Publicidad

"Los uruguayos somos mucho más abiertos de los que creemos"

Compartir esta noticia
"Siempre tuve que ponerle el cuerpo a la obra", dice Martín Sastre.

Hijo de la generación VHS, siempre tuvo clara su vocación. Estudió Arquitectura y encontró en Natalia Oreiro a una de sus musas. Crítico y emprendedor, su arte no pasa inadvertido.

DANIELA BLUTH

Martín Sastre creció como un niño del Centro. Alumno aplicado en la escuela República Argentina, en Colonia y Cuareim, su mundo transcurría, mayoritariamente, puertas adentro de la gran casa de su familia materna, a pocas cuadras de allí, donde convivía con una nutrida banda de abuelos, tíos y primos. Con ellos conoció el cine de Pedro Almodóvar y John Waters. También de su mano escuchó por primera vez a The Doors y Frank Zappa. "Todas cosas que mis compañeros de escuela seguro no hacían", recuerda con más orgullo que nostalgia. Aún hoy, esa casona es su refugio cuando recala en Montevideo, una instancia cada vez menos previsible y organizada. Es que en los últimos años, su carrera artística lo ha llevado de Uruguay a Francia, de Argentina a Rusia, de Madrid a Nueva York. Y este agosto será el turno de Nueva Zelanda, donde estará seis meses trabajando en su próximo proyecto audiovisual, una "superproducción" en inglés, muy "ambiciosa", de la cual aún no puede revelar más datos.

"Nunca estoy un mes seguido en ningún lado. ¡Estadísticamente! Ni siquiera cuando vivía en Madrid, donde estuve once años", cuenta. Y sin darle mucha vuelta al asunto aclara que le encanta. "Siempre quise vivir así. Mi abuela, Lala, me decía que yo era el perfecto acuariano, porque somos de aire, y sí... Yo siempre quise vivir en hoteles, siempre quise hacer lo que hago hoy". Difícil de encasillar y complejo de comprender, Sastre es una potente mezcla entre artista plástico y director de cine, título que dice haberse ganado con el estreno de Miss Tacuarembó (2010), y que piensa seguir perfeccionando. Pero quizá su obra más reconocida haya sido El perfume del Pepe —formalmente llamada U from Uruguay—, una fragancia creada con esencias de las flores de la chacra presidencial para la primera Bienal de Montevideo (2012). Con esa pieza Sastre llegó a la prensa de China y a salir en Vanity Fair. Tal fue el revuelo que el autor le terminó pidiendo disculpas al exmandatario. "Me daba vergüenza, él era el presidente... cuando lo vi le dije: Pepe, disculpame. Nunca me imaginé que iba a salir en tantos lados. Él me respondió: No se preocupe mhijo, la gente no tiene nada que hacer. Y ahí nos quedamos charlando sobre las propiedades que tienen las plantas de Uruguay, muchas que nosotros ni sabemos". Uno de los tres frasquitos de U from Uruguay se subastó en la Bienal de Venecia y el empresario argentino Alan Faena pagó 50 mil dólares por él. Otro lo tiene Lucía Topolansky y el tercero la madre del artista.

Su tiempo.

Hijo de la generación VHS, Martín (39) creció en una casa y una familia donde el arte era un valor a fomentar. "Siempre hubo como una especie de culto al arte. Había mucho cine, mi abuela iba al cine por lo menos una vez por semana". Él, de hecho, tenía apenas 8 años cuando empezó un taller en Cinemateca Uruguaya. Todas las "bases del audiovisual" las aprendió allí. Vio películas de los hermanos Lumière, editó con moviola e hizo animación en stop motion. "Fue uno de esos experimentos que surgieron después de la dictadura. Muchos de los que hicimos ese taller todavía nos dedicamos al audiovisual", reflexiona. Unos años después también tomó clases con Claudia Anselmi en el Club del Grabado. La vocación artística estaba clara. Sin embargo, el paso siguiente al bachillerato fue entrar la Facultad de Arquitectura. "Estudié tres años, me iba muy bien y cuando dije que iba a dejar la facultad para dedicarme al arte era como si te dijera que iba a hacer naves espaciales. Es que no tenía ningún motivo para dejar, salvo que mi vocación pasaba por otro lado. Y no di el brazo a torcer".

