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El “noir” llega a la TV uruguaya

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Gabriela Freire y Néstor Guzzini, la pareja estelar de este policial uruguayo.

TENDENCIAS

La serie "Todos detrás de Momo" parece indicar la madurez del género policial nacional, que ya cuenta con gran desarrollo en las letras

Un policía infiltrado en su propio sueño”. Esa es la premisa de la serie uruguaya Todos detrás de Momo, un producto que amalgama el policial con una historia de puro cuño carnavalero. La serie —que actualmente se emite por TV Ciudad y Televisión Nacional Uruguaya— puede verse como una ficción televisiva madura e inteligente, con nada que envidiar a cualquier producto extranjero. La ficción policial uruguaya —un género que ya ganó terreno en las letras— comienza a hacerse un espacio en la producción audiovisual. Si bien hay algunos antecedentes, incluso en la pantalla chica como la notable adaptación del relato de Milton Fornaro Cadáver se necesita (con la actuación de Roberto Suárez interpretando al detective de turno), o algunas incursiones en cine como El viñedo, Reus y Joya que rozaron el género negro, la creación de Pablo Stoll, Andrés Biniez y Carlos Tanco es por ahora el producto más acabado. ¿Existe, entonces, un noir uruguayo?

Uno de los problemas que la ficción vernácula ha enfrentado cada vez que ha querido decodificar el policial, es la dificultad de hacerlo en términos de verosimilitud. Un camino sembrado de clichés que hacen patinar constantemente las ruedas de una ficción, o de enormes agujeros por desconocimiento de ese mundo esquivo en el que viven policías y ladrones. Algo que la serie Todos detrás de Momo parece sortear con eficacia la mayor parte del tiempo.

La historia sigue los pasos de Néstor Maidana (Néstor Guzzini, foto principal), un policía con pasado murguero al que le encargan infiltrarse en una murga para investigar una compleja trama delictiva. Paralelamente, también sigue a la oficial Gabriela Silenzi (Gabriela Freire) obsesionada con desbaratar una red de tráfico de drogas que opera a través de “deliverys”. A esos dos personajes principales se le agrega un excelente puñado de secundarios —como la composición del “malo” de la serie conocido por el apodo de “El Coso”, a cargo de Gustavo Cabrera— y las breves apariciones de César Troncoso (al principio de la serie) y la actriz argentina Julieta Zylberberg.

Ellos completan un cuadro complejo y rico. La murga, en particular el ambiente murguero, sus leyendas, mitos, personajes y sobre todo las canciones que componen la banda sonora le dan a la serie su carácter y tono, y también el paso de comedia que por momentos tiene.

La construcción de los personajes es uno de los aciertos de Todos detrás de Momo. Néstor es un fracasado estudiante de Derecho, que siempre soñó con salir en una murga, de fugaz militancia socialista (donde conoce a su esposa) y que termina de policía aunque sigue soñando con el ambiente murguero y conoce cada historia que se cuenta de sus principales figuras. En un capítulo, por ejemplo, es él quien conoce la versión correcta de lo que le pasó al Tito Pastrana el año que su murga salió octava. Gabi, en tanto es una oficial que entró a la Policía con la idea de escapar de su pueblo natal, y aborrece de las murgas y su ambiente machista. Lo cual no deja de sumar otra ironía: Gabi ingresa a un mundo que ha sido tradicionalmente machista, y que solo en forma muy reciente comenzó a cambiar, como es la organización policial. Sobre estos dos ejes se desarrolla toda la historia escenificada sobre muy reconocibles escenarios montevideanos.

Claves

Con esas claves se construye la serie que promete hacer historia en el género. “Creo que algunas de las vinculaciones con la estética del film noir son obligadas por el contexto: el mundo del arrabal, con presencia del lunfardo o el slang correspondiente”, dice Carlos Tanco, coguionista y cocreador de la serie junto a Pablo Stoll y Adrián Biniez. El propio Tanco tiene una fugaz aparición en el capítulo tres de la serie, en el papel de un “experto” que explica la historia de la murga, algo que Tanco es en la vida real.

De hecho, la murga “infiltrada” por el protagonista —la ficticia La Emboscada— “la quisimos usar como personaje y es un tipo de murga que ya no existe actualmente. Probablemente nunca existió tal como la mostramos, por conveniencia narrativa”, señala Tanco.

“Yo siempre sentí esta historia como parte del subgénero ‘infiltrado’, que podríamos admitir como un desprendimiento del noir. Sé que no está considerado como subgénero, pero para mí toda pieza narrativa de infiltrados maneja parámetros ineludibles dentro del conflicto central, y gira alrededor de un dilema irresuelto: a qué mundo pertenece el infiltrado”, dice Tanco a propósito de la variante que practica la serie.

