Las paradojas del buen gusto

| No existe un criterio universal válido sobre el buen gusto. "Pero opera como un marcador social que da prestigio y abre puertas. Lo mismo sucede a la inversa".

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MAGDALENA HERRERA

No es cierto que sobre gustos no hay nada escrito. No sólo lo confirma el libro La distinción, de 600 páginas, cuyo autor, Pierre Bourdieu, es uno de los sociólogos franceses más citados del mundo. También lo corrobora el colega uruguayo Antonio Pérez García, profesor titular de Psicología Social en la Universidad Católica. "Todo lo contrario", dice, pero aclara: "lo que sí es cierto es que sobre el gusto no hay un criterio definitivo y universalmente válido."

Y sí, mientras que eructar en el mundo árabe después de una opípara cena es signo de que los comensales quedaron altamente gratificados con los anfitriones, en Uruguay, como en otros países occidentales, es considerado de mal gusto. Asimismo, en ciertas sociedades, hacer ruido cuando se toma la sopa no es sancionado. Sin embargo, en círculos locales y regionales, padres y madres constantemente corrigen "esa mala costumbre" en sus hijos. Otros hábitos dan claras de que lo que para unos es de mal gusto, para otros es natural: utilizar mondadientes frente a los demás, limpiar el plato con un pedazo de pan para luego llevárselo a la boca, mojar galletitas en el café con leche y un largo etcétera. Ahora, quizás cuando para los japoneses algunos de estos ejemplos sean costumbres cotidianas, los mismos le causen repugnancia a los ingleses, y a los uruguayos -según varios factores que inciden- les sea de buen o mal gusto.

El tema no queda en las frivolidades, o no, de la mesa, y puede llevarse a la moda, al arte, a la cultura, entre tantas áreas en las que se mueve el ser humano. Hay personas que se conmueven frente a la obra pop de Andy Warhol, y otras que, a lo largo del tiempo, no la han considerado arte. ¿Sobre gustos no hay nada escrito? Sí, lo hay, y quienes lo han hecho o han hablado de los mismos están sujetos a sus respectivas sociedades, niveles socioculturales y de poder, entre otros factores.

"En las sociedades modernas y complejas, la diferenciación estructural es muy profunda, la diversidad cultural también lo es, y las definiciones del buen y mal gusto se diferencian en el interior de los distintos sectores socioculturales. Hay también conflictos entre sistemas de gusto contradictorios", indica Pérez García.

Pero antes -enfatiza el experto- es importante saber qué es lo que las sociedades entienden por `gusto`. "Aparece en nuestra vida cotidiana como una inclinación hacia objetos, ideas, personas, acciones o símbolos que no atinamos a explicar claramente de una manera racional. De todas formas, aunque la variación de los gustos contiene una infinidad de matices, en cada contexto social es posible observar tendencias dominantes y, alejándose de ellas, otras cada vez más minoritarias. Precisamente, las que aparecen como dominantes (y son enseñadas como las correctas, a veces hasta como las `naturales`) son las que encarnan o expresan lo que acostumbramos a llamar `buen gusto`", explica el profesor de Psicología Social.

Ahora, ¿quién o qué determina lo que es de buen o mal gusto? Por supuesto que no se trata de un designio de los dioses ni de la naturaleza. "Como producto cultural que es, el buen gusto es una construcción social relativa al tiempo y al espacio en el cual impera. Es hijo de los sectores sociales que poseen más poder, y, sobre todo, más poder simbólico. Se perpetúa a través de los procesos que aseguran la reproducción de ese poder, particularmente, a través de la socialización, entendida como todo lo que actúa permanentemente sobre cada individuo, desde su nacimiento hasta su muerte, para hacer de él un miembro de la sociedad: el entorno familiar, el vecindario, los sistemas educativos formales, los grupos de pares, los medios de comunicación".

También se debe observar que, como la sociedad misma, como las relaciones de poder que en ella se dan, las definiciones del buen gusto cambian, siguiendo una deriva histórica que está estrechamente entrelazada con los derroteros del cambio social en su más amplia expresión, agrega el sociólogo.

paladar local. El gusto de los uruguayos es malo, bueno, simple, básico, neutro, sobrio, discreto, entre una gran variedad de adjetivos que utilizaron los lectores de El País Digital, en un sondeo realizado. Sin embargo, en forma mayoritaria reinó que los compatriotas no sobresalen por su buen gusto. "Pobre", señala Antonio, un arquitecto de 47 años, de Punta Carretas. ¿Por qué? "Porque culturalmente es un pueblo conservador. El ejercicio del buen gusto no es muy practicado, y se trata de un hábito".

"Es malo", dice Nelly de 62 años, de Paysandú. "Gente mal educada, fuera de lugar, ordinarios, sin ningún tipo de valores. También hay seres rescatables", explica.

