Gabriela Vaz I Buenos Aires
No parece…". La duda sobre cómo sería tomada la frase impidió su terminación, pero con sonrisa de resignación, el interlocutor la completa como de memoria. "Ya sé: no parece argentina. Nos lo han dicho tantas veces que hasta pensamos en usarlo como slogan de promoción". El diálogo tuvo lugar en la productora bonaerense Patagonik Film Group, luego de proyectados los trailers de El ratón Pérez, la película infantil que se estrenará en Montevideo el viernes próximo, antes aún que en su país de origen, debido a la anticipación de las vacaciones de julio.
El protagonista del film es un viejo conocido. ¿Qué niño no fue visitado en la noche por el ratoncito encargado de recoger los dientes de leche debajo de la almohada y cambiarlos por monedas o regalos? Aunque pocos saben de su origen, la leyenda surgió a fines del siglo XIX, cuando se le pidió al sacerdote español Luis Coloma que escribiera un cuento para el futuro rey Alfonso XIII, que entonces tenía ocho años y acababa de perder un diente. Ese fue el puntapié para iniciar una tradición que hoy es practicada en todos los países de habla hispana.
Juan Pablo Buscarini, director y productor ejecutivo de varias películas argentinas y quien se ha abocado especialmente al cine infantil y de animación (Dibu 3, Condorcrux, Patoruzito), hacía ya un tiempo que había pensado en el ratón Pérez para protagonizar una historia. Un día, el guionista Enrique Cortés le comentó que tenía una idea sobre el mismo personaje. Así, a mediados de 2003, se comenzó a gestar el producto que esta semana llegará a su destino final: los niños. Es que se trata de un proyecto de muy largo aliento, debido a que la película fusiona el vivo (personajes humanos) con escenarios y dibujos en tres dimensiones, algo inédito en el cine argentino. Esto significa que la realización precisa mucho más tiempo que un film convencional. "Estuvimos diez meses sólo para poner los 35 minutos de ratón en 800 planos de la película. Fueron tres años de trabajo. El que quiere hacer cine rápido se tiene que olvidar", explica Buscarini.
-¿Por qué el ratón Pérez?
-Cuando empezamos a trabajar, hasta me parecía sospechoso que nadie le hubiera dedicado una película. Es un personaje muy entrañable. Las leyendas y cuentos fantásticos son un montón: Blancanieves, Hansel y Gretel, El gato con botas, pero yo no conozco ninguna nena que vaya a dejarle comida a Caperucita Roja. En cambio el ratón Pérez es parte de la vida cotidiana. Forma una trilogía con los Reyes Magos y Papá Noel, pero esos son parte de todo un marketing comercial. Con el ratón Pérez, la fecha es móvil porque depende de la caída de dientes y de algo muy lindo, que es la voluntad de la familia por preservar esa tradición. Cuando comenzamos con esta película, la gente que nos contaba historias de cosas que sucedieron en la casa, respuestas de los hijos y mil situaciones.
-¿En qué basaron su diseño?
-Es una creación absolutamente nuestra. Ese fue el segundo desafío: ponerle cara y cuerpo al ratón. Ahí jugó el mecanismo del cine convencional; los actores se eligen en función del guión. Nosotros teníamos un ratón Pérez maduro, barrigón, más cerca de la jubilación que de la plenitud de su actividad, medio cascarrabias pero muy noble e idealista. Todo eso nos llevó a un concepto de diseño. Hay otro personaje que es "el Rata" y vive de pachanga en la Ciudad de los Ratones Perdidos, adentro de una rockola. Es medio bailantero y canta temas de Los Auténticos Decadentes. Están en el mundo real, pero en uno muy particular. Pérez tiene su cuartel general en un barco anclado en el puerto, y es un ambiente medio retro, porque están rodeados de las cosas que descartan los humanos. Todo tiene un poquito de romanticismo.
-¿Qué fue lo más complicado en la realización de un género tan novato en estos lares?
-Existieron muchas cosas. El ratón Pérez vive en un loft, pero él mide 15 centímetros. Un 10% de la altura promedio de un humano. Si razonás que una persona puede vivir en un 10 x 10, la escala para el ratón sería 1 x 1. Pero la cámara no entra en ese espacio. Me contacté con gente que trabajó en Stuart Little y llegamos a la misma conclusión que habían utilizado ellos: ampliaban los decorados por cuatro. Nosotros habíamos pensado hacerlo por tres. Fue un trabajo de arte descomunal.
