ambos sienten atracción por la angustia. Y ambos, vaya coincidencia, tienen una muy parecida forma de pensar y analizar los hechos de la realidad. Quizá estos no sean más que los vicios del oficio. De todos modos se reconocen diferencias. Rouviot es el protagonista de Los Padecientes (Planeta, 2010), un apasionante thriller psicológico en el cual, a partir de las herramientas que dispone por su profesión, es capaz de desentrañar los pormenores de un brutal crimen, cuyo responsable tiene en ascuas al lector hasta las últimas páginas. Rolón, en cambio, reparte su vida entre los pacientes, la música y el mundo mediático. Y ahora también vuelve a pisar fuerte como escritor.

De cantante y guitarrero, a psicoanalista televisivo, a pensador y humorista radial, a novelista… Sin embargo, cuando se le pregunta cuál es su "verdadera profesión", él no duda siquiera un instante. "Mi principal actividad está con los pacientes. Entro al consultorio a las nueve de la mañana y a veces estoy hasta las ocho y media de la noche. Es lo que me demanda más tiempo y jamás lo dejaría".

Su voz es pausada. A cada pregunta la sigue el silencio, unos instantes de reflexión y después la respuesta. Sus enunciados son claros, con puntos, comas, puntos y comas, y signos de exclamación en los momentos que sus expresiones lo requieren. Él sabe comunicar más allá de las paredes de su consultorio. Hizo radio. Estuvo 14 años junto a Alejandro Dolina en La venganza será terrible -el programa más escuchado de las madrugadas argentinas-, también participó como columnista en otros proyectos y condujo el suyo propio: Noche de diván. Llegó a la televisión de la mano de Roberto Petinatto con Todos al diván. Y protagonizó el programa Terapia. Única sesión, que se emitió en horario central por el canal América TV. También se animó a hacer teatro, en un espectáculo donde responde las consultas de sus espectadores y habla de temas tales como las relaciones de pareja, los hijos y los duelos.

Los Padecientes es su tercer libro y su primera novela. Antes publicó Historias de diván (Planeta, 2007) y Palabras cruzadas (Planeta, 2009), textos en los que presenta varios casos clínicos tratados por él. Hoy confiesa que, además de sus pacientes, lo único que no podría abandonar es la escritura. "Puede que un día las editoriales se aviven y ya no pueda publicar más -bromea-, pero de todos modos voy a seguir escribiendo. Es algo que necesito".

-¿Qué puntos de contacto tiene con Pablo, el protagonista de la novela?

-En lo que tiene que ver con lo profesional compartimos un esquema, una manera de pensar y analizar las cosas. También hay algo en que nos parecemos todos los analistas y es que sentimos atracción por la angustia. Nos urge hacer algo por ese dolor. Esto no le pasa a todos los psicólogos. Los analistas tenemos una relación particular con la angustia que es diferente a la que tiene un sintético o un gestáltico.

-¿Y en qué cosas se diferencia con Pablo?

-Él es una persona mucho más oscura. Incluso se deja intuir algo perverso en su personalidad, sobre todo en lo que tiene que ver con sus relaciones afectivas. Nuestras personalidades son distintas. Elegí a un protagonista psicoanalista más que nada para que yo pueda pensar como él y de esta manera construir un relato creíble. Si Pablo fuera un abogado me hubiera costado más reproducir sus pensamientos.

-Él expresa ciertas diferencias con el ámbito académico, ¿a usted le pasa lo mismo?

-Más que diferencias yo tengo una distancia. No pertenezco a ninguna institución analítica. Por ahí no soy parte de ese ámbito porque elegí esta vía para conectarme con la gente. Un amigo mío dice que yo soy un psicoanalista que habla para los civiles (ríe).

-Quienes no lo conocen pueden pensar, por su profesión, que escribe libros de autoayuda, sin embargo eso no es así. ¿Qué opina de ese tipo de textos?

-No me gusta el formato. Me parece que hay en esos libros algo de consejo, que el escritor se posiciona en el lugar de poseedor de un saber y que desde allí te dice qué hacer en determinadas situaciones. La verdad es que creo que eso, desde el punto de vista psicoanalítico, no es aconsejable. Un problema tiene tantas variables como sujetos lo sufren. Cuando uno dice que hay que separarse de tal manera para que los hijos no sufran, se está cayendo en el error de creer que todas las familias son la misma. De todos modos soy muy respetuoso con quienes escriben esos libros y creo que mucha gente que los lee toma lo que le sirve y, lo que no, lo deja pasar.

-Hace un espectáculo en una sala teatral donde quienes asisten le realizan consultas. ¿Cómo logra la gente desnudar sus intimidades en ese espacio?

-Intento que no pase eso. La idea es que reflexionemos juntos sobre temáticas como el amor, los duelos, las pérdidas en general, los celos, la relación con los hijos, y otros temas. Intento que esto sea un espacio para pensar y no una terapia grupal. A veces sucede que alguien levanta la mano y cuenta algo personal. Si lo dice desde la angustia, intento responderle, pero muchas veces le digo que su pregunta debe llevarse a un consultorio.

-¿Qué opinan sus colegas de que haya llevado el psicoanálisis a una sala de teatro?

-Tuve muy buenas devoluciones. Suelen ir muchos estudiantes y profesionales. Cuando estuve en Montevideo asistió un psicólogo uruguayo muy reconocido y me felicitó en público. Me dijo que trataba a la gente y al psicoanálisis con mucho respeto. Su comentario me puso muy contento. También supongo que debe haber mucha gente a la que esto no le gusta. Uno no le puede agradar a todo el mundo.

-¿Cómo se combina el psicoanálisis con el mundo mediático?

-Manteniéndolos distanciados. El psicoanálisis es, antes que nada, una práctica íntima. Se trata de algo privado. De dos personas que se reúnen para hablar del dolor de una de ellas. Lo que sucede es que esta práctica te lleva a tener otra mirada de las cosas. Un analista lee el título de un diario y puede ver el contenido que se está ocultando detrás de una supuesta temática. Entonces eso te hace ver la realidad de otra manera. De todos modos siempre he sido cuidadoso de no ir como analista a los medios pero, bueno, tengo otra escucha y otra manera de visualizar las cosas. Además trato de ponerle mi sello personal a cada cosa que hago.

-Se dice que Argentina es el país con más cantidad de psicoanalistas per cápita, ¿por qué cree que sucede eso?

-¡Esa es una muy buena noticia! Esta es la conquista de un hecho puntual e importante que es el darle a la salud psíquica tanta importancia como a la física. Si dijéramos que Uruguay es el país con más médicos todos dirían "¡qué bien que está la salud en Uruguay!", pero si es el que tiene más psicólogos, todos decimos: "¡los uruguayos están todos locos!". Hay una asociación negativa de algo que es positivo. No voy a negar que la historia argentina -y la uruguaya también, ¡vamos que somos lo mismo!- ayuda a que esto sea así. Las migraciones de gente que deja su patria y a su familia, los que huyen de la pobreza, las guerras, han hecho de nosotros pueblos con mucha nostalgia. Tenemos una angustia que tiene que ver con la necesidad de no olvidar lo perdido, y es eso lo que nos hace propensos al psicoanálisis.

Novela y un poco de verdad

Pablo Rouviot es un reconocido psicoanalista, como Rolón. Alejado del ámbito académico, como Rolón. Y que se siente atraído por la angustia, como Rolón. Sin embargo, él aclara que: aunque Pablo, el protagonista, y todos los otros personajes de Los Padecientes "fueron inspirados en gente real, la novela contiene un drama central que es de ficción". "Necesité pensar en alguien a la hora de construir personajes como el de José -amigo del protagonista que tiene un papel preponderante en el texto-. Tuve que buscar en personas reales referencias que me permitieran imaginar la voz y el estilo de hablar de quienes aparecen en el libro". Lo que es ficción es el caso policial que Pablo se embarca en la difícil tarea de desentrañar. Una mujer, Paula, llega a su consultorio, le cuenta que su padre, un poderoso empresario, fue asesinado y que su hermano, un joven con graves problemas psicológicos, está acusado del crimen. Paula necesita que Pablo la ayude a demostrar que su hermano es inimputable. A partir de este punto se teje un thriller psicológico de gran vértigo policial. Pero en la novela, además del psicoanálisis en adultos, temática con la que Rolón se mueve como pez en el agua, se abordan otras puntas que obligaron a su autor a volver a estudiar. "Tuve que investigar mucho. Por un lado la parte psiquiátrica. Me reuní con el doctor Manuel Carreiro que sabe muchísimo sobre el tema. También aparece el psicoanálisis en niños, en este punto me ayudó la licenciada Cristina Culipe, quien me explicó todo lo que tiene que ver con tests y juegos, cosas que yo no manejo tanto porque trato solo a adultos. Fue un libro en el cual, para los relatos más psicológicos, tuve que reunirme con gente, preguntar, investigar y releer algunas cuestiones que yo no uso y que hacía mucho que no tocaba. Tardé más o menos un año y medio en armar todo el libro".

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