Clásico y a veces de mal gusto, dice Carla, 30 años, de Ciudad Vieja. Arguye que es un pueblo chico: "Si te ponés algo diferente sos objeto de crítica. En materia de moda hay mucho de los mismo. Y lo que está bueno, sale medio sueldo".

no se compra. Sin embargo, las asesoras de imagen Lucía Machado y Katty Winkler aseguran que el buen gusto es muy subjetivo, personal y está relacionado con aspectos culturales, sociales y generacionales. "No pasa por un tema económico, ya que el buen gusto no se compra. La ropa cara no asegura que se esté bien vestido. Es un sentido que debe desarrollarse, modificarse y refinarse con los años, interesándose por los cambios de las tendencias. Para nosotras, el buen gusto en la vestimenta pasa por conocerse a sí mismo, saber elegir lo adecuado para uno y para su personalidad. Va de la mano de la elegancia, el estilo y la armonía visual".

Si no se sabe distinguir entre buen y mal gusto es posible que se llame demasiado la atención o se pase desapercibido, agregan Machado y Winkler. Pero son optimistas: "En los últimos 25 años, hubo un cambio positivo en el gusto de los uruguayos; cada vez estamos más informados e interesados por la forma en que lucimos y como nos ven. Hemos evolucionado favorablemente, aunque aún nos queda mucho por recorrer".

La Princesa Laetitia d`Arenberg confirma que "el buen gusto es estar a tono en el medio en el cual uno se mueve o se encuentra en determinado momento". La empresaria no observa que éste se encuentre generalizado en esta sociedad, aunque sí conoce muchísimos uruguayos de excelentísimo gusto".

PRESTIGIO. Lo que desde la sociología se indica es que "todo lo que resulta definido como de buen gusto opera como un marcador social, que confiere prestigio a quien lo tiene, le abre puertas, le asegura pertenencia a la `gente como uno`, explica Antonio Pérez García. "Y, viceversa, lo que es de mal gusto estigmatiza a su portador, lo desprestigia, lo excluye. Precisamente, este juego de aceptaciones y rechazos es el gran dispositivo que valora y sanciona, según los casos, el buen y el mal gusto. El gusto, en suma, no es simplemente una cuestión de libre preferencia, sino un complejísimo aparato social que establece distinciones y organiza la trama de las relaciones sociales. En eso consiste su eficacia sancionadora".

Opuestos

Las asesoras de imagen Lucía Machado y Katty Winkler eligen dos estrellas de Hollywood para justamente demostrar que el buen o mal gusto no tiene mucho que ver con el dinero. A la izquierda, la española Penélope Cruz se ha distinguido entre sus pares por su elegancia y estilo. A la derecha, la multimillonaria Paris Hilton, en cambio, ha llamado la atención de los medios masivos, que la han criticado justamente por su mal gusto en diversas áreas estéticas.

Opinan los lectores

"La regla es el mal gusto. ¿La razón? La pobreza mental del pueblo uruguayo decayendo día a día". (Mirtha, 65, Malvín).

"Primitivo, discreto, sobrio. Tiene un poco de vanguardia o alternativo, mucho de tradición, pero no es llamativo o indiscreto". (Margarita, 37, Parque Rodó).

"Es bueno, porque sabemos elegir y somos puntillosos a la hora de hacerlo". (Mariano, 28, Tres Cruces).

"Siempre fuimos acusados de grises. Los que están cambiando todo son los de 11 años en adelante. ¡Estamos en la era Ceibal! (Selika, 65, Pocitos).

"Está en déficit por creer equivocadamente que se tiene buen gusto cuando se está ante algo caro. Yo no hablaría de bueno o malo, sino de propio o ajeno. El gusto es una dimensión de lo social que refleja las preferencias de los sujetos de una cultura por una cosa u otra, ajeno al valor económico". (Julia, 20, Cordón).

"Discreto. Por falta de dinero y por una forma de pensar chata (no se puede, no tengo, no se usa)". (Marcelo, 33, Rivera).

"Malo. Por lo popular, lo criollo, lo canario". (María, 28, Malvín).

"El uruguayo no tiene estilo propio, sólo se destaca el clásico termo bajo el brazo. Tenemos pocas ideas en cuanto a gusto se trata. (Silvina, 29, San Carlos).

"Conservador, gris, marrón y azul. Ni malo ni bueno. En todo caso, estándar. Incide la idiosincracia formada por vivir en un pequeño país entre dos grandes. Denota a mi entender necesidad de sentirse seguro, búsqueda de no destacarse, reafirmación de hacer las cosas bien. No está cambiando en cuanto a flexibilizarse, se mantiene como tal. (Beatriz, 45, Pinamar).

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