HAY QUE LEER
Un conjunto donde se evidencia la potencia creadora del celebrado autor uruguayo.

Porque reúne los relatos escritos entre 1966 y 2003. El conjunto, al cuidado de su hijo Nicolás Varlotta, es un festín para lectores asiduos y primerizos, pues no hay en las narraciones de Levrero balbuceos iniciales ni decaimientos, sino una maestría lingüística y narrativa que se despliega sin fisuras de principio a fin. Predomina el mundo de la imaginación, el relato minucioso, laberíntico y arborescente, el deslizamiento entre mundos posibles. Casi al final, en “El portero y el otro” (1992), es posible asistir al surgimiento de la modalidad última del autor, la autoficticia. Muy reconocida en los últimos tiempos, este libro ayuda a no olvidar las diferentes maneras en que se manifestó la potencia creadora de Levrero. (Penguin Random House).