"El único que me puede hacer millonario es Casal"

Del Garcés de Artigas a Peñarol y la Selección, pasó poco mas de una década y muchas pelotas dentro del arco. Carlos Bueno, rebelde con causa pendiente, recien apartado de peñarol, sólo piensa en irse a Europa

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CARINA NOVARESE

A ritmo ensordecedor de cumbia ("tomando vino, medio pirados..."), bajo la mirada estricta de un atemorizante Pitbull y los ojos admirados del resto de quienes se ejercitan, Carlos Bueno entrenaba el martes pasado en un gimnasio de Pocitos. Era parte de la preparación que realiza desde hace más de una semana, cuando dejó de concurrir a Los Aromos como consecuencia de la declaración de rebeldía que lo dejó, por tiempo indefinido, fuera de Peñarol, el cuadro en el que juega desde los 16 años.

La "rebeldía" le hizo cambiar al técnico Fernando Morena por un profesor pago por el grupo Casal, que ahora define qué debe hacer para mantenerse en forma, por la mañana en el gimnasio y por la tarde en la cancha. "Ahora el Pato (Aguilera) nos está buscando un equipo para que el ‘Cebolla‘ (Rodríguez) y yo practiquemos", dice Bueno.

Vestido de riguroso look deportivo –championes plateados, remera y short, todo Nike última generación–, el jugador de Peñarol dice, sucesivamente, que pasa por un momento "complicado", que lo vive "con tranquilidad", que tiene "apoyo indefinido" de Francisco Casal y su troupe y que cuando llega a su apartamento ubicado en un séptimo piso, "a veces me dan ganas de tirarme para abajo".

Luego de una semana de la declaración de rebeldía, Carlos Bueno-Charlie Good, habla de Europa, su temor por un futuro que para muchos futbolistas termina en miseria y su molestia porque los "caprichos" determinen el destino de un "grande como Peñarol". La visión de un hombre criado en un barrio humilde de Artigas, llegado a los 16 al cuadro de sus amores, impulsado por Peñarol hasta la selección Nacional, célebre por locuras y goles y ahora, a los 24 años –y por decisión propia– en medio del fuego cruzado entre las fuerzas más poderosas del fútbol nacional.

—¿Cómo fue su infancia en Artigas?

—Fue siempre el fútbol. Vivía atrás de una pelota, en el campito del barrio Olímpico. Era un lugar donde había muchos gurises y vivíamos de partido en partido.

—¿Desde niño supo que su futuro era el fútbol?

—No lo pensaba así, pero vivía jugando. A los siete años empecé a jugar en el baby, en un cuadro del cuartel que quedaba cerca de casa, el Garzón. Nos teníamos que levantar antes de las ocho porque a esa hora nos pasaba a buscar el camión. Entre semana era imposible levantarnos, pero los domingos no había problema para el madrugón.

—¿Su familia lo incentivaba?

—Yo siempre arrancaba sólo. Vivía con mi mamá y fui solo yo hasta que nació mi hermano, cuando tenía ocho años. En ese momento la televisión uruguaya casi no llegaba a Artigas y entonces sólo podíamos ver algún clásico o un partido importante. Mirábamos sí mucho fútbol brasilero. La primera vez que fui a ver a Peñarol fue cuando jugó en Rivera contra el Santos, cuando yo tenía 15 años.

—¿Incidió en algo en su carrera el hecho de que su padre, Heber Bueno, haya sido jugador de fútbol?

—Yo era muy chiquito cuando el jugaba en Bella Vista y nunca lo vi jugar. Ahora vive en Ecuador. Lo fui a visitar cuando fuimos con la selección, después de 15 años de no verlo. El ni sabía que yo jugaba. Para mí fue lindo verlo. Pero yo siempre jugué al fútbol porque a mí me gustaba: no por mi padre, ni por mi madre ni por mi tío. Me colgaba los zapatos y me iba al campito.

—¿En el baby fútbol, sintió alguna vez la presión de tener que ganar?

