DR. PABLO PERA PIROTTO
Si se juntan la cabeza con la cola, no hay más que esperar un desenlace mortal". Esa es una de las falsas creencias populares que los curanderos se han encargado de propagar durante muchos años con respecto a los peligros de la llamada culebrilla.
Es que en este tipo de enfermedades, como también sucede con otras, que tienen una duración limitada y curan sin secuelas, los "brujos" tienen todo a favor para obtener una "curación" milagrosa. Claro, siempre y cuando no surjan complicaciones que, si bien no es lo más frecuente, también pueden ocurrir.
La culebrilla o herpes zoster es una infección causada por el mismo virus que provoca la varicela, una enfermedad que luego de padecerse despierta una inmunidad que evita que se produzca un nuevo contagio, y es por eso que no ocurre dos veces en la vida.
Pero, si bien esta eruptiva se cura, el virus causante no desaparece del organismo, sino que se aloja en los ganglios y permanece allí en estado latente durante muchos años. Distintas circunstancias llevan a su reactivación y multiplicación, como por ejemplo el avance de la edad (se ve más en adultos mayores), una excesiva dosis de radiación ultravioleta, o en casos de depresión del sistema inmunitario, tanto por una enfermedad o por estar recibiendo medicación con ese fin (como ocurre, por ejemplo, en los transplantados).
Los virus, entonces, se propagan a través de los nervios y llegan hasta la piel, en donde se sigue replicando y producen pequeñas vesículas que siguen un trayecto lineal localizado en el tronco o en la cara. Precisamente su nombre popular se debe a ese aspecto que recuerda la forma de una serpiente (culebra). Para tranquilidad de más de uno, las lesiones no pasan la línea media del cuerpo, por lo que el mito popular nunca se concreta.
De todas formas, es una patología que puede tener sus complicaciones. Por ejemplo, puede resultar bastante dolorosa, manifestándose con una incómoda sensación de ardor o de quemazón, lo que normalmente precede en algunos días a la aparición de las lesiones cutáneas.
Si bien en la mayoría de los casos todo el proceso dura entre 10 y 14 días, y cura sin secuelas o apenas dejando áreas pigmentadas o pequeñas cicatrices, en un 15 a 20% de los pacientes las consecuencias pueden ser más importantes.
La complicación más frecuente es la llamada neuralgia pos-herpética, un dolor intenso y prolongado que persiste varios meses después de curarse las lesiones de la piel, y en general resulta muy rebelde a distintas terapéuticas.
También hay que tener en cuenta que cuando el herpes zoster afecta la zona cercana al ojo, siempre debe hacerse una consulta con un oftalmólogo, ya que puede derivar en distintos tipos de lesiones oculares. Por lo tanto, ante la primera sospecha de tener la enfermedad, lo primero debe ser ir a consultar con un médico, para que éste realice su correcto diagnóstico.
En relación al tratamiento, las medidas para evitar la sobreinfección de las lesiones siempre están indicadas, resultando útiles los lavados con antisépticos. En cuanto a los fármacos, los mejores resultados se obtienen si se administran dentro de las primeras 72 horas del comienzo del cuadro. Los objetivos de la terapéutica son limitar la duración, la extensión y la severidad de la infección, así como aliviar el dolor y prevenir las complicaciones. Para eso, lo más utilizado es la medicación antiviral como el aciclovir, que tiene el inconveniente que debe tomarse en dosis elevadas y varias veces por día, motivo por el que más recientemente han surgido otros, incluso más efectivos, como el valaciclovir y el famciclovir.