Ya en su primera exposición, Todo por 22, en la galería Del Notariado, la crítica lo acompañó. "Fue una instalación de objetos con un video donde un presentador hacía demostraciones muy absurdas. Lo gracioso es que la gente se pensaba que era... ¡de verdad!". Y una cosa llevó a la otra. Trabajó como curador en la Alianza Francesa, obtuvo una beca para estudiar en París y luego otra con base en Madrid, donde se quedó más de una década. En el medio, una de las tantas escalas en el Sur dio lugar al Movimiento Sexy, un colectivo pop e irreverente que, entre otras acciones, allá por 2001 organizó una performance para festejar el cumpleaños de Natalia Oreiro en el Centro Cultural Recoleta (ver recuadro).

—La sociedad uruguaya es bastante tradicional y vos nunca tuviste una forma convencional de hacer arte. ¿Te costó abrirte camino?

—Yo no veo a la sociedad uruguaya tan convencional. De hecho, somos mucho más abiertos de lo que nosotros creemos. Uruguay es un país con una tradición súper progresista en las leyes. Acá las mujeres se pudieron divorciar por cuenta propia en 1913 y en España no podían tener cuenta bancaria hasta 1978. No habría que ser tan derrotistas y vernos tan cerrados. Yo nunca me sentí cuestionado. Estuve juntando flores con el presidente para hacer un perfume. ¿Qué voy a decir yo? Si yo digo que no me siento reconocido, ¿qué dejo para los demás? Me parece que lo que sí pasa, pero no solo conmigo, es que no tenemos un campo artístico sólido. Por ejemplo, no hay crítica de arte todos los días ni colecciones públicas que compren regularmente. Mis obras, hasta ahora, están en museos de otras partes del mundo. Entonces, dentro de 500 años, cuando los antropólogos quieran buscar algo, tendrán que ir a otro lado.

Guste o no, su arte no pasa inadvertido. Con una fuerte impronta audiovisual, en su obra suelen cobrar protagonismo figuras icónicas tan diversas como Natalia Oreiro, José Mujica, Diego Forlán, Lady Di, Isabel Sarli, Eva Perón y hasta el mismísimo Jesús. Lejos de creer que eso lo vuelve masivo, el artista prefiere hablar de simpatía y empatía. "Las asociaciones se dan de forma espontánea y por afinidad. No hice ninguna obra sobre Hitler, no tengo ninguna afinidad con él, y estoy seguro de que es un personaje muy masivo".

Aunque dice que no le gusta actuar, muchos de sus proyectos también lo tienen como protagonista. Así ocurrió en el video que presentaba U from Uruguay y en el corto de ficción Protocolo Celeste, que promocionaba la candidatura de Uruguay como sede para el Mundial 2030. "A mí lo que me gusta es dirigir, pero cuando trabajo dentro del campo del arte me doy cuenta de que no es lo mismo que esté el artista en primera persona que usar un modelo. Por eso, de alguna forma, siempre tuve que ponerle el cuerpo a la obra".

Sastre tiene un punto de emprendedor arriesgado. En esa tarea lo ayuda ser crítico y reflexivo. Y, sobre todo, estar convencido de que las fronteras geográficas, en el arte, son una arbitrariedad. Así como en 2003 creó una fundación que tenía como eslogan Adopte un Artista Latino, apostando a que mecenas por Internet apoyen a nuevos artistas a acceder al circuito internacional, ahora puso en funcionamiento Lala, una plataforma online para que profesionales del audiovisual se conecten para hacer proyectos de interés común. "Es una idea muy sencilla, pero que no existía", explica. Hoy, Lala (Link Audiovisual Latinoamericano, y a la vez el nombre de su abuela), ya tiene unos 7 mil usuarios y dio a luz proyectos como un videoclip de No Te Va Gustar y otro de el Cuarteto de Nos.