-Estrenan al mismo tiempo que las estadounidenses Cars y Vecinos Invasores, que los superan en presupuesto por varias decenas de millones de dólares. ¿Asusta esa diferencia?
-Esta película tiene un costo de 2.300.000 dólares, y vamos contra producciones que rondan los 100 millones. Hay dos formas de plantarse frente a eso. Una es tirar la toalla y resignarse a que el mercado les pertenece a los norteamericanos. Sería como si en Uruguay o Argentina, a nadie se le ocurriera fabricar relojes porque damos por descontado que eso lo hacen mejor los japoneses o los suizos. Si sucediera eso, nadie le dedicaría una película ni al ratón Pérez ni a la tortuga Manuelita. Estamos hablando de contenido infantil, no es cualquier cosa. A la versión española, los coproductores querían ponerle un clip musical al final, con una cantante de allá. Cuando vieron nuestra versión, les encantó un tema que aparece de Los Auténticos Decadentes y van a hacer un clip con esa canción. Es decir, estás generando una movida de cultura por muchos lados. Me parece que está bueno para nuestros chicos, sino cada vez más las próximas generaciones se quedan con Halloween. No digo que debamos cerrarnos. Shrek me encanta, pero que no sea nuestra única opción.
-¿Qué siente cuando escucha que la película "no parece argentina"?
-Es un llamado de atención porque uno piensa: "entonces, lo que hacíamos antes, ¿cómo era? ¿Qué es parecer argentino?" Muchas veces se privilegió contar una historia, algo más intimista, en contraposición a la industria norteamericana volcada a los efectos especiales. Pero es muy difícil sentar a un chico a ver una película diciéndole "te va a gustar porque es nuestro", si se ve mal, suena mal y el ratoncito parece trucho.
-A nivel de guión, ¿qué dificultades implica hacer una película para niños?
-Las películas excepcionales tienen guiones excepcionales. Este es especialmente inteligente y con buen nivel de fantasía. En ninguna de mis películas anteriores tuve la suerte de trabajar un año en el guión. Lo enviamos a España, allá los productores lo leyeron y lo devolvieron con retoques. Eso le dio una mirada de afuera; lo peinó sacándole la lógica argentina.
-¿Manejaron el tema de la moraleja final o "mensaje"?
-Se presenta un duelo final con un diálogo excelente entre el ratón Pérez y su contrincante, el comandante Permanencio Fugaz, que habla de algo esencial: de las ilusiones, de que el mundo ha cambiado. Pero no es un sermón. Me parece que los mensajes llegan mejor cuando están ocultos o bien cuando hay que desglosarlos de la trama. Hacer cine para chicos es complejo porque los que lo hacemos ya no somos chicos. Tener la capacidad de traspasar eso es el mayor desafío.
Entrañable personaje se cuela en films infantiles
"Estuvimos diez meses sólo para poner los 35 minutos de ratón en 800 planos de la película"
Cierto día, accidente doméstico mediante, una inquieta niña llamada Lucía (Delfina Varni) pierde un diente. Para tranquilizarla, sus papás Santiago (Fabián Mazzei) -un chef sin trabajo- y Pilar (Ana María Orozco) -una exitosa arquitecta- le dicen que esa misma noche el ratón Pérez pasará por su habitación y se llevará el diente, dejándole a cambio una moneda. Lo que ellos no saben, es que la señal se activó.
Un ratoncito que espía la situación avisa a otro, y a otro, y a otro, hasta que el mensaje llega al mismísimo ratón Pérez. En una fábrica increíble, los roedores reciben los dientes, los limpian, tallan y pulen convirtiéndolos en sofisticadas perlas. A través de las cloacas, estas son llevadas hasta la joyería de Morientes (Joe Rígoli), quien les entrega el peso de las mismas en monedas de oro.
Hasta que una noche, ambiciosos malhechores deciden secuestrar a Pérez para quedarse con su fortuna, entre ellos el comandante Permanencio Fugaz. Pero Lucía y su primo Ramiro (Nicolás Torcanowsky) se enterarán de todo y se empeñarán en rescatarlo.
A la galería de personajes animados se suma María Laucha, la secretaría de Pérez, de quien está secretamente enamorada y "El Rata", un bohemio que no gusta de los humanos.
El elenco vivo se completa con Anahí Martella, Enrique Porcellana y Diego Gentile.