La musa de Rodrigo se casa acá

| Ex "gatita" de Porcel y ex pareja del "Potro" cordobés dice que descubrió el amor en Uruguay. Se casa con un empresario dedicado a la importación y exportación.

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El tránsito no está especialmente denso en la tarde de la rambla de Pocitos. Aún así, los bocinazos de los automovilistas se hacen sentir. No era para menos. De vaqueros muy ajustados, zapatos de plataforma alta, campera jean que no oculta una musculosa multicolor bien ceñida, pelo rubio llamativo y una total naturalidad frente a la cámara de fotos, Sarita Carrera se hace notar. Es uruguaya, hija de un pastor religioso, pero vivió 20 años en Argentina. En ese tiempo fue "gatita" del recordado programa cómico de Jorge Porcel, bailarina del efímero grupo musical Clericó con cola (aquel de "Te ves bien buena"), y la "caprichosa" del ciclo televisivo nocturno por cable Qué bochorno. Fue novia del "Potro" Rodrigo y de Jorge Ribolzi, ayudante técnico del ex entrenador de la Selección argentina, Alfio Basile. Pero la felicidad, dice, la encontró junto a un empresario uruguayo bastante mayor que ella, Washington Cristiani, dedicado al comercio nacional e internacional, con quien se casará en 15 días tras un noviazgo de año y medio.

Simpática, locuaz, y -lo reconoce- bastante atropellada al hablar, Sarita asegura que ha tenido mucha suerte en su vida. Cuando se fue a vivir con su madre a Buenos Aires, en la televisión argentina se vivía el "boom" de las "bebotas" al estilo Adriana Brodsky. Ella -1,61 metros de altura, medidas de 90-60-92- encajaba bien en ese perfil. Productores del Canal 9 porteño la fueron a buscar a su casa. "Algo me habrán visto, ¡no sé que sería! Yo era chiquita sí, pero como Moria… ¡aunque me quedé en la altura!" De ahí a trabajar en el programa Las gatitas y los ratones de Porcel fue solo un paso, que duró hasta que el ya fallecido cómico se fuera a Estados Unidos.

Ya se hablaba entonces, y ahora más, de lo cruel, sanguinario y hasta promiscuo del ambiente farandulesco argentino. Sarita jura y perjura que nunca estuvo envuelta en ningún escándalo. "Para mí que fue por mi forma de ser, la educación estricta que tuve de mi padre, lo que llevo adentro, mis valores. No digo que no hayan querido `levantarme`, pero me veían como… infantil. Nunca fui un `levante`. A mí siempre me gustó más sugerir que mostrar. Además, nunca hice un casting, siempre tuve suerte para conseguir trabajos". Eso no quiere decir que no haya tenido propuestas indecentes. "Incluso me ofrecieron casas". ¿Nombre de algún admirador? "Guillermo Cóppola (ex mánager de Diego Maradona)". ¿Más propuestas para salir? "De jugadores de fútbol un montón, no quiero deschavar a nadie pero… el más conocido fue (Sergio) Goycoechea". A todos ellos, sostiene, les echó flit.

Sarita reconoce que jamás estuvo en los primeros lugares de la marquesina, como lo han estado otras bailarinas, vedettes, modelos o simples aspirantes a serlo. "A mí me gusta la comedia, hacer monólogos, en eso trabajaría. Pero siempre que podía crecer en la carrera, aparecía alguien y me ponía de novia. Y yo sentía que era un deber, por mi formación religiosa, parar con el trabajo, acompañarlos". Entre esos "alguien" estuvo el cantante Rodrigo quien -asegura- se tatuó su nombre y se inspiró en ella para sus canciones Cómo olvidarla y Ocho cuarenta. La relación duró dos años y medio (ver aparte). Luego, la pareja con Ribolzi, a quien ella recuerda hoy como un caballero, tuvo la contra de los constantes viajes laborales de él. "En siete años nunca vivimos juntos; él viajando y yo esperando". Eso terminó causando su mudanza a Montevideo.

a pesar. Sarita no dice su edad. Su futuro marido -viudo desde hace siete años, con una hija y cuatro nietos; el mayor de 18 años-, tampoco. Se conocieron cuando ella vendió su casa en Argentina y compró un apartamento en Pocitos, en el mismo edificio donde vivía Cristiani. Se vieron por primera vez en el ascensor. Al tiempo, la invitó a salir. El próximo 11 de diciembre se casan en la misma parroquia en que el empresario contrajo matrimonio por primera vez. "Con Washington empecé a vivir lo que nunca en mi vida, el poder ser tan feliz con un compañero. Sé que es más grande que yo, pero no lo parece, ¡viajamos, salimos a todos lados! Él sabe todo de mí, le encanta como soy, como hablo, ¡así, toda atropellada, sin respirar!"

No todo es color de rosas. La pareja -él, mucho mayor y empresario de trayectoria; ella, muy llamativa y con un pasado laboral y farandulesco que incluye Porcel, Rodrigo y Clericó con Cola- es pasto para cualquier rumor. Incluso la propia hija y los nietos de Cristiani, reconoce el futuro marido, no estaban muy de acuerdo. Pero ambos parecen inspirarse en el verso A pesar de las dudas y del que dirán, el amor puede más, de la canción Ocho cuarenta, justamente, del malogrado Rodrigo.

"Para mí, el qué dirán me importa tres pepinos. La conocí, me encantó y me encanta. Ésta es mi vida", asegura el empresario. Sarita opina en sintonía. "La he pasado horrible. Vamos a comer o a bailar y se sienten risas, miradas, comentarios. La gente puede pensar que soy un `gato` (sic), pero yo a los 26 años ya tenía mi casa. Además, cuando uno sabe lo que es, no le importa el resto de la gente. Con Washington aprendí a ser feliz. Con la verdad se llega a todo el mundo, y la verdad es el amor".

La cifra

5.000 Precio en dólares del vestido de novia que utilizará Sarita en su boda. Será en la Iglesia Stella Maris de Carrasco.

Amor antes del "boom" del Potro

Al cantante cordobés de cuarteto Rodrigo, Sarita lo conoció durante una actuación suya en Qué bochorno, el programa en el que trabajaba. Todavía no era el "boom" del Potro. "Yo había vivido muy cuidada por mi padre, y con él ¡tuve una vida bohemia como nunca! Él se tatuó mi nombre en el pecho... cuando se dice de todas las mujeres de su vida y es mi nombre el que tenía tatuado... ¡no hay con qué!"

Claro que la vida del Potro iba a gran velocidad, y ella no pudo seguirlo. "Era algo muy intenso, no era para mí. Era muy temperamental, tenía días buenos y días de violencia. Era muy posesivo. Llegué a tener miedo, incluso a soñar con una muerte como la que tuvo (N. de R. Rodrigo se mató en 2000 en un accidente automovilístico cerca de La Plata). Yo veía venir su final, yo se lo dije. Pero él no cambiaba y yo preferí vivir... y acá estoy, viva", concluye.

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