M.B.
El día que se rompió la rodilla, Ronaldo no iba a jugar. Pero había entrenado como nunca en la jornada anterior y el técnico lo incluyó en el banco del Milan. Encima, el partido se complicó cuando Livorno se puso en ventaja y el entrenador Carlo Ancelotti lo mandó a la cancha en el minuto 12 del segundo tiempo. Segundos después -sí, en el minuto 13 de un partido que se disputó el 13 de febrero, doble yeta- Ronaldo se alzó para recibir un centro en la línea del área chica, una posición en la que nunca hubiera fallado, pero la pierna quedó clavada al suelo. Hizo un gesto de dolor, llevó la mano a la rodilla izquierda y cayó.
El delantero más letal, el máximo goleador en la historia de los mundiales con 15 goles, quedó así al borde del final de su carrera. Tendido en el pasto, no paraba de gritar y le brotaban las lágrimas, salió en camilla y se confirmó luego el diagnóstico: ruptura total del tendón rotuliano, lo mismo que sufrió dos veces en la otra rodilla. Fue operado con éxito, pero la recuperación le llevará al menos nueve meses, lo que a los 31 años y con sus antecedentes de lesiones, parece un corrida demasiado larga, incluso para él, que supo ser el más veloz. Y es que con 407 anotaciones en 545 partidos, Ronaldo es (o fue) la máquina más efectiva de hacer goles del fútbol moderno, un promedio de 0,7 por encuentro, marca solamente superada por Pelé.
Sin embargo, su gusto por la comida y las fiestas, los problemas con las mujeres y un presunto consumo de esteroides -lo que aumentó la masa muscular pero debilitó sus articulaciones- hicieron que Ronaldo se ganara dos apodos: El Fenómeno y El Gordo. Dos extremos que conviven en él desde sus inicios en su barriada natal de Bento Ribeiro (Rio de Janeiro) hasta mantenerse hoy como el tercer jugador mejor pago del mundo.
Llegó al fútbol europeo a los 17 años y muchos especulan con que esa pronta entrada a la vorágine millonaria del fútbol fue una carga demasiado pesada. Jorge Caldeira, autor de libro Ronaldo: gloria y drama en el fútbol globalizado, asegura que el crac brasileño habló recién a los cuatro años, era sonámbulo, se hizo pis en la cama hasta los 13, padecía de terror a la oscuridad y durmió con un osito hasta los 20. Según él, el pequeño no toleró la separación de sus padres y se refugió en la pelota.
Y lo hizo tan bien que un año después de abandonar al peluche, a los 21, Ronaldo se encontró en la víspera de la final del mundo de 1998. Esa noche, lleno de presión, estalló en convulsiones y estuvo dos horas inconsciente. Jugó igual contra Francia, pero fue un zombi en la cancha y Brasil perdió por 3 a 0 en lo que fue la primera gran caída del Fenómeno.
Él, por lo pronto, ha hablado muy poco de ese episodio. Como tampoco habla ahora de su posible retiro obligado. Está internado en París y las versiones se cruzan: algunos aseguran que volverá al fútbol y otros compañeros lo dan por despedido, como el holandés Clarence Seedorf. "Me parece que es el fin, tres lesiones de rodilla es demasiado", dijo. Y su médico personal, Eric Rolland, dice que el delantero casi no habla, pero se comunica con la mirada, donde ve "valentía". Milan se niega hablar de renovación del contrato que vence en junio, por lo que Ronaldo quedaría sin equipo una vez recuperado. El técnico Ancelotti ha dicho que si de él dependiese, lo esperaría y se lamenta porque no pensaba incluirlo en el plantel contra Livorno. Pero se había recuperado de un dolor muscular y en el entrenamiento del día anterior "parecía más vivo, más pronto", dijo el DT. Tal vez esa fue una despedida privada o el comienzo de la "maldición" que lo puso en el día y minuto de la yeta en la cancha. Como sea, todos quedan con la sensación de que tarde o temprano, El Gordo iba a terminar con El Fenómeno.
CRECE EL GARITINHO. Al otro día de la lesión, el médico Bernardino Santi, de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF, la AUF norteña) responsabilizó de los múltiples problemas de rodilla de Ronaldo al PSV Eindhoven, adonde llegó en 1994 con 17 años. Allí, según Santi, le suministraron esteroides anabólicos para aumentarle su masa muscular, pero sus tendones sufrieron la presión de los músculos y se han vencido. El PSV negó la acusación y la CBF despidió a Santi. Con o sin esteroides, Ronaldo creció en Europa: según el periodista argentino Ezequiel Fernández Moores, entró al PSV con 1,79 de estatura y 75 de peso y salió con 1,83 y 82 kilos. Era la potencia absoluta.