—De chico ya querés ganar y en el baby ya tenés que aprender a ganar y a que te duela perder por una Coca Cola o un jugolín. En el baby fútbol me recalentaba igual que ahora. Siempre fue igual.

Desde el Garzón hasta la selección nacional de baby fútbol, Bueno siguió escapándose a los campitos y dejando la escuela de lado. "Era un desastre", dice ahora, aunque reconoce que su fama como goleador infantil llevaba a que las maestras le perdonaran la vida. El futbolista sólo llegó a hacer primer año de liceo; luego las prácticas interfirieron con los estudios y en ese momento –aunque ahora dice haberse arrepentido– no lo pensó dos veces. Luego de jugar en la juvenil de Wanderers, llegó hasta Montevideo a los 16 años de la mano de Rodolfo Riani, un representante de fútbol que lo instaló, junto a otros tres artiguenses, en la pensión de Peñarol. El año anterior había probado en la Quinta de Cerro; ya en ese entonces había comenzado la historia de tires y aflojes que hoy caracteriza a buena parte del negocio del fútbol. En Cerro no dieron con la plata y el adolescente volvió a Artigas. "El destino a veces te ayuda. Por ahí si me quedaba en Cerro no estaría donde hoy estoy", dice. Ya en la Quinta de Peñarol, logró que lo ficharan a la semana de llegar al cuadro.

PEñAROL

—¿Cuándo se convirtió en "propiedad" de Peñarol?

—Cuando entré a la Quinta Peñarol acordó con Wanderers de Artigas un préstamo de dos años. No me acuerdo cuánto pagaron, pero sé que le dieron una plata a mi mamá.

—¿Cómo es la vida de un joven de Artigas en el mundo del fútbol de Montevideo?

—Es bravo, porque yo extrañaba mucho al principio. Hasta me daban ganas de llorar y me costaba adaptarme. En la pensión de Peñarol había muchos chiquilines que éramos del interior, pero la mayoría vivía más cerca. En cambio yo casi no podía ir a Artigas, porque sólo teníamos el domingo libre y eran siete horas de viaje.

—¿La Selección nacional era una meta?

—La meta era consolidarme. Siempre había soñado con ser un jugador de Peñarol y un jugador de Primera. Un jugador al que todo el mundo admirara y apreciara. Siempre digo que la Selección viene sola si vos hacés las cosas bien. Si hacés buenos partidos se van a fijar.

Antes de entrar a la Selección dirigida por Juan Ramón Carrasco, Bueno había tenido un encontronazo con el entonces técnico de Fénix. "En la semana antes del partido él había hablado mucho y eso nos molestó muchísimo. Fue un momento de calentura. Ibamos perdiendo y una pelota se fue para afuera. Yo me tiré para que no se fuera, estaba él y seguí de largo. Nos chocamos, se armó terrible borbollón, yo me paré...después dijo de vuelta muchas cosas".

A pesar de eso Bueno dice que siempre esperó que Carrasco lo citara. "No es un tipo rencoroso. Es un tipo frontal, a veces demasiado frontal. Por suerte él dejó todo atrás y me dió la oportunidad. Yo también le respondí bien".

EL LOCO

—Muchos lo califican de "loco". ¿Cómo se define a sí mismo?

—Yo afuera de la cancha soy un tipo común y normal, con una pasividad que a muchos asombra porque me ven en la cancha y piensan que soy un loco, que me falla algo. Adentro de la cancha soy una persona a la que no le gusta que le roben nada. Quiero ganar hasta por un peso, te como vivo para ganar. Pero afuera pienso diferente y trato de vivir de otra manera, aunque la gente me trate diferente y hasta me discrimine por lo que pongo dentro de la cancha.

—¿Esas actitudes son instintivas o programadas?

-Soy así. A veces me dicen, "Carlitos, tenés que parar de insultar y quedarte más tranquilo". Lo he intentado y al final no logro tocar una pelota. Yo les dije a mis compañeros que disculparan si los insultaba dentro de la cancha, pero no soy un jugador frío que pueda jugar sin hablar o pedir una pelota. Es mi estilo de jugar y tendré que calmarme un poco en los gestos, pero no en el resto. Yo le pido disculpas a mis compañeros, porque el resto no me interesa. Ni el rival ni la gente. Los que me van a respaldar siempre van a ser ellos.

—¿Por qué consideró en 1999 que necesitaba la representación de Casal, a pesar de que pertenecía a Peñarol?

—Recién empezaba y ellos apuestan a que vayas mejorando. Cuando estás un poco armado tratan de comprarte o de transferirte a otro lado. Por eso es que hay lío ahora.

—¿Qué ventajas tiene para usted el hecho de que el grupo Casal lo pudiera comprar y no que Peñarol lo vendiera directamente?

—Que ellos me llevan directamente a Europa, lo que queremos todos los jugadores de fútbol. No solo ir a Europa sino el respaldo económico que viene con eso. Acá uno juega al fútbol por el amor que le tiene a la camiseta.

—¿Cuánto gana en Peñarol?

—Se compara la vida de un jugador de fútbol con el de una familia normal y eso no es así. Nuestra carrera es muy corta, son diez años que si no aprovechás, mañana tenés que andar buscando qué hacer. Eso es lo que Paco no quiere. Y lo que yo no quiero. Y por eso es el gran lío que hay hoy.

—¿Por qué muchos consideran que el negocio de Casal termina perjudicando a los cuadros uruguayos?

—El no hace a un club ni más rico ni más pobre. Lo que muchos no entienden es que en los clubes hay dirigentes que están más ricos que muchos. Uno no entiende porqué vienen jugadores de otro lado, por las pasantías de seis meses, y se terminan llevando la plata y nunca nadie dice nada. Y uno que quiere que las cosas se hagan bien para el club, termina viendo como otros lloran, nos declaran en rebeldía y nos hacen ver como que los malos somos nosotros. La institución no está como nos gustaría que estuviera. No puede ser que hayamos quedado fuera de la Libertadores con un equipo ecuatoriano. No puede ser que Danubio, sin desmerecer a ese cuadro, nos haga tres goles.

—¿Para usted va a incidir en el rendimiento del cuadro el hecho de que tanto usted como Rodríguez no estén?

—En Peñarol juega el que mejor hace las cosas. El jugador que está en el cuadro, por algo está, porque es el mejor del país. Nosotros no estamos por temas personales y lamentablemente nos cuesta mucho ver a nuestro equipo de afuera.

Carlos Bueno dice confiar ciegamente en Casal y, sin embargo, cada pocos minutos reconoce que está muy nervioso y que incluso se fuma algún que otro cigarrillo para aplacar la inquietud. "Esto no se lo deseo a nadie. Estamos solos, aunque los compañeros siempre nos llaman. Uno anda con un humor .... y hasta hay que mentirle a la madre, para que no se preocupe". A pesar de todo, cree que la parada obligatoria no lo afectará como jugador.

EUROPA

—¿Si pudiera, qué club europeo elegiría?

—Uno nunca elige. Siempre dije que en mi vida el club que siempre voy a a tener en el corazón va a ser Peñarol, pero adonde vaya pensaré en lo económico. Acá no voy a hacer plata. Quiero irme por la puerta de adelante, pero lamentablemente cuando me vaya la gente va a pensar mal. Yo no lo hago por mal.

—¿Considera que los hinchas creen que usted está perjudicando a Peñarol?

—La gente que realmente quiere a Peñarol, que es hincha de verdad y mira en perspectiva los últimos años, se va a dar cuenta que Peñarol hoy está bastante lastimado.

—¿Preveía que este desacuerdo entre Casal y Damiani iba a desembocar en una declaración de rebeldía?

—Sí, porque el presidente no aflojó durante todo un año.

—¿Es Damiani el que no afloja?

—Sí. Ahí manda sólo Damiani. Hay oposición pero no entiendo qué hace. El otro día la votación fue unánime. Ellos dicen que no es un tema personal, pero cómo no va a ser personal si hubieron oportunidades de arreglar todo –fuimos a conversar con ellos la semana pasada, estaban todos menos el presidente y todo quedó bárbaro– y las cosas terminaron como terminaron.

—¿Alguna vez habló con el presidente de Peñarol sobre la razón por la cual no quiere venderlo al grupo Casal?

—Un día me llamó y le dije que, sinceramente, la única persona que se lleva los jugadores y los hace millonarios es Casal. No he visto a un presidente de un club que haya vendido bien a un jugador en 20 años. Quizás él quiere recuperar la plata que puso de su bolsillo. Pero eso no es problema mío. Quiero que Peñarol haga plata y que tenga un respaldo económico para que cuando nos vendan pueda traer muy buenos jugadores. Quizás uno sepa cuáles son las verdaderas razones pero no las diga para no entrar en más polémicas. Yo ya estoy cansado de explicarle a todo el mundo lo mismo.

—Cuando todo se complicó, ¿no tuvo dudas al aceptar la declaración de rebeldía?

—Lo vengo diciendo desde el año pasado: yo tengo buen respaldo y no me importa lo que diga o haga Damiani. Lo único que tengo que hacer es jugar al fútbol. Si hay problemas personales, si hay fuego cruzado, es problema de ellos. En ese tema yo no defiendo ni a Damiani ni a Casal. Entre ellos que hagan lo que quieran. Yo por mi parte afronté la situación y me puse del lado de los que me respaldan de verdad y estoy con ellos al 100%

—¿Cuánto vale usted a la hora de un pase?

—Como está el fútbol uruguayo es imposible que venga un club y pague 10 millones de dólares. Sin embargo Casal lo logra, porque hace 20 años que está en Europa y metió a 50 o 60 jugadores en grandes equipos.

—¿Sabe por cuánto lo podría vender Casal?

—Sé, porque estuve enterado del interés del Mónaco. Era muchísima plata. Mucha más de la que me quería vender Peñarol. Yo quiero que la plata se la quede Peñarol. Pero otra gente se quiere llevar esa plata.

—¿Quiénes son?

—Cada vez hay más dirigentes. Cada vez hay más gente que habla mucho y hace poco y los jugadores terminan de albañil, de cartero o vendiendo diarios en las esquinas. En la Copa América de Perú estaba Joya, una gloria de Peñarol, a quien tuvimos que hacerle una colecta por su situación económica y se puso a llorar emocionado. Eso me hace pensar. Tengo familia y tengo que pensar en ella. No me importa nadie ni nada más.

—¿Cómo serán los próximos días?

—Estamos en el medio de caprichos y de problemas personales que se arrastran desde hace años. No creo que pase mucho tiempo sin jugar porque hay límites para todo. Me aguantaría hasta 20 días.

—¿Casal le dio alguna garantía?

—Obvio, por algo estoy tan tranquilo y llegué al punto en el que estamos hoy. Si no estaríamos jugando y hubiéramos aceptado el contrato que querían los dirigentes. Gracias a Dios ahora no me falta nada; si me tengo que quedar un año sin jugar, en lo económico no voy a tener problema porque Casal me responde.

Bueno tiene un hijo de un año y siete meses que vive en Artigas y que, según dice, fue "un cambio importante" en su vida y carrera. "Me hizo ver muchas cosas con respecto a lo que quiero y a lo que busco". Cuando se le pregunta si le gustaría que el futuro fuera futbolista, dice rápido que no. "Quiero que estudie, porque en esto del fútbol hay que tener mucha suerte más allá de lo bueno que puedas ser. Ahora mi hermano de 16 años vive conmigo y lo único que le exijo es que además de jugar, estudie. Sin el liceo no sos nadie. No quiero que vuelva a Artigas a cargar arena".

Molestia con el terruño

Carlos Bueno casi perdió su acento fronterizo, aunque dice que cuando se junta con los amigos de Artigas enseguida surge el portuñol o el portugués directamente, además de los dichos de la zona. "Lo lindo es tener amigos de allá, que disfrutan de lo que uno está haciendo y comparten las alegrías".

A pesar de eso, cuando se le pregunta por su departamento natal Bueno contesta con un categórico "estoy bastante molesto con la gente de Artigas, por todo lo que me sucede cuando voy". El futbolista alega que los dos "líos" en los que terminó detenido fueron poco más que armados. "Se armaba lío y ¿quién era el único al que veían? Carlitos Bueno, vamos a la Justicia, al juzgado, a todos lados. Eso me paspó". Dice, además, estar seguro de que si vuelve surgirá algún otro episodio. "Me duele que en vez de cuidar a alguien que se está superando y está dejando bien parada a su ciudad, lo quieran enterrar".

El grito del hincha

Fanáticos de Peñarol opinan sobre la importancia de Carlos Bueno en el equipo y la polémica que enfrenta a José Pedro Damiani y Francisco Casal.

1) ¿Qué significa Bueno para Peñarol?

2) ¿Quién tiene razón, Damiani o Casal?

y Raúl Castro (publicista e integrante de la murga Falta y Resto).

1) Peñarol pierde un jugador símbolo del ataque, valorado por todos sus hinchas. El ariete siempre ha sido símbolo de la hinchada a lo largo de toda la historia del club. Desde Spencer, Morena, hasta estos días con Bueno, dueño de una dosis de locura bien y mal entendida: la primera vez que vi un jugador saltar el alambrado para abrazarse con la hinchada fue Bueno. Después lo copiaron en Argentina.

2) Hay que buscar la fórmula para que tengan razón los dos (Casal y Damiani) para que sea bueno para todos. Cuando uno negocia la razón no está de un solo lado. Habla bien de Casal que Bueno deje de jugar porque el jugador sabe que lo están defendiendo para ganar más. Y, con todo respeto, una institución como Peñarol no debería gobernarse de pesado, tendría que manejarse con un poco más de criterio para poder negociar.

y Eduardo Bolioli (artista y empresario).

1) Bueno es un buen jugador pero no deja de ser una pieza más del equipo. Si a un jugador se lo considera fundamental, probablemente terminemos como el Real Madrid de los galácticos.

2) Peñarol siempre va a tener razón. Bueno se hizo importante gracias al club. Casal sólo quiere hacer su negocio y es lógico. Ahora, si tengo que estar con alguien en este momento es con (Fernando) Morena que es el que realmente la sufre.

y Mauro Ferrari (comerciante).

1) Bueno era mucho más importante cuando era símbolo de Peñarol. Ahora es más símbolo de Casal que de Peñarol y hasta puede ser considerado un arma de uso de poder del propio Casal.

2) Casal es un elemento sumamente nocivo para el fútbol. Y en Uruguay actualmente se está creando una bola de nieve con una estructura en que el empresario se hace más fuerte y el club más débil. Debe ser el único país del mundo en que un representante decide qué hacer con un jugador que es patrimonio de Peñarol, que lo formó y lo hizo debutar en Primera.

y Alvaro Gaynicotche (creador del sitio manya.org y conductor de Mis Angeles Sordos).

1) Me produce un dolor tremendo que un futbolista que siente la camiseta como Bueno no pueda jugar en Peñarol. El es hincha más allá del dinero, por algo tiene tatuado el escudo.

2) No me meto en los negocios del fútbol. De todas formas, entiendo la postura del contador Damiani que si defiende al club de esa manera es por el amor con el que defiende a esta camiseta. Igual no creo que perdamos el campeonato por Bueno y por el Cebolla Rodríguez.

y Pablo Hobberg (hijo de Eduardo Hobberg).

1) Como jugador no lo voy a descubrir a Bueno, pero Peñarol es más grande que los hombres que lo defienden. No pasa porque esté Bueno, Morena o Bengoechea. Creo que el club es más grande que todos ellos.

2) Se cambiaron los papeles con el caso Bueno, porque el representante decide por el jugador, cuando tendría que suceder lo contrario. El jugador debe decidir y, por el momento, Bueno decidió no jugar en Peñarol.

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