El último 1° de mayo, Sastre estuvo en el balcón de la Casa Rosada emulando a Eva Perón para la primera Bienal de Performance de Argentina. Además de curiosos y nostálgicos, el uruguayo llamó la atención de la referente serbia Marina Abramovic. Pocas semanas después, su instalación Time fue una de las intervenciones más comentadas de la feria Arte BA. Se trataba de un audiovisual filmado durante una gran tormenta de nieve en Nueva York que, a través de técnicas de edición como slow motion y reverse, interpelaba al espectador y al uso del tiempo. "Todos los minutos que la gente pasó dentro de la instalación se multiplicaron por tres y se convirtieron en dinero que Chandon destinó al Barrio Joven de la feria, como se llama el sector de las galerías emergentes". Justamente, el concepto y la percepción del factor tiempo está siempre en la mente de Sastre. Hoy, no tiene momentos de ocio ni pareja. "No podría tener ni un germinador". Las ideas aparecen a cualquier hora y se disparan por WhatsApp. "Ese es mi sello. No paro nunca".

Su amiga Natalia.

Martín Sastre y Natalia Oreiro se conocieron en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires el día en que el Movimiento Sexy encabezado por él organizó una performance para festejarle el cumpleaños a la actriz. "Estábamos viendo qué hacíamos si ella no venía y de repente escuché su voz. ¡El Recoleta se revolucionó!". A partir de ahí —corría el año 2001—, los uruguayos entablaron una relación profesional que, tiempo mediante, terminó en amistad. "Natalia y mi hermana, que es psicóloga, son las dos personas a las que les cuento las ideas que se me ocurren, mis proyectos o les pido opinión", dice Sastre. Con Oreiro el artista también debutó como director de cine en Miss Tacuarembó, basada en la novela de Dani Umpi y hasta ahora su único largometraje. Pero los proyectos con su musa inspiradora han sido muchos. El próximo es Nasha Natasha, un documental sobre el fenómeno de la actriz en Rusia, ya en etapa de posproducción. "Tenemos muchas más horas de grabación de las que nos imaginamos, pero está quedando buenísimo. Van a ver a Natalia en situaciones que nunca la vieron, desde lavándose los dientes hasta triste porque extraña a su hijo". El estreno está previsto para este 2015.

SUS COSAS.

Luis Buñuel.

El español Luis Buñuel es uno de sus máximos referentes. El ángel exterminador (1962) en materia de cine y sus memorias, tituladas Mi último suspiro, son sus obras preferidas. "Muchos artistas de principios del siglo XX tuvieron una visión transformadora de sus tiempos y eso me ha inspirado mucho".

Su Maldonado.

Para Martín verano es sinónimo de la zona de Las Delicias. Allí va desde que es niño. "Me sacaba los zapatos en diciembre y me los volvía a poner en marzo", cuenta. Quizá por eso, cuando piensa en el futuro, se imagina viviendo cerca de la playa y el mar. "Uno siempre tiende a querer volver a los lugares donde se enamoró de la vida". Y eso, a él, le pasó en Maldonado.

Perfume del Pepe.

El germen de U from Uruguay nació en la sala de espera de un aeropuerto. Sastre "tenía ganas de hacer algo con la filosofía de vida del presidente", pero no sabía qué. Así surgió esta fragancia con esencia de flores y aceites esenciales que se puede usar, pero "es fuerte y concentrada", advierte el artista.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
"Siempre tuve que ponerle el cuerpo a la obra", dice Martín Sastre.

Martín Sastre

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

ArteMartín Sastre

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad