Las alergias y los antialérgicos

DR. PABLO PERA PIROTTO

El otoño, al igual que la primavera, son las épocas del año en las que se desencadenan o exacerban todo tipo de alergias. Son muchos los uruguayos que sufren por estos días de rinitis, bronquitis, picazón en los ojos y una amplia gama de lesiones que aparecen en la piel.

Si bien el terreno genético que predispone a una persona a tener alergia no se puede cambiar (al menos por ahora), existen muchas medidas terapéuticas muy eficaces para controlar y ayudar a que esos empujes sean más leves y menos extensos.

En primer lugar, lo más importante es evitar tener contacto con todos aquellos factores que cada uno tenga identificado como alérgeno. Es decir, no comer determinados alimentos, no tocar o manipular algunos materiales como sucede con ciertos metales, la goma o productos sintéticos, usar jabones suaves sin perfumes y que la ropa que está en contacto con la piel sea preferentemente de algodón blanco. Cuando la alergia es a nivel cutáneo, también se indica evitar todo aquello que irrite la piel, que si bien puede no ser la causa del episodio, colabora para que éste se mantenga por más tiempo o incluso se agrave. En este sentido, lo mejor es no utilizar agua demasiado caliente y que los baños no sean muy prolongados, así como no refregar y secar las zonas afectadas en forma intensa, ni tampoco ponerse alcohol, hojas de plantas o yuyos sobre las lesiones.

En relación al tratamiento específico con antialérgicos, existe una amplia gama de fármacos que se han venido desarrollando con el objetivo de aliviar los molestos síntomas. Muchos de ellos pertenecen al grupo de los antihistamínicos, es decir, aquellos que evitan que la sustancia llamada histamina que se libera durante una reacción alérgica afecte a las células de nuestro cuerpo.

Uno de los más antiguos y utilizados es el maleato de clorfeniramina, más conocido por su nombre comercial: kalitron. Se trata de un antihistamínico potente y efectivo, pero que provoca un efecto sedante y da somnolencia. Esto es algo a tener en cuenta ya que si se toma durante el día puede afectar el rendimiento intelectual, o incluso los reflejos por ejemplo a la hora de manejar un vehículo.

Es por eso que la industria farmacéutica continuó desarrollando otros medicamentos que han aparecido más recientemente, y por esa razón se los ha clasificado como antihistamínicos de segunda y tercera generación. Éstos fármacos no dan sueño y, como tienen una duración de acción más prolongada, generalmente se deben tomar una vez o como mucho dos veces por día.

Alguno de los más utilizados son la loratadina, la desloratadina, la fexofenadina, la cetirizina, la levocetirizina y la epinastina, con sus múltiples marcas comerciales.

En casi todos los casos, los tratamientos deben ser prolongados durante varias semanas para evitar recaídas, teniendo la ventaja sobre los fármacos más antiguos de no generar resistencias que provoquen una merma de su efectividad.

La potencia de algunos de estos antialérgicos a veces se incrementa al unirlos con corticoides, lo que implica otras indicaciones y posibles efectos secundarios que pueden llegar a contraindicarlos.

Debe quedar claro que si bien el uso de los antialérgicos está sumamente extendido entre la población, no todos son efectivos para todas las personas. Estos fármacos deben estar siempre indicados y supervisados por el médico tratante, que es quien conoce no solo el tipo de alergia de su paciente, sino también las otras patologías que sufre y los remedios que toma para ellas.

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