También es probable que la figura del “infiltrado” esté muy presente en el inconsciente colectivo uruguayo desde los años predictadura y siguientes.

Tanco recuerda dos razones por las que la idea de Todos… le resultó irresistible desde el principio. “La primera es que recurre a la mitología de la murga desde los inicios hasta los 70-80, como producto directo del arrabal, integrada en buena parte por malandras de bajo monto, bandidos y borrachos, con inquietudes cuasi-artísticas y códigos propios durante febrero. Esos códigos son anacrónicos, bastante lejanos a los socialmente aceptados en la actualidad, cosa que también tiene potencial humorístico”, señala.

“Y el otro aspecto era la presencia de un infiltrado. Me gusta especialmente el conflicto del héroe infiltrado, que tarde o temprano es atrapado por la duda existencial acerca de cuál es el mundo al que pertenece, si el objeto de su infiltración (el de la farsa) o el que le encomendó la misión (el real)”, concluye Tanco.

El personaje de Néstor Guzzini en plena acción.
El personaje de Néstor Guzzini en plena acción.

Buscando el "noir" nacional

En el campo de la literatura, el género negro ha tenido un desarrollo mayor. La colección Cosecha Roja, del sello editor Estuario, lleva 24 ejemplares publicados de autores uruguayos en los últimos ocho años. Rodolfo Santullo, Pedro Peña, Mercedes Rosende, Eduardo Pérez Vázquez, Rafael Massa, Damián González Bertolino, Laura Santullo, Hugo Fontana, el argentino Leonardo Oyola y el autor de esta nota conforman la nómina de esta colección.

“Al género lo veo consolidado y robusto, y no solo por la colección, hay gente nueva que me tiene asombrada y los que ya estaban, que como se dice de Gardel, cada día escriben mejor”, dice Marcela Saborido, directora de Cosecha Roja.

Fuera de esta colección otros autores han ensayado el género. Tal el caso de Milton Fornaro, un autor que viene incursionando en el policial desde hace años y que el año pasado publicó La madriguera en el sello Alfaguara, un policial que enlaza con una trama histórica y desemboca nada menos que en el Holocausto. O la trilogía de Hugo Burel —Montevideo Noir, Sorocabana Blues y Noches de Bonanza—, donde sigue los pasos de Gabriel Keller, un asesino que vive su peripecia en una Montevideo de principios de los 60.

El escritor Hugo Fontana, autor de algunos títulos que pueden inscribirse directamente como parte del género dentro de una más extensa y premiada obra literaria, cree que el género empieza a madurar en Uruguay.

“Creo que lentamente nos vamos acercando a un escenario en el que podremos hablar de ‘género negro uruguayo’, aunque todavía no está constituido un corpus sólido. Hay obra, que antes no la había, básicamente gracias a la colección Cosecha Roja de Estuario, pero es una obra dispersa, sin demasiados puntos en común que nos permita identificarla con solidez. Aunque también creo que esa inminencia viene a suplir un abordaje que, extrañamente, la nueva literatura de ficción no tiene en cuenta: un Uruguay real, cada vez más violento y despiadado”, señala Fontana.

¿Qué elementos distinguen a un policial de una obra que sólo tiene algunos rasgos de intriga, por ejemplo? Los conocedores lo tienen muy claro, para Fontana es prácticamente taxativo. “No hay género policial sin sus tres nudos básicos: el crimen, el criminal y la investigación. Las variantes pueden, luego, ser múltiples y más o menos novedosas o hasta extravagantes, pero esa tríada es la que los lectores buscamos en un genuino noir”, opina el escritor.

La expansión del género, la contribución de autores consagrados, la irrupción de nuevas voces parecen confirmar la existencia de un noir uruguayo con carácter propio.

La llegada de la serie creada por Stoll, Biniez y Tanco parece obedecer, definitivamente, a la madurez del género. La ficción policial vernácula despierta el interés de realizadores audiovisuales. El policial llegó para quedarse.

La colección Cosecha Roja es por ahora la única de autores nacionales.
La colección Cosecha Roja es por ahora la única de autores nacionales.
LITERATURA

Policiales de acá

La colección Cosecha Roja, de editorial Estuario, es la única especializada que reúne a autores uruguayos del género. Tiene ocho años en el mercado y lleva ya 24 títulos.
Autores de prestigio han incursionado en el género, como Hugo Burel, Milton Fornaro, Juan Grompone, que han publicado en los sellos Alfaguara y el nacional Fin de Siglo.
Todos detrás de Momo ya marcó su hito histórico al crear un policial de cuño nacional, en el que además amalgama el ambiente carnavalero y el de los bajos fondos montevideanos.

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