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La historia de Zahi Hawass, un Indiana Jones de verdad

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Sahi Hawass, el arqueólogo más famoso del mundo
sandro vannini

NOMBRES

Pocos egipcios tienen la fama de Zahi Hawass, el número uno de la arqueología mundial. El veterano explorador y divulgador científico sigue siendo la cara de hallazgos sorprendentes.

En la necrópolis de Saqqara, donde se encuentra la pirámide escalonada de Zoser (la más antigua de Egipto, de unos 4.700 años), no dejan de brotar sarcófagos, momias y otras reliquias de la arena. Esto viene ocurriendo desde hace varios meses, con una amplia cobertura de los medios internacionales, aunque no alcanza para atraer turistas en tiempos de pandemia y fronteras cerradas. 

Los hallazgos arqueológicos son responsabilidad de un equipo dirigido por el famoso político e investigador Zahi Hawass, quien si bien ya no detenta el título de ministro de Antigüedades -un cargo que fue creado para él en 2011-a sus 73 años sigue siendo el “hombre fuerte” de la egiptología mundial.

Hawass, conocido como el “Indiana Jones egipcio” por utilizar el clásico sombrero de ala ancha que Harrison Ford popularizó como un símbolo de la arqueología y la aventura en el cine, dirigió el Consejo Supremo de Antigüedades de su país desde 2002 hasta 2011, cuando asumió como ministro del área con respaldo del dictador Hosni Mubarak.

Su trayectoria no está exenta de polémicas y cuestionamientos, pero se sustenta con un currículum de casi medio siglo como explorador y divulgador científico.

En algún momento se dijo que en Egipto no se podía remover ni un grano de arena del desierto sin permiso de Zahi Hawass, lo cual en parte era cierto. Lo mismo ocurría con las autorizaciones para hacer exposiciones o documentales. Sin ocultar su inmodestia, él mismo asumía el protagonismo de cualquier hallazgo, propio o ajeno, frente a los periodistas y las cámaras, lo cual lo transformó en una de las personalidades más mediáticas y universales de este país árabe. Y en una cara repetida en canales como Discovery, History o National Geographic.

Era el hombre que divulgaba los descubrimientos sorprendentes, el que hacía de guía turístico para Barack Obama y el que incluso tenía tiempo para perder en una pelea mediática con la cantante Beyoncé, quien lo dejó plantado en una visita a la meseta de Guiza y provocó su enojo. Pero por sobre todas las cosas, era el guardián de los faraones, del legado de una nación que hace miles de años gobernó al mundo.

Hawass estudió en las universidades de El Cairo y Alejandría y gracias a una beca Fulbright realizó un doctorado en la Universidad de Pensilvania. Al regresar a Guiza, descubrió la pirámide satélite de Keops y el cementerio de los trabajadores que levantaron la necrópolis. Entre sus hallazgos también destaca el Valle de las Momias Doradas, en el oasis de Bahariya, ubicado a unos 420 kilómetros de El Cairo. 

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Sahi Hawass y una vida de hallazgos asombrosos

Ya sea como arqueólogo u ocupando cargos públicos de conducción, ha tenido responsabilidad en los hallazgos más importantes de Egipto desde el descubrimiento de la tumba de Tutankamón por parte de Howard Carter, el 4 de noviembre de 1922. Y no se ha resistido al uso de tecnologías en el campo de la arqueología o a la colaboración y el financiamiento desde el exterior. Así, mediante estudios de ADN, durante su gestión como jerarca de gobierno se logró determinar que el faraón Akenatón fue padre de Tutankamón (se creía que podía ser su hermano) e identificar las momias de la abuela y la madre del joven “Tut”. En 2005, se dedicó al estudio de una momia hallada más de un siglo antes sin ataúd ni ajuar funerario, en una tumba del Valle de los Reyes, descubriendo que se trataba de la reina Hatshepsut, la primera mujer que gobernó Egipto, hace 3.500 años. Hoy, el cuerpo de la faraona se encuentra en el viejo Museo Egipcio de Antigüedades, en una recámara especial donde se conservan las momias de algunos de los más importantes regentes del antiguo Egipto, como Ramsés II, el hombre más poderoso del mundo en su tiempo.

Asalto al museo

Tras liderar el Consejo Nacional de Antigüedades durante nueve años, Hawass fue brevemente ministro del área en 2011, pero tuvo que abandonar la cartera tras la agitación social de ese año y la caída de Mubarak. Era el comienzo de la Primavera Árabe, que provocó un efecto en cadena de protestas y violencia en la mayoría de los países de la región.

