CATERINA NOTARGIOVANNI
Luego de dos días de tolerar un molesto dolor en la espalda, a la altura del riñón izquierdo, Cecilia (57) descubrió que tenía una erupción cutánea en la zona del vientre, en forma de manchas rojas. Entonces supo que tenía Herpes Zoster, popularmente conocido como culebrilla. "Ya lo había visto antes", explica.
Su autodiagnóstico fue confirmado por dos médicos. Acto seguido recibió el tratamiento: medicación y reposo de siete días.
Cecilia volvió a su casa de Punta Gorda dispuesta a encontrar "una doña" que pudiera asistirla. "Ya tenía el respaldo científico, ahora venía lo esotérico", cuenta esta profesional de una prestigiosa empresa multinacional. "Creo mucho en el poder de la psiquis, y la mía tenía la expectativa de que lo completara con esa otra consulta", agrega. Así ubicó a Lilián Navarro, más conocida como Pochola, quien la santiguó con oraciones y hojas de ruda. Paralelamente continuó con las recomendaciones médicas.
La reacción de Cecilia ante el diagnóstico es común a quienes padecen esta enfermedad, para la cual, curiosamente, se suele buscar una segunda opinión, pero no médica. "El uso de antivirales como posibilidad de curación es reciente, de los últimos diez años, antes no existían. Entonces toda la medicina que había era bendecir", explica Álvaro Díaz Berenguer, médico internista.
Roberto Rampoldi es dermatólogo, ha atendido decenas de casos de herpes zoster y admite que la alternativa de la curandera/sanadora está siempre presente en la consulta. "Es lo que más me molesta. Uno se pregunta para qué vienen entonces", se queja. "De nada sirve que uno les explique que se trata de un ciclo, que aunque vaya o no a la curandera, se sanará igual", agrega.
¿Qué es? La culebrilla es una infección provocada por el virus de la varicela zoster, el mismo de la varicela. De ahí que sólo son vulnerables quienes hayan tenido la enfermedad.
Sucede que ese virus queda instalado de modo latente dentro de células nerviosas específicas, aglomeradas junto a la médula espinal y al cerebro. Si el sistema inmunitario de la persona flaquea, el virus se reactiva, desplazándose por las fibras nerviosas hasta la piel. Entonces aparece el eritema (enrojecimiento de la piel) y luego las vesículas (ampollas, primero transparentes y posteriormente amarillas). El proceso continúa con el fraccionamiento (rotura) de dichas ampollas, cuyo contenido es altamente contagioso, especialmente para los niños que no tuvieron varicela. Otra de las características de esta enfermedad es el "dolor neurítico", explica Rampoldi, "como pinchazos, puntadas", agrega.
Como todo virus tiene un ciclo, empieza y termina. Tampoco existe un medicamento antivirósico específico para matarlo pero sí para acelerar los tiempos de curación y disminuir el dolor (ver aparte).
En organismos inmunodeprimidos (pacientes terminales o VIH positivos, entre otros) este herpes puede tener consecuencias graves. Sin llegar a tales extremos, hay factores que bajan las defensas que pueden activar el virus: la radiación ultravioleta, alta ingesta de alcohol o tabaco, ser portador de otra enfermedad virósica (como la gripe) o infecciosa; afirma el médico.
Cuestión de FE. Pochola tiene 66 años, es casada, tiene dos hijos, vive en Punta Gorda, fue modista y se define como católica apostólica romana. Es tercera generación de "sanadoras" ("el curanderismo tiene algo de ocultismo y la sanación va por la fe") y se dedica a esto desde hace 30 años. "Gracias a Dios nunca me pasó de no poder curar", asegura. Pochola practica la autocuración, pero también concurre al médico. Si bien admite el carácter cíclico de la culebrilla, asegura que "el proceso del herpes lleva menos días con la sanación que con la medicación".
"Han venido muchos que llevan días en tratamiento sin mejorarse y otros que incluso lo dejaron; cosa que no aconsejo porque le tengo mucha fe a la medicina también", dice.
A quince días del primer síntoma, Cecilia mejora lentamente. Las lesiones están casi secas pero todavía siente un dolor molesto, no intenso.
¿Qué argumento le convenció más, el del médico o el de la sanadora? "Los dos. Creo en lo que no se puede confirmar ni ver, en los intangibles. Y también respeto las creencias populares. Soy una respetuosa de lo científico, pero no descarto que existen factores a nivel psíquico y emocional que puedan influir sobre curarse o no curarse", asegura.
Sobre el tratamiento
El dermatólogo Roberto Rampoldi explica que para el tratamiento del Herpes Zoster se utiliza el Valaciclovir, un antivirósico que ha resultado efectivo para acortar el ciclo del herpes y para evitar el dolor post herpético (a veces los síntomas persisten por semanas o meses después de sanada la piel. En algunos casos es tan intenso, cuenta el médico, que se debe recurrir a terapia del dolor con un neurólogo). El Valaciclovir se utiliza en comprimidos y en cremas. Una vez que se fraccionan las ampollas se recurre a una crema con antibióticos. Para el dolor del momento se recetan analgésicos de baja y alta potencia, según el paciente. El proceso dura, en general, entre 10 y 15 días.
Lilián Navarro (Pochola) utiliza una oración y hojas de ruda para hacer su trabajo de tres sesiones. "Es para evitar que se expanda. Y ayuda a secar las vesículas", explica. Las hojas se dejan secar y luego se queman para que no "queden residuos".