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¿Y si la música fuera central en la escuela?

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Según varios estudios, mejora las habilidades matemáticas.

En los últimos años varios estudios muestran los beneficios de aprender a tocar un instrumento en la niñez. En algunos países nórdicos, esto es parte esencial en el desarrollo de los chicos.

Cuando cursaba primer año de liceo Ana Leiva (21) se enamoró del cello. Fue en taller de música de su colegio, donde pasó a formar parte de la orquesta del establecimiento. Después de las clases regulares, sus integrantes tenían lecciones particulares y un ensayo semanal para repasar el repertorio grupal. "Pasó a ser mi segunda prioridad después del colegio", dice. "Te enseña a relacionarte y a compartir con los demás. Y uno empieza a asimilar la frustración: como es un proceso de años, la música te va desarrollando la paciencia y disciplina. Y yo veía que me ayudaba mucho en otras áreas".

Además, Leiva encontró su vía de escape a un entorno social precario. Gracias a la orquesta viajó por primera vez en avión y sus presentaciones cubrieron desde las poblaciones más peligrosas de Iquique hasta zonas rurales del Sur. Hoy cursa tercer año de Licenciatura en Música en la Universidad Católica de Chile y rescata los múltiples beneficios de aprender a tocar un instrumento. "Yo pude ver cómo a mis compañeros de la orquesta les empezó a ir mejor en lo que tenían problemas, como matemática, porque se desarrolla una disciplina", señala. "Y no es un desarrollo obligado y latoso. Es algo que ejecutas por gusto".

La profesora de esta joven cellista e ideóloga de la orquesta fue Ximena Valverde, una docente de música. En vez de seguir los rígidos métodos de la academia, Valverde —quien hoy cursa un doctorado en España— decidió innovar en sus clases para acercar la música a sus alumnos. Una de sus ideas fue estimular la creación a través del estilo favorito de sus estudiantes: el reggaetón. "Trabajábamos los textos. Ya no vamos a hablar de sexualizar a la mujer, sino de las problemáticas sociales", dice. "Los chicos expresaron sus sentimientos y emociones a partir de su propia música".

En sus clases, Valverde pudo comprobar in situ los beneficios de este tipo de enseñanza. "Lo que logramos, al final, son estudiantes más creativos y expresivos, lo que es tremendo en un liceo de Alto Hospicio", un área con los más altos índices de pobreza del país, apunta. "Hay indicadores cuantitativos que dicen que la educación musical mejora los niveles de autoestima y de trabajo en equipo".

Música para el cerebro.

En los últimos años distintos estudios muestran que aprender a tocar un instrumento en la infancia contribuye al desarrollo cerebral de los niños. Esta práctica permite desarrollar una "distinción neurofisiológica" de ciertos sonidos, los que ayudan en la alfabetización y pueden traducirse en mejores resultados académicos. "Tocar un instrumento en la infancia afecta el procesamiento de sonido en el cerebro", dice Nina Kraus, profesora y neurocientífica de la Universidad de Northwestern de Estados Unidos. "El procesamiento del sonido es importante, no solo para la música, sino para la comunicación en general, por ejemplo, a través del habla".

En 2014 Kraus lideró un estudio que concluyó que, para aprovechar los beneficios cognitivos de una clase de música, los niños no deben ser meros espectadores, sino que involucrarse de forma activa. Midiendo las respuestas cerebrales de un grupo de niños de bajos ingresos de Los Ángeles (California) , se demostró que los que tocaban instrumentos tenían un mejor procesamiento neuronal que aquellos que solo apreciaban la música. "Cuando tocan un instrumento, se activan las redes sensoriales, cognitivas y de recompensa", dice.

En la última década, una serie de estudios han establecido que la práctica instrumental también puede ser una defensa adicional a la pérdida de memoria y el deterioro cognitivo. Dos de ellos fueron conducidos por la neuropsicóloga clínica estadounidense Brenda Hanna-Pladdy: en el primero, dividió en grupos a 70 adultos sanos, de entre 60 y 83 años, y determinó que los músicos que habían tocado un instrumento por diez años o más marcaban los puntajes más altos en memoria no verbal y visuoespacial. En el segundo, evaluó la edad de adquisición musical y su impacto cognitivo. "Los individuos con una edad de adquisición anterior a los nueve años tuvieron puntuaciones más altas en la memoria de trabajo auditiva, en consonancia con períodos sensibles de desarrollo del lenguaje", dice la investigadora.

Según los expertos, los beneficios de la práctica instrumental van desde cosas simples, como el desarrollo de la psicomotricidad de los niños, hasta otras más profundas, como el desarrollo del pensamiento creativo. "No es solo desde la perspectiva artística, sino que desde la resolución de problemas: cómo un chico, con su instrumento musical, es capaz de descubrir caminos de resolución, por ejemplo, para la ejecución de cualquier tipo de repertorio", afirma Óscar Pino, musicólogo y profesor de música. "Te autoafirmás como persona, porque adquieres una forma de expresarte nueva que se complementa con las formas tradicionales en las que te relacionas con el mundo o tus pares. Y, tratándose de niños, eso es muy importante".

Los países nórdicos.

Uno de los países que tiene a la música como un eje importante de su educación es Finlandia. En su educación general, que es gratuita, la música es una asignatura obligatoria de primero a octavo grado, con una clase semanal. En noveno grado se convierte en electivo y, entre décimo y duodécimo grado, hay un curso obligatorio de música. Sus contenidos son fijados por el Consejo Nacional de Educación y los profesores gozan de mucha autonomía para determinar los materiales y métodos específicos de su enseñanza.

"Yo diría que la educación musical todavía tiene un rol importante en la educación finlandesa, a pesar de que las horas de música han sido poco a poco reducidas", dice Marja-Leena Juntunen, profesora de Educación Musical en la Academia Sibelius de la Universidad de las Artes de Helsinki. "Es considerada una parte esencial de la educación general, una asignatura que apoya el crecimiento holístico y comprensivo de un niño. Tiene un importante rol en su crecimiento, especialmente en los primeros años".

En el sistema de educación artística extracurricular destaca la Asociación Finlandesa de Escuelas Musicales. Activa desde 1956, esta entidad posee 97 escuelas y conservatorios repartidos a lo largo del país, con más de 60 mil alumno. Allí, los estudiantes son instruidos para dominar un instrumento principal y saber de teoría musical, composición, historia de la música, tecnología musical y tocar en ensambles y orquestas. "Los niños son aprendices activos al hacer, experimentar y descubrir cosas", dice Timo Klemettinen, director de la Asociación de Escuelas Musicales en Finlandia y Europa.

Otro país nórdico con un fuerte acento en la educación musical es Suecia. Su modelo de escuelas municipales de música fue fundado en la década del 40, pero no fue hasta los 60 que se esparció rápidamente. Su objetivo general era darles a las nuevas generaciones la oportunidad de tocar un instrumento o cantar, sin importar sus antecedentes culturales o sociales. En la actualidad, existen 283 de estas escuelas en los 290 municipios del país nórdico, las que suman 230 mil alumnos. En los colegios "convencionales", en tanto, la educación musical es obligatoria hasta los 16 años de edad y, en la secundaria superior, los alumnos pueden elegir el "Programa de Estética", donde optan entre música, artes visuales y teatro, entre otras disciplinas.

Mejora la repuesta cerebral y lenguaje.

Tocar un instrumento musical fortalece las conexiones entre los dos hemisferios del cerebro en niños, pero solo si los chicos practican de forma persistente. Según un estudio publicado por la revista Science el año pasado y divulgado en el encuentro anual de la Cognitive Neuroscience Society de Estados Unidos, dedicada al desarrollo de la investigación de la mente y el cerebro, la práctica musical reforzaría las conexiones neuronales, aumentando en un 25% el llamado cuerpo calloso, que es la parte del cerebro (formada por un conjunto de axones que conecta los dos hemisferios cerebrales.

La instrucción musical en los alumnos más pequeños ha tenido grandes resultados. Por ejemplo, tras dos años de educación musical los alumnos de corta edad tenían, según un estudio difundido por el diario español Abc, respuestas cerebrales más sofisticadas y un lenguaje más desarrollado que otros estudiantes que no habían recibido esta formación.

La audición musical guiada estimula el desarrollo de un conjunto de capacidades motoras en los más pequeños, que se ven incrementadas una vez el niño comienza a tocar un instrumento. La particularidad del estudio de un instrumento, con sus rutinas y ejercicios, ayudan a interiorizar y desarrollar una capacidad de coordinación que difícilmente se puede desarrollar de otra manera, señaló la misma investigación.

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Según varios estudios, mejora las habilidades matemáticas.

COMPORTAMAIENTO&El Mercurio/GDA

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