El epicentro de aquellas movilizaciones fue la céntrica Plaza Tahrir de El Cairo, contigua al viejo Museo de Antigüedades Egipcias, que también fue víctima del descontrol de algunos ciudadanos.

El viernes 28 de enero de 2011, tres días después de que comenzara la revuelta que sumió al país en un caos y un baño de sangre, vándalos treparon por una escalera de incendios del museo e ingresaron por las claraboyas con el objetivo de robar algunas reliquias invaluables. Uno de ellos incluyo cayó sobre una vitrina que protegía un sarcófago y quedó malherido, siendo detenido poco después.

Shockeado por el hecho, Hawass denunció rápidamente que al menos 18 piezas importantes se habían esfumado; pero en la lista definitiva, el número de objetos robados ascendió a 54. Todo quedó grabado por las cámaras de seguridad, pese a que para obstaculizar la carrera de los saqueadores se ordenó cortar el suministro eléctrico, dejándolos a oscuras.

Entre los objetos sustraídos -muchos de los cuales se recuperaron después- se encontraba una escultura de madera dorada que pertenecía al tesoro de Tutankamón (una imagen del faraón empuñando un arpón sobre una barca de papiro), de unos 3.300 años de antigüedad, la cual resultó seriamente dañada cuando los saqueadores la aporrearon contra el piso para ver si era de oro macizo.

Hawass tuvo que defenderse de una ola de críticas por el atentado y -ya de paso- por acusaciones de corrupción que se arrastraban sobre su gestión.

Las autoridades esperan poder inaugurar este 2021 el Gran Museo Egipcio cerca de las pirámides y la Esfinge, donde se expondrá por primera vez la colección completa de objetos rescatados de la tumba de Tutankamón. La apertura se ha postergado varias veces por la magnitud de una obra de US$ 800 millones (literalmente faraónica) y la pandemia del coronavirus. Y allí pretende estar, como lo viene haciendo desde hace décadas, Zahi Hawass, para pararse frente a los micrófonos y las cámaras del mundo.

Encuentro fortuito en Guiza

En un país de casi 100 millones de habitantes y una ciudad como El Cairo, de 12 millones, es difícil toparse con una figura mediática en un lugar público.

En setiembre de 2019, el autor de esta nota viajó por segunda vez a Egipto y por un momento pensó que podía encontrarse de forma fortuita con Zahi Hawass, lo cual no sería descabellado que ocurriera en un sitio turístico como las pirámides o la esfinge, en donde el famoso arqueólogo podría estar grabando un documental o una entrevista.

A pocos minutos de partir hacia el aeropuerto de El Cairo, para retornar a Montevideo, ese encuentro casual se dio en el lobby del hotel Le Méridien, ubicado en Guiza frente a las majestuosas pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos.

Hawass, un hombre de baja estatura, se mostró afable en todo momento y mantuvo una breve conversación con el periodista; le preguntó por su país de procedencia y sobre su interés en la tierra de los faraones. Luego, posó junto a él para una fotografía.

Obsesión con Nefertiti

La búsqueda de la tumba de Nefertiti, madrastra de Tutankamón, es algo que desvela a Hawass.

El arqueólogo británico Nicholas Reeves ha sostenido que el cuerpo de la reina podría estar en una recámara secreta junto al sarcófago del joven Tut, en el Valle de los Reyes, lo cual ha sido descartado por Hawass.

El exministro de Antigüedades de Egipto también ha desestimado la teoría (que en un principio apoyó) de la dominicana Kathleen Martínez, quien asegura que la tumba de la famosa Cleopatra se encuentra en templo de Taposiris Magna, a 45 kilómetros de Alejandría. Hawass también es un fuerte detractor de las teorías que sostienen que extraterrestres tuvieron participación en la construcción de los grandes monumentos de la antigüedad.

Repatriación de objetos

El año pasado, Zahi Hawass inició una campaña internacional con la intención de presionar al Museo Británico de Londres, al Louvre de París, a dos museos alemanes y a uno de Estados Unidos, para que devuelvan cinco preciados objetos que fueron robados o en algún momento “donados” por Egipto.
Uno de ellos es el famoso busto de Nefertiti, hecho en piedra caliza y yeso, que desde hace décadas es la vedette del Museo Egipcio de Berlín.

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