Ronaldo Luiz Nazário de Lima nació el 22 de septiembre de 1976 y ya a los 16 años jugaba en la primera del Cruzeiro de Bello Horizonte, equipo con el que convirtió 58 goles en 60 partidos. Tres de ellos se los metió a Nacional por una llave de la Supercopa de 1993, por lo que prontamente se hizo conocido (y temido) en Uruguay. Al año siguiente, integró la selección brasileña del mundial de Estados Unidos, pero no llegó a jugar en aquel equipo de Romario y Bebeto que se coronó campeón.
Del PSV pasó al Barcelona por 20 millones de dólares. Allí y con 20 años, sufrió la primera lesión en la rodilla derecha; lo operaron y después de cuatro meses volvió. Pero en 1999, con 23, la pesadilla se repitió cuando jugaba en el Inter: quirófano y seis meses de fisioterapia. Volvió el 13 de abril del 2000 -de vuelta la yeta-, pero picó tras una pelota y cayó sin que nadie lo golpeara; de nuevo la rodilla.
Llegó recuperado al mundial del 2002, con 25 años. Pero por su debilidad física y anímica, nadie aventuraba un gran desempeño. De hecho, muchos en Brasil cuestionaron la convocatoria de El Gordo, apodo que ya había aparecido. Pero Ronaldo acalló todas las críticas con 8 goles, dos de ellos en la final ante Alemania para sellar el campeonato a favor de Brasil. Era El Fenómeno que había regresado.
Al Real Madrid pasó en 2003 por 45 millones de dólares. Jugó cinco años y al final, según cuentan, no podía agacharse ni para la foto del equipo. En el mundial de 2006 y con 90 kilos, su papel fue discreto, pero tres tantos le alcanzaron para coronarse como máximo goleador de los mundiales.
La cifra de la última transferencia al Milan fue sintomática de su ocaso: U$S 7,5 millones. El club italiano, en movida de marketing y en honor a su historia, entendió que un solo 9 no bastaba para su camiseta y le dio dos: el 99 era su número como símbolo también de sus dos caras de gloria y tragedia.
(Con información de El País de Madrid, La Nación y O Globo /GDA).
Convulsión la noche de la final
La noche del 11 de julio de 1998, víspera de la final del campeonato mundial de fútbol, Ronaldo tuvo convulsiones, liberaba saliva por la boca y permaneció dos horas inconsciente.
El episodio, uno de los más polémicos del fútbol actual, mantiene hasta hoy cierto manto de misterio. El técnico Mario Zagallo lo excluyó de la primera lista para el partido contra Francia, pero luego apareció. Se dijo que los sponsors, la FIFA y la Confederación Brasileña de Fútbol presionaron para que el crac entrara a la cancha. Entró, no aportó nada y Francia goleó a Brasil por 3 a 0.
El delantero brasileño ha hablado muy poco de aquel episodio. "Tuve un miedo terrible. Perdimos el Mundial, pero yo gané otra copa, la de la vida. No recuerdo bien, pero me fui a dormir y luego tuve un ataque de convulsiones que duró 30 ó 40 segundos. Luego desperté y me dolía todo el cuerpo", dijo algunos días después.
En cambio, Edmundo, uno de sus compañeros de habitación, relató con lujo de detalles su quebranto. "Vi a Ronaldo en un estado tremendo. Muy impresionante. Se retorcía, se golpeaba los brazos contra las piernas y de su boca salía espuma. Hacía un ruido muy extraño, como de querer respirar y no poder", contó.
Los medios especulaban que a la presión de la final, se sumó una presunta infidelidad de su novia de entonces, Suzana Werner. Lo seguro es que Ronaldo nunca debió jugar ese encuentro. El médico que autorizó su salida al campo, reconoció que tomó la peor "decisión de su vida".
Amante de las fiestas y las mujeres
En casi todos los clubes en los que jugó, Ronaldo organizaba siempre las fiestas. Gran amante de la comida y la bebida, se dice que se escapaba cada vez que podía de las concentraciones y aparecía en alguna disco. En las fiestas de fin de año, siempre se los veía en Rio de Janeiro, junto a su gran compinche Adriano.
En 2006, al comienzo del mundial de Alemania, llegó al peso de 90 kilos, cuando lo normal ronda los 80.
El delantero brasileño se casó por primera vez en 1999 con Milene Domingues. Ella es la madre de su único hijo: Ronald. En 2003, se divorció. Dos años más tarde, hizo una gran fiesta de casamiento en un castillo francés para contraer enlace con Daniella Cicarelli. A los 86 días, se separaron.