La madre detrás del poderoso

| Elena Frías, la mujer de Hugo Chávez, pasó de la pobreza al lujo gracias al poder y dinero de su hijo.

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TOMER URWICZ

Detrás de todo hombre hay una gran mujer. O su madre. Y cuando ese hombre es, nada más y nada menos que Hugo Chávez, esta dama adquiere una connotación especial, la de ser el sostén de uno de los presidentes más poderosos y controversiales de América Latina.

La misma ambigüedad de sensaciones que despierta en los votantes el teniente coronel que gobierna Venezuela desde hace 13 años (y que tiene otros seis por delante) está reflejada en Elena Frías de Chávez. Su madre. Una mujer que vestía atuendos floreados típicos de las clases humildes caribeñas y que hoy se pasea custodiada por guardaespaldas, luciendo joyas y carteras de grifas conocidas.

Nació en San Hipólito, a unos tres kilómetros de Sabaneta, el pueblo cuna del actual mandatario venezolano y cuya alcaldía está bajo el mando de Aníbal (el quinto hijo de Elena). Si bien de pequeña soñaba con ser maestra, como su esposo Hugo de los Reyes Chávez, no ejerció la docencia hasta una edad adulta, cuando ya había criado a sus hijos.

Es que Elena Frías se casó cuando apenas tenía 17 años. A los 18 y 10 meses tuvo a su primer hijo, Adán, y luego seis más. Hugo es quien le sigue al mayor y ambos fueron criados dos años por su abuela Rosa Inés (la madre de su padre) ante las zozobras que atravesaba la familia Chávez-Frías.

Enzo, el sexto de los hermanos, falleció a los pocos meses de haber nacido lo que complicó aún más la situación. Quizás en esa vida construida a los cachetazos es que se explica la impulsividad y expresividad de esta madre que está en todos los detalles de su hijo el presidente.

El rostro de esta mujer ya es moneda corriente para los venezolanos que ven a su jefe de Estado junto a su madre en actos oficiales, giras y campañas electorales. También lo es para los habitantes de Barinas, estado en el que se sitúa el pueblo natal de los Chávez.

La diferencia, claro está, es que para estos pobladores doña Elena es la imagen de la mujer trabajadora que encegueció ante las luces del poder y que pocas veces camina por las calles empedradas de San Hipólito o de Sabaneta, en donde sus hijos solían jugar al béisbol mientras ella tostaba el café y recogía las bananas que servían de alimento para toda la familia.

Otros no la reconocen. No necesariamente por su actitud de "nueva rica", sino porque, entre sus lentes de Dolce & Gabbana y alguna que otra pasada por el quirófano, esta mujer no aparenta sus 77 años y un pasado que no tuvo nada para envidiarle a Caín.

A pesar de los obstáculos que le deparó la vida, esta venezolana mantuvo despierto su instinto materno cuando su familia debió pasar los peores momentos. El 4 de febrero de 1992 no fue un día más para Elena Frías. Su hijo Hugo, quien por ese entonces estaba al mando de la Brigada de Paracaidistas con base en Maracay, intentó un golpe de Estado y fue apresado. "Mira Elena, dijeron por Radio Barinas que hay una rebelión militar", le comentó la vecina Cecilia a esta madre. Y no tuvo dudas. Ella sabía, en el desconocimiento, que su hijo estaba involucrado. Se puso a rezar y rogaba: "¡Qué no me lo maten!".

A los días fue a visitarlo a la cárcel. Llevó mazamorra y hallacas (postre típico venezolano a base de maíz) y ningún reproche. En ese primer encuentro tras las rejas quedaba al descubierto el amor de esta madre por sus hijos y se develaba un poco del poder familiar de esta mujer que algunos medios venezolanos tildan como "el pilar del clan".

En aquella visita doña Elena aún conservaba los rasgos de su pasado humilde. De hecho, en una crónica de la revista colombiana Soho, se recuerda una imagen en la que ella "está vestida con bata de flores, sin maquillaje, ni zarcillos, ni pulseras, con el cabello recogido", y su hijo sin el uniforme militar.

El apego con sus hijos es tal que en una entrevista concedida a la televisión pública de su país admitió que los dos días más felices son el de la madre y fin de año, porque puede ver a sus hijos juntos o, al menos, cenando con sus familias, felices y con todos los nietos.

Este amor no es fruto de un olfato de poder. En todo caso, Elena tiene la impronta de las madres de antaño cuya crianza de los hijos se basaba en los valores del hogar. A sus pequeños no los dejaba deambular por las calles y cuando alguno insistía en ir a hacer los deberes de la escuela a lo de un amigo, ella respondía: "Qué tu amiguito venga y lo hacen en casa".

En ese rancho de Sabaneta y luego en la propia ciudad de Barinas (capital del Estado con el mismo nombre) los Chávez han mamado la cosmovisión de su progenitora y, sobre todo, una fe religiosa muy pasional que doña Elena se ha encargado de inculcar.

Así fue ganándose la aprobación de sus hijos y se convirtió en la plena referente en una jauría de hombres. A tal punto que jamás quiso compartir su lugar con otras mujeres y desafió a cuanta novia se la ha adjudicado al actual presidente. "Él (Hugo) ha tenido muy mala suerte con las mujeres. No ha habido mujer ideal para él", cuenta Frías en una biografía sobre el teniente coronel escrita por Cristina Marcano y Alberto Barrera. Pero esto no es un capricho de los últimos años. De hecho, en el mismo libro, confiesa: "En la casa nunca hubo mucha novia. Yo no les aceptaba a mis hijos novias. Si las tenían, las tenían afuera".

La sobreprotección excede al campo amoroso. Elena ha aconsejado a sus hijos sobre la forma en que debían vestir en actos protocolares y ha ocupado con particular presencia el rol de primera dama de Barinas, cuando su esposo asumió como gobernador (cargo que hoy ocupa otro de sus hijos). Es que en el estado que nacieron los Chávez, gobiernan los Chávez. Esa es una de las premisas de Hugo y que ya anunció que mantendrá de cara a las próximas elecciones departamentales.

Cuando Hugo de los Reyes fue electo por primera vez en 1998, ella aprovechó su nuevo rol para ocupar la presidencia de la Fundación del Niño. Un cargo que le calzó como anillo al dedo: le daba la posibilidad de viajar y comprarse los mejores vestidos, mientras mantenía una imagen de mujer solidaria que apelaba a la beneficencia.

Pero esa imagen se fue poco a poco derrumbando por continuos rumores de irregularidades en la gestión de su marido al frente de la gobernación de Barinas. En un informe del organismo contralor del Estado se revela "una enorme cantidad de asuntos sospechosos y poco transparentes que ponen en tela de juicio, incluso, la probidad del manejo hecho por Elena Frías de la enorme cantidad de recursos que controlaba a través de la fundación pública que presidía en su condición de primera dama regional", dice el diario La Tercera.

Ese mal manejo de fondos públicos también refiere a las remodelaciones que los Chávez hicieron de sus fincas y la falta de atención que prestaron a su pueblo natal Sabaneta y al Estado de Barinas (el más pobre de toda Venezuela).

Elena tendría en los bancos estadounidenses unos 16,6 millones dólares desde 2008, según la Agencia de Lucha contra Drogas de Estados Unidos (DEA).

Las denuncias involucran a otros familiares de Hugo Chávez, lo que ha elevado el nivel de tensión entre el oficialismo y la oposición ante cada proceso electoral.

En este contexto la madre del presidente adquiere protagonismo. Para algunos es la mentora del Mesías que vino a instalar un régimen socialista en Venezuela. Para otros, es quien engendró a semejante personaje, más próximo a Lucifer que al Dios que pregona doña Elena. Más de un opositor se debe haber acordado de ella cuando Chávez ganó otra vez las elecciones presidenciales.

Quiere a Hugo para ella

Para Elena Frías, madre de Hugo Chávez, su hijo "no ha merecido" a ninguna de sus mujeres. Pero él hizo de las suyas. Con 23 años conoció a su primera esposa, Nancy Colmenares, con quien tuvo tres hijos. En paralelo, mantuvo un romance durante 10 años con Herma Marksman (de quien recibió influencia ideológica), hasta que se casó con Marisabel Rodríguez (con quien tuvo una hija). En 2003 se separó. Luego, se lo ha vinculado a otras damas como la modelo Naomi Campbell, la embajadora argentina Alicia Castro y la actriz de telenovelas Ruddy Rodríguez.

Las herederas del poder

De los cuatro hijos que tiene Hugo Chávez, María Gabriela es quizás la de mayor destaque público. Ella, segunda hija del matrimonio entre el presidente y Nancy Colmenares, ejerce el rol de primera dama y es "la heredera". La mayor es Rosa Virginia (foto), quien acompañó a su padre a Cuba para recibir el tratamiento contra el cáncer. El varón es Hugo Rafael Jr. La hija menor, Rosinés, es la única de la relación que tuvo Chávez con Marisabel Rodríguez. Tras la separación de la pareja, en 2003, la custodia de la menor quedó en disputa.

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